Doblo con cuidado una camiseta y la dejo a un lado de la cama. Tomo unos accesorios y los acomodo en la mesita, intentando que todo quede en orden.
Estoy a punto de guardar los perfumes y las cremas cuando escucho un golpecito suave en la puerta.
Me doy media vuelta.
—¿Te falta mucho? ¿Algo más en lo que quieras que te ayude?
Ashton está apoyado en el marco. Su mirada tranquila y esa postura relajada me hacen sentir que todo lo que pasa en mi cabeza se desacelera un poco.
Respiro hondo y, sin pensarlo, tomo el perfume que tenía más cerca, casi como reflejo por haber girado a verlo.
—Un poco, pero no, gracias —digo, intentando sonar ligera—. Solo tengo la cabeza dando vueltas.
Camino hacia la cama, dejo la ropa sobre el colchón y sigo hablando.
—Estoy intentando que no se me quede nada importante. Faltan cosas por guardar y…
No termino la frase. Siento sus manos en mis hombros y me sobresalto un instante. Me giro para mirarlo.
Sonríe con una calma que desarma. Esa clase de sonrisa que hace que el torbellino en mi mente se disuelva poco a poco.
—No te preocupes en llevar demasiado. Allá tendrás todo lo que necesites. Solo carga lo que realmente no quieras dejar atrás.
Su mano se desliza con suavidad desde mi hombro hasta mi brazo, terminando en una caricia ligera que me eriza la piel. Se queda observándome un momento.
—¿Sabes algo?
Lo miro, confundida, con una sonrisa pequeña y nerviosa. Siento su respiración tan cerca de la mía que un escalofrío me recorre la espalda.
Niego con la cabeza.
—Estás muy guapa.
Me toma por sorpresa. No reacciono de inmediato, solo me quedo viéndolo.
Reparo en que estoy en shorts y una camiseta de tirantes de pijama. El cabello lo tengo enredado, apenas acomodado con los dedos. La cara seguramente refleja el cansancio de haber dormido casi nada por pensar en todo lo que se viene hoy.
Suelto una risa suave y llevo mi mano a su rostro.
Le acaricio la mejilla con ternura.
—Estoy hecha un desastre, Ashton — Sonrío un poco más amplio —Pero gracias.
Retiro la mano de su cara e intento girarme para seguir con lo que estaba organizando.
Él me detiene. En un movimiento rápido me toma de la cintura, impidiéndome apartarme.
Abro un poco los ojos, sorprendida. Levanto una ceja, entre curiosidad y desconcierto, mientras lo miro de frente.
Ashton se acerca un poco más, con esa sonrisa que ilumina su rostro, y me habla en un susurro tan bajo que apenas me roza el oído.
—No sabes cuán feliz me hace que vengas a Astreon conmigo.
Lo miro directo, intentando sostenerle la mirada.
—Y a mí me alegra eso —respondo con sinceridad—. Pero sí estoy un poco ansiosa.
Suelto un suspiro sin poder evitarlo y dejo escapar una media sonrisa que me sale nerviosa.
Él acorta la distancia entre nosotros, despacio. Su nariz roza la mía con suavidad y se queda quieto unos segundos. El corazón me late con fuerza y la respiración se me vuelve pesada.
Nuestros labios apenas llegan a tocarse. Cierro los ojos sin pensarlo. No avanza más; permanece así, disfrutando de cada reacción que consigue arrancarme.
Su mano, que reposa en mi cintura, se desliza poco a poco. Siento cómo se cuela bajo mi blusa con calma, y sus dedos acarician mi piel con delicadeza. Al instante, un cosquilleo me eriza y mi respiración se descontrola.
Ya no quiero esperar más. Llevo mi mano a su cuello, con la clara intención de atraerlo y terminar el beso.
Pero Ashton me detiene. Sus dedos se posan firmes en mi mentón, impidiendo que lo acerque.
Nuestros labios siguen rozándose. Él se humedece los suyos lentamente y con la punta de la lengua toca apenas los míos. Una sonrisa leve, casi juguetona, se dibuja en su rostro al notar mi respuesta.
Aparta su boca de la mía, pero no se aleja. Recorre mi rostro con calma y me deja un beso lento en la mejilla. Desde ahí avanza hasta mi oreja.
Siento su aliento tan cerca que la piel se me eriza incluso antes de escucharlo.
—Quiero que olvides todo… menos la forma en que te estoy haciendo temblar —susurra, y su respiración choca contra mi oído y mi cuello.
Un escalofrío me atraviesa la espalda. Ni siquiera me había dado cuenta de que estaba conteniendo el aire hasta que lo suelto de golpe.
Entonces pasa la lengua por el lóbulo de mi oreja y lo atrapa suavemente entre sus labios. Me muerdo el inferior, conteniendo el gemido que amenaza con escaparse.
De forma casi inconsciente apoyo mi mano en su nuca, dejando claro que no quiero que se aleje.
Él capta el gesto y vuelve a mi oído. Esta vez muerde el lóbulo con un poco más de fuerza, dejando ver un deseo contenido que me estremece.
Su mordida en el lóbulo todavía me late cuando lo siento bajar de nuevo por mi cuello. Me lame despacio, con una provocación calculada, y de pronto me muerde justo en la curva donde el cuello se une con el hombro. El gemido se me escapa entrecortado, imposible de contener.
Sus manos me sostienen firme de la cintura, pero un segundo después suben y me aprietan la espalda baja, pegándome más contra él. Siento su calor y la dureza de su cuerpo, y eso solo hace que mi respiración se vuelva un caos.
—Ashton… —murmuro entrecortada, pero él no responde con palabras.
Sus labios bajan hasta la parte alta de mi pecho, mordisqueando apenas, dejando una marca que arde y me estremece. Después la recorre con su lengua, como si quisiera borrar la huella que acaba de dejar. Su otra mano se desliza por mi muslo y aprieta con fuerza, subiendo despacio hasta quedar peligrosamente cerca de donde más lo necesito.
Me arqueo contra él, rogando que cruce ese límite, pero no lo hace. Se queda ahí, jugando con mi desesperación, presionando justo al borde.
Sube otra vez, recorriendo con besos húmedos mi clavícula. Siento su lengua dibujar un camino hasta llegar de nuevo a mis labios. No me da un beso suave, sino uno intenso, hambriento, que me roba el aire. Sus dientes atrapan mi labio inferior, tiran de él con fuerza y luego lo suelta con un mordisco que me enciende más.
Editado: 14.09.2025