"Tú puedes cambiar y moldear tu realidad. Después de todo, es tu vida". Esas fueron las palabras que me dijo una chica por la que cambié mi realidad. Con ella, me sentía extraño. Normalmente, yo vivo pensando de manera negativa sobre la vida, pero ella me enseñó que el cambio no siempre es malo.
Me dijo que el existir está sujeto al cambio y que no puedo vivir escondido de la vida. Ella no solo me enseñó eso, también me enseñó que incluso la sensación más placentera puede estar empapada de dolor, o que con el tiempo puede convertirse en un recuerdo doloroso.
Junto con eso, aprendí que incluso en los malos momentos se puede sonreír, y con el tiempo, solo son lecciones. Siempre solía esconderme de mi realidad con mis audífones, que la música sonara más fuerte que mis problemas. Pero al conocerla y pasar tiempo con ella, noté que la música no es un escondite, es una ayuda, es algo en lo que te puedes apoyar porque no puedes esconderte de tus problemas por siempre; en algún momento tienes que enfrentarlos.
Allí, la música puede ser tu apoyo, o puede ser como en mi caso, que mi apoyo fue ella. Siempre tuvo sus brazos abiertos, dispuesta a recibir mi dolor y debilidad para cambiarlas por cariño y valentía. Cambié mi soledad por su compañía y me incentivó a ver el potencial que tengo.
Me ayudó a hacer introspección, me guió de la mano por la vida. ¿Fui feliz? Sentí lo que llamamos amor. Dejé de lado todo mundo porque mi mundo era ella. Los días se sentían diferentes, viví su mundo, lo vi con un positivismo extremo. Creí que al fin había encontrado mi lugar en el mundo.
En sus brazos encontré el calor que ni mil personas pudieron darme. Me olvidé del frío. Su voz era la más grande melodía y sus ojos, mi universo. Me acostumbré tanto a eso que dejé de lado un gran detalle: ella siempre me dijo algo que olvidé, ella se iría.
Toda nuestra experiencia duró solo un año. Siempre estuvo puesto ese cronómetro de un año, algo que olvidé hasta que en ese octubre, en el aula de clases, ella me pidió que no me alejara, ese día porque podría ser de los últimos dónde pudiéramos estar juntos.
Todo el día, en ese momento, dejé su mundo para volver al mío. Noté que ella se iría, pero mi suerte me tendría preparado. Al otro día, me dijo que se quedaría, entonces volví a su mundo, al menos por medio mes más, porque ese 11 de noviembre, un día antes de mi cumpleaños, el último día de clases, ella estuvo demasiado callada.
Había peleado con su padre y, mientras tomaba mi mano, ella liberó esas palabras que destrozaron mi ilusión: "Lo siento mucho, mi querido Andrés, pero lo que siempre te dije es una realidad, me tendré que ir. No quiero que vuelvas a ser el mismo de antes de conocerme, eres mejor que antes, yo solo fui una guía, pero tú cambiaste por ti y todo lo que lograste fue por ti y lo hiciste tú, no yo".
En ese momento, no entendí lo que dijo, solo comencé a temblar y apreté su mano, queriendo que me dijera que era broma. Pero ese día, a la salida, cuando nos fuimos juntos, ella me dijo que debía ser fuerte, que debía guiar a otro así como ella a mí.
"...Justo cuando nos estábamos despidiendo, la abracé con todo mi ser, algo que no hago, pues no soy mucho de contacto físico, pero con ella era diferente. Me aferré a ella en un acto desesperado para que no se fuera, y en ese momento, ella soltó sus últimas palabras para mí mientras me acariciaba el cabello por última vez: «Se fuerte, más de lo que yo fui».
En ese momento, le supliqué que se quedara. Ella me vio con tristeza antes de darme un pequeño golpe en la cabeza, diciéndome de nuevo esas últimas palabras antes de que cada uno siguiera su camino.
Estuve devastado por bastante tiempo, solo vagué y vagué por la vida, llenando mi vacío con otras cosas, de vuelta en mi oscura realidad, atrapado en la melancolía. Pero mientras me hundía y pensaba en hacer lo peor, como una luz en mi mente, recordé sus lecciones y poco a poco fui construyendo mi propia realidad y mi propio ser con sus enseñanzas.
Después de todo, ella solo fue un empujón para que yo pudiera crecer, un capítulo más en mi vida, pero uno que será inolvidable. Está tatuado en mi alma, va más allá de lo que puedo comprender. Yo llevo una parte de ella, como ella se lleva una parte de mí.
Mientras construía mi realidad, poco a poco, sus palabras tuvieron más peso en mí. Las entendí, pues todo lo que había hecho con ella lo hice yo. Ella no, ella solo me guió. Yo solo usé esas enseñanzas para ser mejor. Pero con el tiempo, sus últimas palabras quedaron tan profundamente en mí que cada que siento que no puedo más, siento una calidez y siento su sombra abrazarme y susurrarme: «Se fuerte, más de lo que yo fui».
Y así he podido en cada momento difícil seguir, pues sé que no estoy solo. Antes, mi soledad solía ser diferente, no tenía forma, solo era un espacio en blanco. Pero ahora, mi soledad se moldeó a su imagen. Usualmente, la gente me juzga porque prefiero estar solo y en soledad, pero es que en mi soledad puedo verla a ella y sentir sus cálidos brazos otra vez. Además, puedo aprender más de mí en esa soledad que para mí ya no es la misma de antes.
Dice que cuando una persona solitaria conecta con otra persona, su vida cambia drásticamente, y estoy completamente de acuerdo con eso. Ella fue la experiencia más grande que he tenido en mi vida, aunque fue poco nuestro tiempo. Si ella lee esto, le quiero agradecer por todo y por haber estado para mí y haber invertido su tiempo en mí además de que quiero que sepas lo siguiente.
Hoy en día, ya no soy ese pequeño chico que conociste. Gracias a tus lecciones y tu partida, he crecido sano y cada vez más fuerte. Espero un día llegar a ser más fuerte de lo que tú fuiste, porque sé que ocultabas tu dolor ante mí solo para que no me preocupara. Sé que partir tampoco fue fácil para ti, y sé que te dolió más de lo que me mostraste nuestro adiós.
Eres muy fuerte, pero cumpliré tu última palabra y seré más fuerte que tú, no por ti ni por nuestro pasado, lo haré por mí y el futuro que me aguarda. Espero que el futuro que nos separó nos vuelva a unir más adelante, para que tú puedas ver que aún sigo creciendo por lo que nos dijimos, por mí, por lo que me enseñaste. No dejaré que esa enseñanza quede en vano.