El legado Oculto

Capitulo 32 -El precio de la confianza

No tengo la muleta. El pie malo sigue sin apoyar del todo. No estoy bien posicionada. Pero no me quedo quieta.

Mi brazo sube primero. La energía se me activa rápido, demasiado. Siento el tirón por dentro. No es suave ni equilibrado, pero lo dejo fluir.

Las raíces cercanas se sacuden. El suelo vibra. Desde los bordes del sendero, ramas sueltas se elevan con fuerza, empujadas por algo más grande que yo.

Isira lanza su ataque.

Una franja fina, afilada, como una línea luminosa que corta el aire en silencio. Se mueve demasiado rápido. Atraviesa la primera rama. La parte como si fuera nada.

Mi barrera improvisada no lo detiene, pero lo desvía. Lo frena lo justo.

Siento el corte pasar cerca, apenas unos centímetros a mi derecha. Me agacho por reflejo, el pie me falla, caigo de lado y me apoyo con la mano en el suelo. El aliento se me tranca de nuevo.

Y entonces...

U Una explosión rasga el silencio.

El estallido destruye los restos del ataque de Isira antes de que me toque. Su energía se desvanece en polvo oscuro que flota y se dispersa.

Levanto la mirada.

Ashton aparece corriendo desde el fondo, las manos abiertas con dedos que parecen absorber la sombra misma, destellos de energía negra que palpitan bajo su piel.

Se planta delante de mí, sin decir nada. El cuerpo tenso, en guardia. La espalda recta, los hombros duros. Lo veo preparar algo más.

Pero Isira no ataca de nuevo.

Sus ojos se clavan en los de Ashton. Hay algo extraño en su mirada. No es miedo. Es cálculo. Como si midiera el terreno. Como si ya hubiera conseguido lo que quería.

Se gira sin hablar y se va. Desaparece entre los árboles sin dejar rastro, como si se hubiera fundido con la oscuridad.

Yo sigo en el suelo. Ashton no se mueve. Se queda de pie frente a mí, respirando rápido, con la mirada todavía fija en donde desapareció Isira. El ceño fruncido, la mandíbula apretada. Cuando por fin se gira hacia mí, sus ojos están encendidos, tensos.

Se acerca sin pensarlo. Me toma por los brazos, me levanta con cuidado y me abraza fuerte. Una mano firme detrás de mi cabeza, como si necesitara asegurarse de que sigo ahí.

Siento cómo su pecho sube y baja rápido contra el mío.

Luego se separa un poco. Me sujeta el rostro con ambas manos, los pulgares en mis mejillas. Me mira sin parpadear.

—¿Estás bien? ¿Te tocó?

Trago saliva. Noto cómo me tiemblan un poco los brazos, pero logro mantenerme firme.

—No. Estoy bien —respondo, bajando un poco la voz—. No llegó a tocarme.

Ashton exhala. Baja la frente hasta tocarla con la mía y luego me rodea otra vez con los brazos. No dice nada más. Solo me sostiene.

Lukas se acerca, más despacio.

Tiene los ojos abiertos de más, como si todavía no procesara todo. Mira a Ashton, después a mí. Frunce los labios.

—Lo siento... —dice, sin saber bien hacia quién va dirigido—. No supe qué hacer. ¿Estás bien de verdad?

Antes de que pueda responder, ya se está agachando un poco, nervioso.

—Mejor te ayudamos a sentarte.

Ashton asiente. Cada uno me toma por un lado. Me ayudan a caminar de regreso al banco, con cuidado. Me siento con lentitud. El cuerpo entero me duele, aunque no haya heridas visibles. El corazón todavía me golpea el pecho.

Ashton se queda a mi lado. No se despega.

Lukas también se sienta, pero no habla. Mira al suelo.

Yo solo intento respirar normal.

Escucho pasos apresurados acercándose. Levanto la mirada.

Aiden cruza el sendero rápido. Tiene el ceño fruncido, el rostro tenso, y en sus ojos hay algo más que solo preocupación. Se frena frente a mí, como si no supiera si puede o no acercarse más.

—¿Te hizo algo? —pregunta, bajando un poco la voz.

Trago saliva. Lo miro de frente, sin necesidad de pensarlo demasiado.

—No me paso nada —respondo.

Aiden asiente, pero no parece más tranquilo. Apenas baja la vista por un segundo. Y entonces, desde mi izquierda, Ashton rompe el silencio.

—¿A qué mierda estás jugando, Aiden? —dice, sin levantar la voz, pero con la mandíbula tan apretada que las palabras suenan duras.

Aiden lo mira de golpe, confundido.

—¿De qué hablas?

Ashton se pone de pie. No lo hace de golpe, pero tampoco lento. Se mueve como si estuviera controlando cada músculo. Se queda frente a él.

—¿Qué te traes entre manos? Porque a mí no me parece una coincidencia. Justo apareces, me distraigo un segundo... y llega Isira. Mucha casualidad, ¿no?

—¿Estás diciendo que tengo algo que ver con eso? —responde Aiden, con el gesto incrédulo—. ¿Que yo quería que pasara?

—No estás dando otra cosa que pensar —suelta Ashton.

Hace una pausa. Lo observa con atención, como si esperara cazar un gesto fuera de lugar. Y entonces lanza otra vez:

—Aiden... ¿qué hacías anoche con Isira?

El cuerpo de Aiden se tensa. No responde al instante.

—¿A qué te refieres?

—Tú sabes a qué me refiero —dice Ashton—. Anoche, antes de que llegáramos a casa de Elena, los vimos. Se veían... cercanos.

Aiden suelta una risa sin ganas.

—¿Es en serio? —dice, con una mezcla de molestia y decepción—. Eres increíble.

Ya no quiero que esto siga así.

—Responde —digo, sin cambiar el tono. Solo lo miro.

Aiden gira el rostro hacia mí. Por un segundo, se le nota el golpe en la mirada.

—¿De verdad crees que haría algo para hacerte daño? ¿Que estaría en tu contra?

—Me gustaría pensar que no —respondo—. Pero entonces deja de evadir la pregunta.

Aiden baja un poco la voz, aunque su postura sigue tensa.

—Solo quería visitarte. Pasar un rato. Pero ella apareció. Hablamos y no reveló nada nuevo, no va a dejarte tranquila, Elena. Y no vino solo a asustarte. Claramente tiene otro plan.

Lo escucho. Lo observo. Pero no le creo. No del todo.

Me inclino hacia adelante y agarro mis muletas. Lukas reacciona enseguida y se levanta también.



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En el texto hay: romace, drama, suspense

Editado: 14.09.2025

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