Por un instante todo se volvió oscuro, pero hice acopio de todas mis fuerzas para liberarme del agarre de aquel anciano. Agarré sus muñecas con fuerza y me concentré en ellas hasta que sentí como el calor me recorría todo el cuerpo, concentrándose en mis manos, y tras pocos segundos el anciano saltó a un lado con un quejido de dolor. Tomé una bocanada de aire y comencé a toser, alejándome de él viendo sus manos quemadas.
-Siena. ¿Estás bien?- Hillary se acercó corriendo a mi con cara de preocupación a lo que yo asentí sin apartar la mirada de aquel hombre.
Junto a él se había arrodillado una chica que se veía bastante jóven, con el pelo castaño y las mismas orejas puntiagudas. Su piel se veía muy clara, casi translúcida y observé sus manos, de las cuales salía un destello blanco mientras sujetaba las manos del hombre que me había atacado segundos antes.
-¿Pero qué le pasa?- dije al ver cómo aquella chica estaba curando al anciano.- ¡Ha intentado matarme!
-Por favor, les pido disculpas en su nombre. Es un hombre mayor, no sabe lo que hace.- dijo aquella chica sin levantar la mirada hacia nosotras.
-Es ella Hipatia. Ella es la portadora de la llave.- dijo el anciano temblando, mirando a la chica con el ceño fruncido.- Ella tiene el poder de Dagda.- Solo al pronunciar esas palabras Hipatia nos miró con curiosidad durante varios segundos antes de dar un largo suspiro y sonreirle al anciano mientras lo ayudaba a levantarse.
-Tranquilo abuelo, yo me encargaré de esto.- nos miró un momento antes de dirigir al anciano hacia una puerta que había al fondo del local, y tras varios minutos en silencio, volvió a salir de la habitación cerrando la puerta tras ella.
Al verla ahora de pie frente a nosotras me percaté de lo alta y esbelta que era. la ropa que llevaba era muy ajustada, y su cabello largo caía despreocupado por sus hombros.
-¿Cómo ha sabido lo del collar?- dijo Hillary cerca de mi oído en un susurro, la chica nos miró e hice un gesto a mi compañera para que no dijera nada más.
-Nos vamos de aquí.- Sujeté el brazo de Hillary mientras retrocedía para salir de aquel lugar, hasta que Hipatia nos detuvo.
-Esperad, por favor.- dijo mientras alzaba las manos queriendo que entendiéramos que no iba a hacernos nada.- Sólo quiero saber qué os dijo.
Tardé unos segundos en comprender lo que había pasado en tan poco tiempo, iba a retroceder de nuevo, sin decir nada, cuando Hillary dio un paso hacia adelante.
-Ese anciano dijo que ella tenía algo que le pertenecía, que tenía una llave.- dijo mi amiga mirándola con atención.- Entonces fue cuando se abalanzó sobre ella.
-Eso es lo que me dijo hace un momento.- dijo la chica con un suspiro mientras sacudía la cabeza.- Es algo para lo que ha dedicado su vida, tanto él como su padre, y el suyo antes que él. Siempre acaba igual.- La chica vio en el suelo uno de los papeles que tenía en el momento en que el anciano me atacó y se agachó a recogerlo para entregármelo, pero se detuvo al ver lo que había en él.- ¿Tenéis pensado ir a las montañas heladas?- dijo con el ceño fruncido.- No podréis llegar muy lejos, aunque tengáis esta posición, no se puede cruzar el Bosque de Luz.- volvió a extender su brazo hacia mí y agarré el pedazo de papel que me ofrecía, y miré a Hillary de reojo ante sus últimas palabras.
-“El bosque brillante" .- dije en voz baja.- ¿Sabes qué lugar es ese?
-Es el lugar que os dije al que mi abuelo quiere acceder. Coedwig o Olau, Bosque de Luz.- dijo la chica encogiéndose de hombros.- Es el bosque que separa Tir Neb de Dinas Rhew. Todos lo conocen, pero cómo ya les dije, no se puede entrar.
Volví a mirar a Hillary dudando de si era o no una buena idea, pero me acerqué a la chica que teníamos delante con un profundo suspiro, pues ella tenía información que nosotras necesitamos.
-¿Te llamas Hipatia, no es así? Así te llamó el anciano.- dije cuando estuve a dos pasos de ella, a lo que ella asintió.
-Sí, me llamo Hipatia, y el anciano es Zorbas -dijo mirando de reojo la puerta donde había entrado con el anciano un par de minutos antes.- No creí que estuviera tan mal, o al menos no tan pronto.
-Hipatia, tu abuelo no está tan mal como dices.- dije al ver en su rostro una mirada llena de tristeza, a lo que ella me miró extrañada.- Él sabía que llevaba un collar, un collar muy importante para mí, que tiene un gran poder. Por eso es posible que Zorbas tuviera razón.
Hipatia me miró con los ojos muy abiertos durante varios segundos como si estuviera analizando lo que acababa de decirle y entonces miró en dirección a mi pecho. Por acto reflejo di un paso hacia atrás pensando que podría abalanzarse sobre mí, tal y como había hecho Zorbas.
-¿Puedo verlo?- dijo casi en un susurro, pero yo negué con la cabeza. No podía arriesgarme a que alguien robara mi collar.
Hipatia asintió con la cabeza y se dio la vuelta en dirección al mostrador y sacó la misma caja que había sacado el anciano, pero la dejó a un lado mientras buscaba otra cosa. Un libro. Un pequeño diario con la cubierta de cuero marrón y un desgastado cordel lo rodeaba para cerrarlo, con un simple lazo. Hipatia lo abrió buscando una página en concreto y al encontrarla, me lo enseñó. Me acerqué al libro que había colocado sobre el mostrador y pude ver un perfecto dibujo de la piedra de mi collar.
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Editado: 23.03.2024