꧁PRESENTE꧂
3 de septiembre 1967
Estoy agotada, siento como si mis piernas fueran a romperse en miles de pedacitos con cada paso que doy. Hoy a sido un día demasiado agotador. Bueno, en realidad todos los días lo son, pero hoy estaba tan cansada que sentí que mis responsabilidades se habían vuelto el triple de difíciles. Ojalá pudiera tomar por lo menos un día de descanso, pero claro, no puedo. Y si pudiera no me dejarían, no llevo mucho tiempo aquí como para estar pidiendo días libres.
Me dejo caer de espaldas en mi cama mientras miro el hermoso diseño que se encuentra en el techo de mí cuarto, justo sobre mí cama, es una flor. Ustedes dirán, "Leah, ¿Qué tiene de lindo un simple dibujo de una flor?" es que no es cualquier flor, es una flor de loto, mi favorita. Tiene un color y forma única. Múltiples pétalos abrazan el interior de la flor como si la estuvieran protegiendo de todo el mal del exterior. Alrededor de estos se pueden ver unas cuantas hojas que la sostienen con delicadeza para conservar estable la base de esta. Se vé como si la hubieran dejado recientemente en el lago porque aún se pueden apreciar los aros de agua a su alrededor, lo que le da un aspecto más delicado. A mi parecer, es realmente hermoso. Me gusta mucho verla, incluso hay un cuadro con la flor en el palacio. Siempre trato de pasar por allí con la excusa de limpiar pero en realidad solo voy para verla.
Pero la firma de la pintura se me hace demasiado familiar, me recuerda a la marca de agua del collar que tengo. Bueno, no es un collar como tal, es un anillo que tengo desde pequeña pero le puse una cadena y lo transformé en un collar ya que por mi trabajo podría perderlo o estropearlo. No me agrada la idea de perder el único recuerdo que tengo sobre mi infancia así que opté por transformarlo en un collar que oculto bajo el vestido de mi uniforme. Las preguntas sobre la firma siempre rondan por mi mente, pero supongo que solo es casualidad, ¿Tal vez el autor de esa pintura también hacía anillos? No lo sé.
Reuní fuerzas para levantarme y prepararme para dormir. Mañana será un día muy largo. El rey y la reina tienen visitas, El rey Ruari junto con la reina Laoise que vienen de algún país del occidente o algo así. No presté mucha atención a eso cuando me lo informaron. Estaba pensando en mi madre y mis hermanos. ¿Cómo estarán? ¿Estará siendo suficiente todo el dinero que les mando de mi salario? Los extraño mucho, llevo 7 meses con 23 días en el palacio. —Si, los tengo contados—. Me gustaría poder estar con ellos, pronto comenzarán con los exámenes finales, ¿Estarán estudiando ahora? ¿Les estará yendo bien en la escuela? Todas esas preocupaciones me quitan el sueño durante un buen rato, pero luego de auto-convencerme de que de seguro están bien y que no hay nada de que preocuparme, finalmente caigo rendida en un profundo sueño.
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El sonido de una alarma proveniente de un reloj antiguo que mi madre me dió antes de venir aquí me despierta recordándome que tengo que levantarme para seguir cumpliendo con mi deber. Con mucha pereza, me levanto medio adormilada de la cama para despertarme con una ducha helada. Al terminar me pongo mi uniforme y me dirijo a la cocina, en dónde me encuentro con la señora Miriam, la cocinera personal del palacio.
—Buenos días, Leah—. Dijo la señora Miriam con su sonrisa habitual cuando me ve entrar a la cocina. La señora Miriam es viuda y tiene una hija de aproximadamente 15 años. Lleva trabajando en el palacio desde que falleció su marido, hace 9 años. Por sus años de experiencia la designaron para que me enseñara todo lo que necesitaba saber para estar al tanto de las reglas y necesidades que estrictamente se debían cumplir en el palacio. Desde eso, nos volvimos muy cercanas, se volvió casi como una segunda figura materna para mi.
—Buenos días, Miriam—. Le devolví la sonrisa mientras recogía unos platos servidos de comida y los acomodaba meticulosamente en el carrito de alimentos. —Estoy tan agotada, ni tengo ganas de recibir a los reyes. Me gustaría poder quedarme en mi cama y dormir por 1 semana entera sin parar—. Me quejé frunciendo el labio mientras tomaba las tapas de los platos y se la ponía a su recipiente correspondiente.
—De esto se trata ganarse la vida, Leah—. Habló en un tono compadecido mientras lavaba unos platos y los secaba con un trapo para después dejarlos en su respectivo cajón. —Tienes que trabajar, trabajar y trabajar sin importar si estás enfermo o si estás cansado. Porque si dejas de trabajar, ¿Cómo conseguirás dinero? ¿Cómo vivirás?—. Dijo mientras volvía al lavadero.
—Tienes razón, tengo que esforzarme para conseguir dinero, nada es gratis—. Dije con un suspiro lastimero mientras miraba mi reflejo en una de las tapas de los platos.
Estuvimos un rato así, en silencio, sin decirnos nada la una a la otra y cada quien haciendo sus labores hasta que decidí compartir una de mis dudas con ella. —Oye, Miriam... ¿Recuerdas el cuadro de la flor de loto?
—¿El cuadro que vives admirando todos los días? Claro, es hermoso—. Giró la cabeza sobre su hombro para volver su mirada hacia mi con una sonrisa antes de volver a dirigir la mirada al lavabo para seguir en lo suyo. —¿Por qué lo preguntas, Cariño?—. Volvió a mirarme pero esta vez con un toque de curiosidad en su expresión.
—Es que, me parece muy curioso la firma de la pintura, es igual a la marca de agua de un anillo que tengo—. Saqué el collar de debajo de mi uniforme y se lo enseñé
Miriam se secó las manos con su delantal mientras se acercaba para ver el collar que le estaba mostrando. —Tienes razón, son idénticos, me suena de algo—. Noté como su expresión se fruncía levemente durante unos momentos por forzar su vista para notar las letras grabadas en interior del anillo "W.". —¿Cómo lo conseguiste? Esa es la firma que siempre trae el emblema real. Bueno, este anillo dice "L.W." y el emblema real solo lleva W pero fíjate en como está escrito, es la misma manera en que están firmados todos los cuadros.