El legado Pendragon I: En busca de la Leyenda

Capítulo 9

Sentía la sangre de Kyle en mi mano, mientras apretaba su herida con una fuerza que no sabía que tenía. Abrí los ojos para mirarlo, pero las lágrimas no me dejaban.

Aún nadie se había acercado a nosotros y sólo se escuchaban murmullos, hasta que alguien dio varios pasos hacia mí para que me levantara, agarrándome del brazo. Al alzar la mirada vi a Eric con la preocupación en su rostro, pero aparté su mano con frustración.

-Siena, por favor. - negué con la cabeza sin separarme ni un centímetro de Kyle. No podía creer que ya no pudiera volver a hablar con él, no volvería a sonreír

Sentí de nuevo a Eric tomando mi brazo para alejarme de aquel lugar, pero yo no soltaba a Kyle. No quería mirar a otro lugar que no fuera su rostro, esperando que en algún momento volviera a abrir los ojos. 

Después de unos largos segundos comprendí que no podría hacer nada por él, que había muerto por mi culpa y yo había dudado de sus intenciones dejando que lo encerraran en aquella prisión. Nunca podría perdonármelo. 

En ese momento, todo a mí alrededor comenzó a parecerme cada vez más lejano, los susurros se volvieron silencio de un momento a otro mientras sentía algo de calor en la palma de mi mano, miré confusa cómo una leve luz blanca parpadea entre mi mano y el pecho de Kyle. Comencé a respirar con dificultad sin saber que estaba ocurriendo, pero algo me decía que no debía apartarme. 

La luz se disipó varios segundos más tarde y baje la mirada, podía notar mi cuerpo cansado y mis ojos se cerraban sin poder evitarlo. 

- ¿Siena? - esa voz sonó casi como un susurro, antes de que todo se volviera oscuro. 

 

"Aparté mis manos de los ojos lentamente mirando a mí alrededor, podía escuchar el rumor del viento entre las ramas de los árboles, y sentir el leve calor de los rayos de sol que se colaban entre las hojas. Sin moverme, presté suma atención a cada movimiento que se acontecían en cada rincón de aquel bosque. 

Al oír cómo alguien pisaba unas hojas secas tras de mí, me giré rápidamente observando un movimiento tras uno de los árboles. 

-Te he visto, no puedes esconderte. - dije con una leve sonrisa caminando hacia el árbol con precaución. 

Al llegar a él, me apresuré a rodearlo para ver quién se escondía. 

- ¡Te encontré! - grité ampliando mi sonrisa mientras veía al niño reírse, antes de salir corriendo. Corrí tras él hasta perderlo en una zona más frondosa. - No puedes esconderte para siempre Nic. 

Hacía tiempo que salía de los muros del reino para jugar con Nicholas, desde que lo conocí por casualidad. No tiene más de diez años, vive solo, y nunca me dijo que les había ocurrido a sus padres. Tampoco quería venir al pueblo conmigo, por lo que me encargaba de llevarle comida y ropa a menudo, y jugaba con él para que no se sintiera solo.

- ¿No deberías estar haciendo mejores cosas antes que jugar con éste pobre niño huérfano? - esa voz entre los árboles me heló la sangre y mi sonrisa desapareció en un segundo. -No estaría bien visto saber que la princesa abandona la seguridad de su reino para jugar al escondite, ¿no crees? 

Buscaba el lugar de donde venía la voz de ese asesino sin éxito y podía sentir la ira creciendo en mi interior al pensar que pudiera dañar a Nicholas. 

-Alistar, da la cara. - grité apretando mis puños con fuerza. 

-Cómo deseéis. - escuché antes de ver como aparecía ante mí, mientras agarraba el cabello del niño, que tenía lágrimas en los ojos. 

-Tranquilo Nic, no dejaré que te haga nada malo. - le dije con una sonrisa amable antes de mirar de reojo a Alistar. 

-No debes mentir a los niños, princesa. - la mirada negra del asesino se cruzó con la mía y pude vislumbrar sus intenciones, aunque siempre eran las mismas, pues la muerte se reflejaba en aquellos ojos. 

Llevaba mi brazalete, por lo que hice aparecer mi espada en mi mano y me coloqué en posición de ataque sin apartar la mirada de él. 

-Te lo diré de nuevo, sé buena chica y ven conmigo. Sabes que no sufrirás y acabará esta absurda guerra. - dijo Alistar agachándose hasta estar a la altura de Nicholas, acariciando su mejilla. 

-No lo toques. - di un paso hacia él alzando la espada. 

-Si quieres que lo deje ya sabes lo que tienes que hacer. Suelta el arma. - volvió a cruzar su mirada con la mía con seriedad, pero no bajé mi espada. -Entonces esto es culpa tuya. 

Antes de que pudiera reaccionar, hizo aparecer su espada, negra como el azabache, directamente atravesando el cuerpo del pequeño. Al ver como caía al suelo tras quitar de nuevo la espada, el corazón me dio un vuelco, y al mirar de nuevo a Alistar, desapareció en ese humo negro, antes de otorgarme esa sonrisa malévola. 

Dejé caer mi arma al suelo apresurándome sobre el cuerpo sin vida de Nicholas mientras las lágrimas bajaban sin control por mis mejillas. Intenté comprobar si seguía con vida, pero no supe qué hacer en aquel momento, sólo podía pensar que eso era culpa mía."

 

Abrí los ojos mientras me incorporaba viendo borroso el lugar donde me encontraba. Sentía mi corazón acelerado por aquel recuerdo y podía notar las lágrimas en mi rostro, mientras controlaba mi respiración poco a poco. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.