Separé mis manos de la esfera ante aquellos recuerdos, y miré a Aldair sorprendida.
- ¿Ha recordado algo que le inquieta? -Me preguntó con curiosidad.
- ¿No ha visto mis recuerdos como la última vez? -vi como negaba con la cabeza mientras se acercaba.
-Ese día, ambos queríamos saber que le había ocurrido el día que perdió sus recuerdos. Supuse que ahora no le gustaría que vieran sus recuerdos personales. -dijo el mago con tranquilidad, colocando sus manos a la espalda.
Asentí con la cabeza aún sin poder asimilar lo que había visto. Tenía una relación con Eric, de la cual no se podía enterar nadie. No tenía idea de quién podría saberlo, pero seguramente Aldair tampoco debía enterarse. ¿Lo sabría Hillary? ¿Y Kyle?
Al pensar en la forma en la que me había besado Eric me estremecí, preguntándome por qué no había podido recordar nada de él cuando me abrazó, al igual que me había pasado con Kyle.
No podía imaginar cómo debía de sentirse al ver que no podía recordarle, o como se habría sentido cuando nadie sabía dónde me encontraba. Muchas preguntas nuevas agolparon mi mente, sin poder encontrar respuestas claras.
- ¿Se encuentra bien? -La voz del mago me sacó de mis pensamientos, y lo miré asintiendo de nuevo con la cabeza.
-Si. Creo que sólo necesito un poco de aire. -dije llevando mi mano sobre mi frente.
El mago pasó su mano por mi espalda para dirigirse hasta la puerta por la que habíamos salido de su estudio la última vez, llegando a aquel maravilloso jardín.
Observé de nuevo las flores de diferentes colores, mecidas levemente por la brisa de la noche, percatándome de que algunas de ellas desprendían un leve brillo en la oscuridad. Aquella visión me relajó y me senté sobre un muro cercano.
-Creo que debería descansar un poco. Han pasado muchas cosas en estos últimos días. -negué ante las palabras del anciano antes de mirar al frente.
Sabía que, si regresaba a mi habitación, las preguntas que tenía aparecerían de nuevo en mi mente sin dejarme descansar. Lo que necesitaba era despejar la mente, pero no sabía a dónde ir.
Mientras pensaba, pude notar un movimiento frente a nosotros, acercándose en la oscuridad.
-Disculpad, he venido a buscar unas plantas. -Oí la voz dulce de Hillary mientras apartaba una capucha de su cabeza para poder verla. -Espero no interrumpir algo importante
Llevaba una especie de cesta de mimbre oscuro con varios botes de cristal y plantas.
-No se preocupe, la princesa sólo necesitaba tomar algo de aire. -dijo el mago mientras se alejaba de aquel jardín. -Si no requiere más mi presencia, debo hacer varias tareas. Si me disculpan. -inclinó su cabeza antes de dar media vuelta y desaparecer del todo en la oscuridad.
- ¿Ha ocurrido algo? -dijo Hillary mientras me miraba de reojo, sin dejar de recoger lo que necesitaba.
Dudé unos segundos antes de comenzar a hablar, pues no sabía si ella era consciente de la relación que tenía con su hermano, así que decidí no decir nada al respecto.
-Kyle está de nuevo en un juicio. Y no entiendo por qué no puedo estar presente. -Hillary sonrió ante mi comentario y se sentó junto a mí, dejando la cesta sobre su regazo.
-Solo los reyes pueden acudir a un juicio de caballeros de la mesa redonda. Aunque no lo eres formalmente debe haber una ceremonia, y lo más importante... -hizo una pausa algo larga mientras me miraba con detenimiento. -Excalibur. Si la espada no vuelve a aparecer ante el siguiente Pendragon, se pondría en duda la veracidad de tu estatus. –escuchaba a Hillary hablar con mucha tranquilidad, hasta que me miró percatándose de mi preocupación y colocó su mano sobre mi hombro. –Tranquila. Estoy segura de que, si Alistar no hubiera aparecido, la espada habría aparecido y todos tendríamos claro que eres la legítima reina.
Aún al escucharla, no pude sentirme tranquila. Seguía pensando que no pertenecía a aquel mundo, no era capaz de recordar a nadie, cuando todos allí sólo querían ayudarme.
Hillary me miró extrañada antes de levantarse inclinando su cabeza hacia delante frente a mí.
-Discúlpame si os he molestado, suelo hablar de más. -dijo con algo de tristeza en la voz. -Os dejaré volver dentro, tendrá cosas que hacer.
Al escuchar lo que decía miré a mi lado, observando aquel palacio imponente y, la verdad, no me apetecía volver a entrar. Desde que había llegado a este lugar sólo pasaban cosas malas a mí alrededor, quería poder encontrar la forma de despejarme, hacer algo que no fuera asumir una responsabilidad para la que no estoy preparada.
-Espera. -Me levanté para acercarme de nuevo a Hillary. -No tengo nada que hacer ahora... Podría ayudarte con lo que tengas que hacer. -Señalé la cesta con aquellos frascos y plantas sin saber muy bien para qué servía cada cosa.
-Por supuesto, vamos. -Hillary me sonrió con amabilidad antes de dar media vuelta para que la siguiera. -Uno de los caballos de los que se encarga Eric ha enfermado esta noche, y esto hará que mejore.
La seguí mientras escuchaba lo que decía. Al oír que estaba con Eric no pude evitar recordar lo que vi unos minutos atrás, y dudé unos segundos, pero seguí caminando junto a ella hasta que llegamos a los establos del castillo.
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Editado: 23.03.2024