El legado Oculto

Capitulo 28 -Demasiado cerca

No han pasado muchos días desde lo de la clínica, pero después de semanas intensas, el universo me dio un respiro. Y lo necesitaba. No es como si pudiera hacer mucho con el pie medio jodido.

Mamá ha estado pendiente, aunque sigue trabajando medio tiempo en la floristería. Ajustó los horarios para cuidarme sin descuidar el negocio. Cuando no está, Aiden, Ashton o los chicos se turnan. Incluso Lukas ha venido varias veces. Aunque todos saben lo que pasa, evitamos el tema sobrenatural. Está ahí, pero lo dejamos al margen.

Después de la chica en la clínica, quise espacio. No para alejar a Ashton, solo necesitaba tiempo. Como era de esperarse, volvió poco a poco. El asunto sigue pendiente, pero estos días no le he dado vueltas.

Creí que lo que sentía por Aiden y Ashton era simple curiosidad, pero mientras descubría quién soy y lo que puedo hacer, todo se volvió más confuso. Me costó crear vínculos desde que papá se fue. Ahora sé que va más allá de la amistad. Los celos después de lo de Ashton lo dejaron claro. Admitirlo fue el primer paso.

El problema es el momento. Debería concentrarme en entender mis habilidades. Descubrir si sigo en peligro, si esto tiene un propósito. ¿Qué hacían en realidad las Hijas del Eclipse?

Mientras tanto, Aiden y Ashton no se han alejado. No duermen aquí, pero a veces se quedan en el auto de Aiden, afuera. Antes apenas se toleraban; ahora se turnan.

Mamá ya lo notó. El otro día me preguntó:

—¿Los chicos siguen quedándose allá afuera? Entiendo que estés lastimada, pero no es como que estés grave.

Le respondí tranquila:

—Mamá supongo que prefieren estar cerca, por si pasa algo. Déjalos.

Por ahora, no quiero que sospeche más.

Las muletas me permiten moverme un poco más. Ya puedo subir a mi habitación y desplazarme sin tanta limitación, siguiendo las indicaciones del médico.

Por ahora, la calma sigue. Aunque sé que no va a durar.

—¿Y entonces? —pregunta Ashton mientras acomoda un cojín detrás de mi espalda—. ¿Cuál es la excusa oficial de por qué no te estás alimentando bien?

—No tengo excusa —le respondo con una sonrisa—. Simplemente no tengo hambre todo el día.

—Eso no es válido —interviene Lukas desde el otro sofá.

Aiden, sentado en el otro extremo, toma el vaso de agua que me había traído y me lo acerca. Me sostiene la mirada mientras lo extiende.

—Igual es mejor que vayas comiendo un poco más —dice, suave pero firme.

Tomo el vaso y le agradezco con un gesto.

—Mamá ya me tiene amenazada con hacerme sopas eternas si sigo así —añado, soltando una risa leve.

—No la culpo —comenta Ashton—. Si fueras mi hija, te estaría dando vitaminas por suero.

—Bueno, gracias a Dios no eres mi papá —respondo, mientras Lukas aprovecha la oportunidad.

—Aunque sí actúa como un guardia de seguridad de tiempo completo —suelta Lukas, cruzándose de brazos—. Dime, Ashton, ¿planeas armarte un campamento aquí afuera indefinido? ¿O hay turnos que yo no conozco?

Ashton apenas sonríe.

—Turnos compartidos —responde, mirándolo de reojo—. Pero el nocturno es mío, por si acaso.

—Mientras no pidas aumento por horas extra, estamos bien —remata Lukas.

Aiden desvía la vista, pero sus labios marcan una ligera sonrisa.

—Deberían poner un letrero en la entrada —sigue Lukas—: "Zona de vigilancia permanente: hermanos D'Arvell y asociados".

—¿Asociados? —pregunta Aiden, levantando apenas una ceja.

—Claro —responde Lukas, fingiendo seriedad—. Incluye a los amigos y guardaespaldas no oficiales.

Me río. Es fácil olvidarse de todo cuando estamos así.

—Por cierto —agrega Lukas, levantándose por unas galletas—. Espero que me estén dando crédito. Cuando tú estás dormida, yo hago turnos de vigilancia reales.

—Créeme, lo tengo en cuenta —le digo.

Ashton me ajusta la manta sin que se lo pida. Aiden observa unos segundos y aparta la mirada. Lukas, que siempre se da cuenta, no dice nada.

—Ya que estamos... ¿saben del bendito Baile de Invierno, verdad?

—Ah, sí —dice Ashton con media sonrisa—. Creo que escuché algo.

Aiden lo mira como si recién se enterara.

—¿Desde cuándo?

—Desde hace un mes —contesta Lukas—. Pero en la cabeza de Lena, desde hace seis. Entre la música, el vestido, las luces... ya me tiene al borde.

—Eso explica por qué últimamente no se puede hablar de otra cosa —comento.

—Me da miedo respirar mal y que me asigne tareas —suspira Lukas.

Ashton suelta una risa.

—Al menos lo están tomando en serio.

—La universidad les dio permiso para hacerlo en la cancha interior. Quieren hacerlo "elegante".

—Suena bonito —digo.

—Bonito hasta que lo oyes todos los días —dice Lukas—. Aunque no me puedo quejar tanto.

Aiden lo observa.

—¿Por qué?

Lukas sonríe.

—Porque ya tengo a quien quiero invitar. Solo falta que acepte.

Ashton lo mira, divertido.

—Mira tú.

—Ya te veo planeándolo todo. Dime que no te vas a poner nervioso —le digo.

—Por favor —dice Lukas, ofendido—. ¿Tú me has visto nervioso? Me va a decir que sí... eso espero.

Nos reímos. Aiden sonríe; Ashton juega con el borde de un cojín. Yo me acomodo en el respaldo.

Lukas se incorpora.

—¿Hacemos algo? Si no, me voy a quedar dormido viéndolos mirarse.

—No sería mala idea —comento—. Aunque mucho no puedo moverme.

—Pero sí puedes supervisar —responde Ashton.

Aiden se levanta.

—¿Qué tal un rato de cartas? Al menos para variar las tardes eternas de sofá.

Ashton busca el mazo. Me acomoda otra vez la manta.

—Por aclarar —dice Lukas mientras Aiden reparte—: si alguno tiene habilidades especiales, quedan prohibidas.

—Lo juro —responde Aiden, cruzando dos dedos.

Empieza la primera ronda. Los chistes entre Lukas y Ashton no tardan.

—Vas a perder, D'Arvell —dice Lukas.

—Ya veremos, Richter —le responde Ashton.



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En el texto hay: romace, drama, suspense

Editado: 14.09.2025

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