El laboratorio de alquimia nunca antes había estado tan desordenado como lo estaba en estos momentos, donde Hipatia y Hillary comparaban los apuntes que ambas tenían sobre las plantas que había en el bosque brillante. La elfa tenía un enorme libro perteneciente a la familia que la había criado hacía ya varias generaciones, quienes hicieron todo tipo de pruebas y habían anotado todos sus descubrimientos creando así el mayor libro de herbología que Hillary había visto nunca. Ella por su parte solo contaba con su pequeña libreta con dibujos y descripciones de las pocas plantas que pudo ver en el trayecto hasta las tierras del norte. Estaba emocionada escuchando las explicaciones de la elfa sobre todo lo que sabían en Fasgadh acerca de todas esas plantas, y quería aprender todo lo que pudiera.
Casi no se había dado cuenta, pero habían pasado en el laboratorio toda la noche y gran parte de la mañana, y para entonces no habían visto ni la mitad de las páginas del libro.
—Al parecer esta flor es esencial para los mejunjes que ayudan a alergias cutáneas.— dijo Hipatia mientras Hillary escribía a toda prisa con su pluma.— Pero nunca bajo ninguna circunstancia se debe preparar usando sus hojas azules, sólo las moradas.
Hillary alzó la mirada para ver el dibujo del libro y se sorprendió al reconocer aquella planta en el bosque.
—Esa la vimos en el camino de vuelta.— buscó el dibujo que ella había hecho semanas atrás.— Recuerdo que era muy difícil diferenciar el color de las hojas, habría que tener buena iluminación cuando se prepare, así no habrá confusión.
Hipatia asintió levemente anotando las palabras de Hillary en su libro y volvió a mirar los apuntes de Hillary con el ceño fruncido.
—Esta planta no la reconozco.— dijo señalando la página de al lado.
—Esta fue la última planta que dibujé antes de llegar a la frontera con Dinas Rhew, era muy pequeña.— dijo girando el pequeño libro hacia su compañera para que pudiera verlo con claridad.— Al tocarla estaba fría, tal vez se adaptó a estar tan cerca de la zona gélida.
Hipatia comenzó a buscar en su libro alguna referencia a esa planta pero negó con la cabeza al no encontrar nada.
—Interesante. No hay nada.— Miró unos segundos a Hillary antes de continuar.— Es posible que en estos años en los que el bosque estuvo cerrado, las plantas siguieron creciendo y mutando. Habrá nuevas especies, con nuevas características y capacidades.
—Sí, tendríamos que volver para tomar más muestras y ampliar la información que tienes.— dijo Hillary con una amplia sonrisa.
—¿Tendríamos?— Hipatia la miró alzando una ceja y una sonrisa curiosa.— ¿Te refieres a tú y yo?
Las palabras de la elfa hicieron que Hillary se ruborizara y apartó la mirada algo avergonzada.
—Bueno… Yo…— Hillary comenzó a tartamudear sin saber por qué, pero sacudió la cabeza para ordenar sus pensamientos.— Lo digo porque a ambas nos gusta estudiar todo esto, yo quiero aprender más cosas y tú explicas muy bien.— dijo con rapidez.
—Ya veo.— Hipatia se inclinó sobre la mesa aún sonriendo mirando a la jóven con intensidad.— Me gusta la idea. Y es cierto, podría explicarte muchas cosas nuevas.
Hillary volvió a mirarla mientras su corazón se acelera y sin darse cuenta sus ojos comenzaron a recorrer el rostro de Hipatia con detenimiento, y entonces se dió cuenta de lo increíblemente hermosa que era. Su rostro pálido hace resaltar sus ojos marrones, que brillaban aún más con la luz del sol que se colaba por las ventanas.
En ese momento ambas se sobresaltaron al escuchar la puerta abrirse, y miraron en su dirección para ver a Eric entrando junto a dos doncellas trayendo consigo un carro con varias bandejas tapadas.
—No sé por qué me sorprende que aún estéis aquí encerradas. — dijo Eric recogiendo los platos sucios que había dejado con la cena aquella noche.— Deberías descansar un tiempo de tanto estudio. Además la reina me ha dicho que quería verte en un par de horas.— dijo Eric dirigiéndose a su hermana.
—Muchas gracias Eric.— Hipatia se levantó de su asiento después de guiñar un ojo a Hillary y se acercó a él para coger uno de los platos de comida.— Iré a comer a mi habitación. ¿Nos vemos después Hill?
—Claro.— La jóven aún estaba ruborizada, y no pudo ocultarlo a su hermano, que la miró alzando una ceja mientras Hipatia salía del laboratorio con una amplia sonrisa.
Las doncellas que habían llegado con Eric se inclinaron ante los hermanos antes de abandonar la habitación.
—Ven a comer algo.— Eric había preparado una de las mesas con dos pendejas de comida y acercó una silla para que su hermana se sentara junto a él.
—¿Sabes de qué quiere hablar la reina conmigo?— dijo la jóven antes de probar el primer bocado de comida.
—Algo relacionado con Kyle. Dijo que estuvo el día de ayer buscando información de algo en la biblioteca y quiere que le ayudes, ella ahora tiene cosas que tratar, y después se reunirá con vosotros.
—De acuerdo.— Hillary miró a su plato un par de segundos antes de volver a comer con algo de prisa.— Entonces debería irme cuanto antes.
Eric colocó su mano sobre el brazo de su hermana haciendo que se detuviera.
—No me fio de Kyle. Desde que regresó con Siena hay algo en él que no me gusta.— dijo con el ceño fruncido.