Los días habían transcurrido con calma mientras Kyle y la reina recorrían ya el arduo desierto del sur. Muy lejos a sus espaldas quedaba el frondoso bosque que rodeaba el Reino Pendragon, y frente a ellos el eterno mar de arena que daba nombre a aquel reino olvidado.
Kyle, pretendiendo no faltar a su promesa, observaba todo lo que había a su alrededor con cautela, aunque no hubiera más que arena y dunas, era un territorio completamente desconocido para él, y tenía que estar preparado para cualquier cosa que pudiera ocurrir.
—Está muy callado, ¿no cree?— dijo Megan con una leve sonrisa sin dejar de mirar al frente.— Me gusta viajer en compañía de una buena conversación.
—Con todo mi respeto majestad, es mi obligación tener los cinco sentidos atentos a todo lo que ocurra para protegerla.—dijo Kyle con el rostro serio.
—Creeme, conozco muy bien estas tierras y no hay nada cerca que pueda hacernos daño.— Megan tiró levemente de las riendas de su caballo haciendo que se detuviera mientras hacía un gesto a Kyle para que hiciera lo mismo.— ¿Por qué no descansamos un poco? Los caballos deben estar sedientos, además dentro de poco anochecerá.
Kyle asintió con la cabeza, antes de bajar de su montura.
Como cada noche desde que abandonaron la ciudad, se resguardaban de la brisa nocturna bajo la protección de una tela, y se calentaban con unas pequeñas brazas encendidas, sin que llegara a arder, para no llamar la atención de algún enemigo que pudiera haber en el camino.
Cada noche, Kyle hacía guardia mientras Megan descansaba, o al menos lo intentaba.
—Otra vez no puedo dormir.—dijo ella mientras se sentaba junto al jóven con un profundo suspiro.—El desconocer por completo el paradero de mi hija es abrumador.
—La entiendo bien.—La voz de Kyle debía ser casi inaudible, pero el silencio del lugar era tal, que la reina lo escuchó alto y claro.
Megan lo miró durante varios segundos mientras él no apartaba la vista del horizonte, intentando descifrar sus pensamientos.
—Kyle, me gustaría decirte algo. Pero hablando como una madre y no como reina.—Él frunció el ceño y la miró algo confundido.—Nunca tendré vidas suficientes para agradecerte todo lo que has hecho por Siena. Desde que no érais más que niños, siempre procurabas que no le pasara nada malo. No te diste por vencido cuando nadie sabía dónde estaba, y no has dejado de luchar ni un segundo por volver a llevarla de vuelta. Para mí es un gran honor que formes parte de su vida. Muchas gracias por todo Kyle.
—No tiene que agradecerme nada, majestad.—dijo Kyle bajando la cabeza con seriedad.—Ella no habría desaparecido si me hubiera esforzado más por protegeros a los tres en aquel claro, vosotros no tendríais que haberos sacrificado por todos nosotros… Y nada de esto habría ocurrido.
Megan sonrió con dulzura e hizo que Kyle alzara la cabeza para mirarlo a los ojos.
—Todo en esta vida tiene una razón de ser, nunca lo olvides. Si las cosas ocurrieron así fue porque tenía que pasar. Los dioses no nos ponen obstáculos que no sepamos superar, y aunque encontremos la forma de sortearlo, el camino ya está descrito, y tras él estará el siguiente muro, y el siguiente y el siguiente, hasta que lleguemos al final. Pero es nuestra elección avanzar en el camino cueste lo que cueste, o darnos por vencidos.
Las palabras de Megan dejaron un largo silencio entre ambos, mientras Kyle recordaba todo lo que había tenido que hacer para llegar hasta Siena. Salir de la ciudad cuando estaba prohibido sabiendo que al hacerlo perdía su puesto como caballero de la mesa redonda, puesto por el cuál había estado esforzándose por conseguir desde el día que nació. Hacer un pacto con Alistar para que le dijera la información que tenía sobre ella. Dejarse marcar por su magia oscura y vagar por el mundo humano, el cuál era completamente nuevo para él. Pero entonces recordó el momento en el que volvió a ver a la mirada de Siena. Después de un año sin saber nada de ella, la vió subir a un escenario riendo, bailando y cantando, desprendiendo esa alegría que era natural en ella.
Recordó que quiso atravesar aquella plaza corriendo lo más rápido que sus pies se lo permitieran para abrazarla y no volver a separarse de ella nunca más.
Recordó que aceptó la sentencia de muerte tras su regreso al reino por haber hecho aquel pacto con Alistar, pero le daba igual, pues Siena volvía a estar en casa. Recordó todo lo que vivieron atravesando el bosque, la nieve, las montañas, y cómo lo único que le animaba a seguir adelante era ver su determinación y su valentía. Sabía que a cualquier parte que ella fuera, él la seguiría. Eso era lo único que él siempre ha tenido claro.
—Debes de quererla mucho.—dijo Megan sacando a Kyle de sus pensamientos.—Más incluso de lo que yo creía.
—He pasado toda mi vida junto a ella, es mi mejor amiga, por supuesto que la quiero mucho.—dijo él con una sonrisa en los labios.
—Eso lo sé, pero no era ese querer al que me refería.
La sonrisa de Kyle se desvaneció ante esas palabras y negó con la cabeza antes de responder.
—Kyle, eso es algo que no puedes ocultarme, soy una madre, y nosotras lo sabemos todo.—continuó Megan mientras Kyle carraspeaba desviando la mirada.
—Aunque eso fuera así, vuestra hija ya ha elegido a quién pertenece su corazón hace mucho tiempo, y no soy yo.