El legado Pendragon Ii: El renacer

Capítulo 10

La celda se cerró con un chasquido metálico. Ninguno de los tres se movió, solo observaron cómo el guardia se alejaba hasta que sus pasos se desvanecieron en la lejanía. Un silencio tenso quedó entre ellos, roto solo por la respiración contenida de Siena.

Sus manos temblaban, su mente luchaba por procesar lo que tenía frente a ella. Megan, su madre. Su madre, a quien había llorado, a quien había creído perdida para siempre. Y sin embargo, allí estaba, con la misma mirada cálida que recordaba, aunque más cansada, más endurecida por el tiempo y el sufrimiento.

La garganta de Siena se cerró, su cuerpo reaccionó antes que su mente y, sin pensarlo, corrió hacia Megan, lanzándose a sus brazos como si temiera que, si tardaba un segundo más, volvería a perderla.

Megan la recibió con un sollozo ahogado, envolviéndola con la fuerza de alguien que se aferra a su propia salvación.

—Siena… mi niña… mi niña —susurró contra su cabello, su voz rota, como si todavía no pudiera creer que era real.

El cuerpo de Siena se sacudía con cada respiración entrecortada, con su rostro escondido en el pecho de su madre. No podía hablar, las palabras no tenían sentido en ese momento. Solo podía sentir, dejarse llevar por ese calor familiar que tanto había anhelado.

Kyle, de pie a un lado, los miraba en silencio. Su semblante era serio, pero sus ojos brillaban con la emoción contenida de quien también había creído perdida a una parte de su familia.

Finalmente, Siena logró apartarse apenas lo suficiente para ver a su madre a los ojos.

—Tú… tú estabas muerta —su voz se quebró—. Te vi… En el claro, vi la piedra…

Megan tragó con dificultad y asintió, acariciando la mejilla de su hija con ternura.

—Lo sé, amor… yo también lo recuerdo.

Siena se estremeció.

—¿Cómo…?

Megan suspiró y la sostuvo con más fuerza, como si temiera que desapareciera.

—No sé cómo explicarlo, Siena. Tu padre y yo… morimos. Lo sabemos porque lo sentimos, porque vimos la oscuridad, porque sentimos cómo el tiempo nos abandonaba. Pero entonces, algo nos arrancó de ese vacío… y de repente, estábamos de vuelta. En aquel mismo claro donde nos sacrificamos.

Siena sintió un escalofrío recorrer su espalda.

—¿Cuándo fue eso?

—No lo sé con exactitud —Megan negó con la cabeza—. Pero cuando despertamos, no estábamos solos. Hillary estaba allí.

Siena abrió los ojos con sorpresa.

—¿Hillary…?

—Sí. —Megan esbozó una sonrisa débil—. Estaba igual de confundida que nosotros, pero… parecía saber algo que nosotros no.

Siena sintió su corazón latir con fuerza. Sus pensamientos viajaron de inmediato a la piedra que había entregado a Hillary antes de que Alistar se la llevara.

—"Una piedra para encontrar lo que buscas, otra para recuperar lo que perdiste."—Las palabras del Dios Dagda resonaron en su mente como un eco.Miró a su madre con los ojos empañados.—Fui yo… —susurró—. Esa piedra… Dagda me la dio.

Megan frunció el ceño con desconcierto.

—¿Dagda? ¿El dios Dagda?

Siena asintió, apenas encontrando su voz.

—Él me la entregó cuando devolví el corazón en el bosque. Me dijo esas palabras… No lo entendí en su momento, pero ahora… —Le tembló el labio—. Mamá… yo… Gracias a él estás de vuelta.

Megan la miró con incredulidad, pero al mismo tiempo con una comprensión silenciosa.

—Siena…

Siena dejó escapar una risa nerviosa y llena de emoción.

—No puedo creerlo… —De repente sintió que el peso de todo lo que había pasado la golpeaba de golpe. Sollozó, pero esta vez, no de tristeza, sino de alivio.

Megan la abrazó de nuevo, sintiendo la verdad en sus palabras, y Kyle finalmente se acercó, colocando una mano en el hombro de Siena con una leve sonrisa.

—Entonces… parece que el destino tiene planes más grandes para todos nosotros.

Siena dejó que sus lágrimas cayeran libremente. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que el mundo, con todas sus sombras y peligros, le había dado algo bueno.

Siena le dedicó a Kyle una mirada cargada de ternura antes de que su madre le hiciera un leve gesto para que se acercara a él. Sin dudarlo, Siena cruzó la distancia y se refugió en los brazos de Kyle, quien la estrechó con fuerza, como si temiera que pudiera desvanecerse en cualquier momento.

—Pensé que habías muerto… —murmuró él, su voz apenas un susurro ahogado por la emoción.

Siena no respondió, pero una leve sonrisa se dibujó en sus labios mientras seguía abrazándolo, dejando que el calor de su amigo la envolviera. Kyle, al notar su silencio, se apartó ligeramente para mirarla con atención, examinando su rostro, como si buscara en él alguna señal de lo que había sufrido.

—¿Qué te hicieron en Tir Marw? —preguntó con cautela.

El brillo en los ojos de Siena se apagó al instante. Su expresión se endureció, y con un leve movimiento de cabeza, dejó claro que no quería hablar de ello.



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En el texto hay: amor, magia, reina

Editado: 09.06.2025

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