El legado Pendragon I: En busca de la Leyenda

Capítulo 14

Gracias a los mapas que Aldair me había facilitado, podía ver con claridad la extensión del reino, así como lo que hay más allá. Era un mundo enormemente vasto. La zona norte estaba marcada con el nombre de Dinas Rhew, una zona cubierta por montañas de nieve con simbología de dragones volando sobre ellas, y bajo ella una zona con el nombre de Tir Niwtral, pero alguien había tachado la segunda parte del nombre y escribió sobre ella Neb. Al noroeste reconocí mi apellido, Teyrnas Pendragon, el reino donde me encontraba, y al sur de la ciudad Môr o Dywod, un enorme arenal. El este del mapa estaba completamente oscuro, montañas negras, volcanes, tierra muerta y un difícil acceso, todas las indicaciones de lo que había a su alrededor eran mares peligrosos. Tir Marw.  

En el momento en el que me reuní de nuevo con Eric y Hillary, nos aseguramos de reunir todo lo que teníamos antes de nuestra partida. Sabíamos que debíamos ser precavidos y verificar que no faltara nada importante, no sabíamos qué nos encontraríamos fuera, pues aunque Eric y Hillary siempre han vivido aquí, el último año se restringía cualquier salida de la protección del reino, por miedo a los secuaces de Alistar.

Kyle, con su experiencia estratégica como caballero, había marcado en mi mapa otro lugar por donde podríamos salir, cerca de una cueva escondida entre la maleza, mientras él se quedaría cerca, para comprobar que no nos siguiera nada ni nadie, o por si el general no consiguiera desalojar la sala de vigilancia del escudo, lo cual alertará a los guardias que vendrían en nuestra busca. En el momento en que se confirmara que estábamos fuera del reino, a salvo, y que no nos hubiera seguido nadie, comenzaría nuestro trayecto. 

El sol empezaba a ponerse, ya era la hora de comenzar a movilizarnos, y por última vez me separé de los hermanos para comenzar la primera parte del plan, avisar al señor Mackay para que ningún otro caballero estuviera vigilando las entradas y salidas del escudo, el tiempo suficiente para que nos diera tiempo de llegar a la frontera. 

Toqué la puerta con delicadeza, tres toques, volviendo a caminar hasta el fondo del pasillo, observando la puerta desde la lejanía. A los pocos segundos el general abrió la puerta, saliendo de la habitación como si no esperara a nadie. Me quedé escondida, como habíamos acordado horas antes. Sin moverme, durante los eternos diez minutos que tardó el general en conseguir que los caballeros salieran de aquella sala y comencé a escuchar el ruido del metal de sus armaduras chocando mientras andaban, escuchandolos cada vez más cerca, retrocedí un poco, escondiéndome aún más en la sombra cuando los vi pasando delante de mí. Una mujer y dos hombres con un porte increíble, fuertes y con la cabeza alta, hablando entre ellos. Faltaba uno. 

Cuando los tres caballeros se alejaron lo suficiente como para dejar de oír sus pesadas armaduras, me esforcé en intentar escuchar hacia la sala de vigilancia, esperando que saliera el último caballero, pero no escuché nada. En el momento en el que me decidí a asomar la cabeza hacia el pasillo por si lo veía, el estruendo de un golpe contra la puerta me hizo retroceder de nuevo. 

-¡Algo te estás trayendo entre manos y no pienso dejarlo pasar!- El guardia que faltaba salió gritando al general Mackay.- Todos nos hemos dado cuenta de que no estás en tus cabales desde hace mucho tiempo. No te queda mucho en el puesto, viejo. Aprovecha mientras puedas

Hervé lo miró con el ceño fruncido mientras se cruzaba de brazos, sin soltar una sola palabra, y tras varios segundo, el guardia se dio por intimidado y comenzó a retroceder mientras murmuraba unas palabras que no podía escuchar. En cuanto se dio la vuelta me aseguré de mantenerme quieta hasta que pasó por mi lado y volví a mirar al pasillo hasta cruzar la mirada de Hervé, que me hizo un gesto con la cabeza antes de entrar en la sala de nuevo. Esa era la señal. Desde ahora íbamos a contrarreloj hasta cruzar el escudo. 

Me apresuré en salir cuanto antes del castillo, sin llamar demasiado la atención hasta llegar a los establos donde me esperan los hermanos con todo listo para la partida. 

-¿Ya está despejado?- dijo Eric en cuanto me vio llegar.

Asentí con la cabeza y me acerqué a ellos, ayudé a colocar las bolsas que quedaban y, con una agilidad que me sorprendió a mí misma, me coloqué sobre uno de los caballos, seguida por Eric y Hillary, cada uno con una montura. 

-No tenemos mucho tiempo, seguidme.- en un segundo Eric adelantó su caballo frente a nosotras, y ambas lo seguimos, hasta saltar un pequeño muro que había tras el castillo, para llegar lo antes posible al punto marcado por Kyle. 

 

Tras casi diez minutos de trayecto a través del oscuro bosque, un destello inesperado nos sorprendió, un destello que hizo que nos detuviéramos unos segundos. Al mirar a mi espalda observé cómo el escudo comenzaba a destellar intensamente, no como lo hacía cuando le pasaba comida a Kyle, era verdad que me detectaría cuando saliera. Tras un par de segundos, el brillo cesó, y la oscuridad del bosque nos envolvió de nuevo. 

-Vamos, la cueva no queda lejos. -La voz de Eric hizo que volviera a mirar al frente para seguir avanzando. 

No podíamos separarnos los unos de los otros, porque a medida que nos alejamos de la ciudad, había más oscuridad, y en aquel bosque era muy fácil perderse. Era abrumante la frondosidad que poseía, y al igual que la ciudad, había mucho desnivel en el terreno, por lo que no podíamos ir demasiado deprisa. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.