El legado oculto de Leah

Capítulo VI

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Apenas y pude dormir, no sé por qué me sentía tan inquieta, tanto así que tuve que salir a dar una vuelta por el jardín para relajarme un poco. Cuando estaba por cruzar el pasillo principal para ir al jardín logré escuchar a dos personas hablando en voz baja, casi en susurros inaudibles. Dudé si volver a mi habitación o quedarme a escuchar pero la curiosidad me ganó. Estaba mal lo que estaba haciendo, si, pero no me pueden negar que ustedes tampoco se habrían quedado a escuchar a escondidas.

Me apoyé en la pared y me asomé un poco para ver de quién se trataba sin ser descubierta. Era el Rey hablando con un guardia, estaban de espaldas a mi. El soldado con el casco sujetándolo por un costado y el Rey de brazos cruzados hablando con seriedad.

—Necesito más información, ¿A esto te haz dedicado estás semanas? La última vez en menos de dos semanas habías logrado darme mucha más información y ahora apenas puedes contarme que habían llevado el anillo a una revisión, como si no lo hubiera sospechado ya desde antes. Más te vale que para mañana descubras el plan que está tramando esa estúpida niña, ¿Oíste?—. Exclamó el Rey con furia.

—Si señor—. Escuché al guardia murmurar.

—Ah, y cuida muy bien tus pasos, no quiero que te descubran. Si de casualidad me llego a enterar que alguien está comenzando a sospechar o que te descubrieron, estarás muerto—. Amenazó.

—Descuide, eso no ocurrirá, señor.

—Eso espero. Ahora, vete, quiero descansar.

—Si señor.

Escuché como el guardia se ponía su casco y caminaba en mi dirección. Corrí lo más rápido que pude a esconderme detrás de un pilar y por un segundo, juré haber hecho contacto visual con él y cuando creí que me habían atrapado o que vendría a ver si había alguien, se dió la vuelta y se fué. “Eso estuvo cerca...”  Dije para mis adentros.

Luego de unos minutos escondida y cuando creí que ya no había nadie cerca, volví a mi habitación. No iba a arriesgarme a que me atraparan por ahí a altas horas de la madrugada. Cuando me metí en la cama, al fin pude sentirme lo suficientemente cansada como para que el sueño me atrapara así quedándome dormida rápidamente.

 

꧁MIRIAM꧂

 

Cuando desperté, fuí con calma a prepararme para el día. Hice una lista mental como todos los días de las cosas que tendríamos que comprar con las otras cocineras.

• Zapallo
• Espárragos
• Cebolla 
• Tómate 
• Perejil
• Buscar el anillo de Leah
 

Cierto, el anillo de Leah...Tal vez podría ir luego de las compras con las cocineras... No me tomaría mucho tiempo, tal vez unos 10 minutos en ir y volver.

Cuando llegó la hora de ir con las cocineras, me aseguré de tener todo en orden, como siempre, para poder llegar a cocinar mientras las otras cocineras ordenan los alimentos en el almacén.

Nos demoramos poco más de hora y media en hacer todas las compras pero no me preocupó mucho ya que el camión de carga no demoraba mucho en llegar hasta el palacio. Pusimos todas las bolsas llenas de verduras en la parte trasera del camión y pasamos por el pueblo antes de ir al palacio.

—Óscar, ¿Podríamos detenernos un momento aquí? Necesito retirar algo, no tardaré demasiado—. Le dije al conductor.

—Claro, nosotros esperaremos aquí. Pero apresúrate, no sé si podría soportar estar ni "un momento" sin tí—. Bromeó con una de sus miradas coquetas.

Ignoré su comentario mientras bajaba del camión y entraba a la tienda de campaña que tenía en frente.

—¿Jeremiah? ¿Estás aquí?—. Exclamé buscandolo con la mirada mientras me adentraba en la tienda.

—¡Aquí estoy!—. Jeremiah apareció de debajo del mostrador con una de sus sonrisas divertidas mientras sujetaba una rata con una de sus manos.

—¡Dios mío, quita esa rata de mi vista!—. Exclamé asqueada

—Ah sí, lo siento—. Jeremiah pareció captar mi expresión asqueada y metió a la rata en una caja transparente con aserrín hasta la mitad más o menos.

—No entiendo como puedes tener una rata de mascota, es realmente asqueroso—. Exclamé mientras retrocedía cuando trató de abrazarme y saludarme de beso en la mejilla. —¡Al menos lávate las manos, Jeremiah!

—¡Que delicada!—. Bromeó. Fué al fregadero del baño y se lavó las manos con jabón antes de volver y saludarme como corresponde. —Hace un par de días que ya no venías, me tenías abandonado—. Dramatizó.

—Jeremiah, nos vimos el viernes por la tarde. Hoy es lunes.

—¡Pues igual! Es mucho tiempo.

—Si si, claro. ¿Por qué mejor no me cuentas como te fué con lo del anillo?

—Cierto, el anillo. Ya decía yo que por algo habías vuelto—. Abrió un cajón y sacó el anillo. Tomó una lupa muy gruesa y la puso sobre el anillo para señalarme detalles sobre su originalidad, como si supiera de eso. Luego, tomó un objeto pequeño y me mostró como atraía metales.

—Mira, haremos una prueba rápida. Esto es un imán, y si le pongo un metal, se unen, ¿Ves?—. A medida que hablaba, me mostraba como se pegaba el metal al imán. —Pero si le ponemos el anillo—. Posó el anillo sobre el imán pero este no lo atrajo. —Eso significa que es original, es oro real.

Casi me emocioné al imaginarme lo emocionada que estaría Leah. Diría algo así como “¡Esto es genial! ¡Igual que en los libros!”, pero la emoción me duró poco al pensar en lo que esto significaba. No tuve mucho tiempo para procesarlo todo antes de que Jeremiah me sacara de mi trance.

—Por cierto, ¿Por qué lo tienes? Esto claramente le pertenece a la realeza. Además, hace unos días vino el mismo Rey con este mismo anillo, también buscaba saber si el anillo era original o no.

—¿El rey?

Palidecí y sentí como el estómago se me revolvía.

—Si, el mismísimo Rey.

Cuando no obtuvo respuesta por mi parte volvió a hablar.

—¿Te sientes bien? Te ves muy pálida—. Su expresión cambió a una de confusión y preocupación.



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En el texto hay: hola

Editado: 23.06.2024

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