El legado Pendragon Ii: El renacer

Capítulo 5

Siena despertó con un zumbido confuso en sus oídos y la sensación de estar flotando en un sueño etéreo. Su mente tardó unos segundos en ajustarse a la realidad, y cuando lo hizo, un dolor punzante en su hombro le recordó el motivo de su desorientación. Recordó el río furioso, la caída y la flecha que yacía clavada en su piel.

Con precaución, abrió los ojos. La luz que se filtraba por una pequeña ventana circular iluminaba débilmente el camarote en el que se encontraba. Las paredes estaban revestidas de madera gastada por el tiempo, con vetas oscuras que contaban historias de navegaciones pasadas. El olor a salitre impregnaba el aire, mezclado con un leve aroma a madera antigua y especias exóticas.

Siena notó que yacía sobre una cama tosca pero confortable, cubierta por una manta áspera pero cálida. Junto a ella, en una mesa de madera gastada, había una jarra de agua fresca y un plato con algunos alimentos: pan duro, queso y frutas secas. Su estómago rugió con hambre y sed, y no dudó en satisfacer esas necesidades básicas.

Mientras comía y bebía, sus ojos exploraron el camarote con curiosidad. Había estantes repletos de libros, mapas enrollados y extraños artefactos marinos. Una lámpara de aceite colgaba del techo, proyectando sombras danzantes sobre las paredes. En un rincón, descansaba un baúl de madera tallada, cerrado con un candado oxidado.

Aunque el camarote era pequeño y estaba repleto de objetos, todo estaba dispuesto de manera ordenada, como si cada pieza tuviera su lugar asignado en aquel pequeño mundo flotante. Siena se preguntó quién había sido el responsable de su rescate y cuidado. ¿Acaso estaba en manos de algún bondadoso marinero o era prisionera también en este barco? Pero mientras en su mente se agolpaban las posibilidades, sus ojos se encontraron con su espada, colocada sobre una mesa cerca de la puerta. Su brillo bajo la luz de la lámpara hizo que algo en ella se llenara de esperanza. Algo que pensó que nunca volvería a ocurrir desde que había sido capturada.

El bamboleo suave del barco bajo sus pies la recordó que, por el momento, su prioridad era recuperarse y encontrar respuestas a sus preguntas. Con determinación, decidió explorar más allá del camarote y descubrir quién la había llevado hasta ese lugar.

Siena podía escuchar voces provenientes de varias personas que se encontraban en la cubierta principal, por lo que emergió del estrecho camarote con una mezcla de alivio y anticipación palpable en su rostro.

La fresca brisa marina jugueteaba con mechones sueltos de su cabello cobrizo mientras sus ojos se ajustaban a la suave luz del atardecer. Sus pies descalzos sintieron la rugosa madera de la cubierta bajo ellos, que crujió bajo su peso haciendo que las voces cesaran.

Siena se encontraba atónita al ver a la familia que la recibió en cubierta. Sus ojos se abrieron con incredulidad al contemplar sus rostros escamosos y sus afiladas garras. Había oído historias de criaturas así, pero siempre las había considerado leyendas del pasado.

Su silueta les hacía parecer humanos, pero su piel, tan resistente como la corteza de un árbol antiguo, está adornada con escamas iridiscentes que relucen bajo la luz del sol como gemas marinas. Los ojos de la familia, rasgados y de un profundo tono dorado, reflejan la astucia de los reptiles que habitan en las profundidades del océano.

Sin embargo, lo más impresionante, es su cola, majestuosa y poderosa, que ondea detrás de ellos con gracia y determinación, recordando la de los dragones legendarios.

El hombre, con una expresión serena y ojos brillantes como esmeraldas, se acercó a ella con gesto amable. Su voz era profunda y resonante cuando habló.

—Te damos la bienvenida a bordo. Soy Thorgar, capitán de este barco, y esta es mi esposa, Selena—dijo, señalando a la mujer que le acompañaba.—Y estos son nuestros hijos, Drak y Zara.

Siena miró a los niños, quienes la observaban con curiosidad y timidez. A pesar de su apariencia reptiliana, parecían inocentes y cariñosos, como cualquier otro niño.

Visten ropas que reflejan tanto su conexión con el mar como su aspecto único y especial. En sus trajes, combinan la funcionalidad de la vestimenta marinera con toques de elegancia y estilo propios de su linaje.

Para protegerse de los rigores del clima marino, llevan túnicas de tela resistente pero flexible, con tonos que evocan las profundidades del océano: azules profundos, verdes esmeralda y matices plateados como las escamas de los peces. Estas túnicas están adornadas con detalles que recuerdan a las criaturas marinas, como bordados de algas marinas o conchas incrustadas.

Además, utilizan capas de cuero y tela encerada para protegerse del viento y la lluvia, con cierres elaborados con conchas o pequeños trozos de coral que añaden un toque de belleza natural a su atuendo.

Llevan amuletos tallados en forma de olas o criaturas marinas, que cuelgan de sus cuellos o adornan sus cinturones. Sus zapatos son robustos y resistentes al agua, con suelas que les proporcionan un buen agarre en cubierta.

A pesar de su modesta apariencia, las ropas de la familia están imbuidas de historia y significado, reflejando su conexión con el mar y su identidad como marineros de corazón noble.

—Nos encontramos contigo cerca del estuario del río Murhud.— continuó Thorgar.—Vimos que estabas herida y decidimos ayudarte. No te preocupes, no tenemos intención de hacerte daño.



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En el texto hay: amor, magia, reina

Editado: 12.10.2024

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