Somos adictos al dolor.
Se consume mi existencia con cada minuto que pasa y no soy yo quien te hace feliz, miro las estrellas y les cuento en cada primer día de temporada; que puedas sonreír con todas tus fuerzas como lo hacías junto a mi, que nazca el deseo para uno de los dos de ser feliz hasta el ultimo instante. Cavé mi propio nicho aquellas noches en donde el dolor fue la fuente de mi alegría y miraba cada día si habías regresado.
Te veía tan feliz; que me sentía bien conmigo mismo al saber que otro te hizo sentir lo que mis manos y mis besos no lograron, la tendencia de compararte con lo inimaginable fue lo único que perduró para siempre. Amo escuchar las notas grabadas que aun conservo aquí en nuestra ultima conversación, y lloro al ver esa palabra con cinco letras que solíamos decirnos a diario, busco refugio en la meditación y solo siento tu olor, los campos primaverales traen el perfume de tu cuerpo al danzar.
Es inútil el imaginar que dejarías de ser feliz tan solo por volver aquel lugar del que te marchaste; muchos creyeron en tu pronto regreso yo sin mas sabía que nunca te habías marchado de la felicidad, solo que cambiaste de la persona que te producía las horas mas felices durante el día.
Dulce mariposa no naciste para estar enjaulada, y de vez en cuando a mi mente te veo llegar, contemplo como eran tus alas cuando juntos solíamos esperar la puesta de sol. No es un amor terminado para ambos, para ti apenas empieza, yo cultivé pasión por el dolor y fabriqué estanques en donde almacenaba cada recuerdo que tenía junto a ti.
Fui una vez mas a la fuente de los deseos y le pedí que antes de llorar por una perdida te permita reír por un nuevo amor que llega a tu vida.
No desearía ver los ojos color de miel llenos de melancolía y tristeza, desde lejos protejo aquellos sueños; con múltiples plegarias que le dedico al cielo pidiendo que nunca dejes escapar el amor de tu vida; y que como a mi; la felicidad no se te escape por la ventana.
Mis amigos me pregunta que si no pienso volver a ser feliz, ellos no comprenden que aunque me vean llorar soy feliz cuando otra persona la hace sonreír, que el cielo será mi testigo cuando decida ir detrás de algo que me rehuso a querer sentir. Las conversaciones nocturnas aclaran mas mis ideas; de una historia que tal vez resuena entre las casas del campo, de como trataría de escribir una primavera que creí que se volvería eterna.
Nadie creyó en el reencuentro de dos nubes que navegaban en sentidos opuestos, ahora soy adicto al dolor y le escribo poesía a la razón y el corazón, junto a alguien que considero el mejor. La fuerza del sol me hace querer vivir mas entre la densa oscuridad de la luna, mi vestimenta siempre preparada para los eventos improvisos pautados por una pequeña agenda y entre mis compañeros existen tantas preguntas; entre muchos me he vuelto amante de la melancolía, y no lo niego; si cultive un amor por el dolor, y ellos saben que para el trabajo ha sido lo mejor.
La esperanza de volver a verla está oculta en mi corazón, de querer tocar su pelo, de aquellos sueños que tenía diciéndote lo mucho que la quiero, canciones que le dedico al viento imaginando que estás presente, poesías y versos que quisiera recitarle a un amor que se perdió entre el sueño de querer volver a ser real, y unas horas imaginando que haría si a mi vida otra vez tu volvieras a llegar. Que hermoso es imaginar, dejar que vuelen las ideas que quizás junto a ella no se lleguen a cumplir, investigar el fuerte deseo oculto de querer volver a ser feliz.
Lo único que quedaba en mi mente eran imaginaciones de como serían mis días si su partida no hubiera sido tan pronta. Su llegada fue aquel Big Bang que le dio inicio a todo este universo dentro de mi; y si mi futuro estuviere escrito en alguna carta o pedazo de papel; desearía que iniciase pronunciando su nombre.
No me duele tanto su ausencia, lo que en verdad me duele; es que no supe aprovechar mas el tiempo cuando estuviste aquí conmigo, y creo que fue lo que selló este cólera que afectó para mi; lo que hoy significa el amor. Ver pasar frente a febrero una sonrisa que solía tener tallada en su rostro, y que ahora solo es un recuerdo, ironía de la vida es ver tu amor ser feliz al momento en que mira otros ojos que no son los tuyos.
Ya casi serrando este amor eterno, sostuve una ultima conversación con la razón a la plena luz de la luna, le explique;
-quiero que sea feliz, pero la amaba tanto como para no querer a nadie mas como lo hice con ella.
me explicó que para amar no era necesario tener sino mas bien sentir y que sin estar conmigo y era feliz ya era un motivo para sonreír, le dije tantas cosas, de como quería ser feliz y que sentía que solo conseguiría eso estando a su lado, me explicó que las situaciones de la vida demandan una acción y que en mi; la acción era marchar y dejar de recrear tanto en esas lagrimas talladas en mi rostro. Sin duda alguna confesé lo que había hecho y de como rechace algunas ofertas de amor que no llenarían el espacio que dejo su sonrisa ausente en mi corazón.
Se extendió hasta el punto en que decidí no olvidar, sino superar el dolor que había causado su ausencia y de como el tiempo traerá respuestas a todas las confusas preguntas. El amor me preguntó sobre mis sentimientos, en ese momento dije su nombre y se sonrojó su rostro. Pusimos fin aquella conversación mediante las frases que circulaban en mi memoria.
Tomé nota y empece a escribirle cartas a la luna y dejarlas justo a la puesta de sol; para ver como lentamente ella se acercaba a su punto mas alto y podía ver desde arriba que alguien amaba cada una de aquellas manías menguantes que en ella había. Amé el cielo nocturno a un punto de contar las estrellas y escribirles poemas a cada una de ellas y apreciar aquellas nubes que se le hizo tarde en el amor.