El León del Desierto [saga Vrej #3]

Capítulo 4

—¿Por que estas agitada? ¿Paso algo en el desayuno?—Marina se pone de pie y se apresura a mi lado, me mira de frente y luego da una vuelta por detrás.

—Mi vida es un caos —desato las cintas de mi sombrerito que estaban atadas a mi barbilla —Desafíe ni más ni menos que a un rey.

—¿De que hablas mi niña?

—Mi torpeza fue absoluta, no basto con equivocarme de barco, si no que no me subí a uno cualquiera, lo hice al de un rey déspota del Oriente, que si no lo acompañó a tomar los alimentos, seré arrojada por la borda para ser alimento de los peces —me deje caer en la cama.

—Mi niña, no puede ser cierto lo que dices, no creo sea capaz de tal atrocidad.

—Sin querer escuche, que llevan un cadáver en este barco —paso mi mano temblorosa por mi mejilla para quitar una lágrima —Debio desafiarlo.

—Adele —Marina me atrajo hacia su pecho y me abrazo —mi niña, debes tener cuidado y refrenar tu lengua, lo que me preocupa, es que este acostumbrado a hacer lo que él quiera con las mujeres y Dios... —la voz de Marina se quebró —Puede que estemos peor que con el hombre que tu padre eligió para ser tu esposo. No conozco a este rey déspota pero debe ser un viejo asqueroso, acostumbrado a seducir jovencitas.

—No es un viejo, es un hombre de buen parecido... de hecho se puede decir que es guapo.

—¿Guapo? —Marina me separa de ella y me mira a los ojos —¿Te gusta ese horrible hombre? No olvides que no dudara en echarte al mar.

—No te preocupes, está perdidamente enamorado de una Lady Rowena, escuché a su sirviente decir que la amaba con locura.

—Pero de igual manera, debes tener cuidado, los hombres son seres egoístas que no les importa nada.

Me pongo de pie y miro a Marina.

—¿Crees que una joven ingenua pueda despertar su interés? —sonreí llena de burla —En su cultura, tienen un harén de mujeres extremadamente bellas, enseñadas para satisfacer a su .... —Marina me miró alarmada.

—¡Adele! Ninguna señorita habla de esa manera, no hagas ese tipo de comentarios, frente a ese hombre horrible, puede pensar que eres una mujer de pensamientos ligeros y no respetarte, eres una señorita de la aristocracia.

Suspiro y me acuesto en mi cama, cierro los ojos y me pregunto una vez ¿qué es lo que quiero de la vida?

—Debes tener cuidado con ese horrible rey, si te hace una proposición indecente, no olvides que yo estaré contigo al fondo del mar.

—Marina, a las 2 servirán el almuerzo, leeré un poco, ve a descansar, luego me ayudas a prepararme.

—Esta bien —ella salió de mi camarote y yo solté un largo suspiro, mientras miraba el techo.

****
Mi mirada se posa en el hombre que está conversando con el capitán, lleva una túnica azul, bordada estaba segura con hilos de oro, los diseños de su túnica eran atractivos y llamativos y estaba segura que sólo la familia real podía usarlas para distinguir su estatus.

Su turbante era igual de llamativo pero a mi mente llegaron recuerdos de la primer noche en el barco, su cabello largo, negro como la noche, me había sorprendido, ya que no lo hacía ver femenino el largo de su cabello, al contrario, lo hacia ver bien masculino, atractivo, sentí mis mejillas arder y desviar la mirada hacia el salón elegante, enarco una ceja al ver un estandarte en la pared, estaba segura que era el de tío Albert, me acercó más y lo veo a detalle.

—Lo reconoce —sentí un cosquilleo en mi nuca al escuchar su voz ronca, detrás de mi.

—Me siento un poco confundida, que hace el estandarte de mi tío Albert en su barco.

Me giro para mirarlo y me quede sin aliento, ese hombre de cerca era bellísimo.

—Mi barco sufrió un accidente, así que su tío Albert me presto el suyo, llegando a mi país, el barco sera devuelto a su dueño.

—¿Es amigo de mi tío? —él asiente —¿conoce a mi tía Tshilaba?

En sus labios se dibuja una sonrisa, una que lo hacía ver muy atractivo, no se que rayos me estaba pasando, debía mantenerme alejada, ya que este hombre era un déspota.

—Si, igual a sus primos. La comida esta servida— me deje guiar hacia el comedor, sonreí al ver la variedad de alimentos, parecía que iban a alimentar a un ejercito.

El rey me ayudo a sentarme, los hombres que lo custodiaban, llevaron a alguien más, este se inclinó ante Ishaq y a mi no me miro.

—Su majestad, probare sus alimentos y su bebida.

Suspire y pensé que la labor de este hombre debía generarle mucha ansiedad, ya que si los alimentos estaban envenenados, él sería el primero en morir.

Cuando termino de probar todos los platillos y cerciorarse de que no caia en el suelo muerto. Procedimos a almorzar.

—¿Qué le parece la comida?—estaba probando un poco de langosta —El cocinero, le gusta saber si ha sido de mi agrado el platillo.

Dejo los cubiertos en mi plato, mientras lo miró alarmada.

—¿Si la comida no es de su agrado o de sus invitados, le corta la cabeza al cocinero?

Él soltó una carcajada, echó su cabeza hacia atrás, lo miré y pensé que era la primera vez que lo veía reír.

—¿Eso hace o los tira al mar?

El Malik dejo de reir, y me mira con una gran sonrisa.

—Si no me gusta el platillo, el cocinero, lo compensa con uno de mis comidas favoritas.

Suelto el aire.

—¿Está seguro?

—Si, no crea que soy tonto, si tiró por la borda a mi cocinera, moriremos de hambre, Qadir ni una tasa de té puede preparar y nadie más en este barco sabe cocinar. Así que no es opción la de tirarlo por la borda.

—Menos mal —sonrió.

El Malik me observa.

—Debo reconocer que sonriendo se ve más bella de lo que es —sus palabras, dichas con toda la normalidad del mundo, causaron que mis mejillas ardieron de vergüenza. Sé que debido a su cultura, él está acostumbrado a decir lo que piensa y yo no estoy acostumbrada a escuchar a un hombre tan directo.

—Gracias—murmuró mientras bebo un poco de agua.

—¿Que le pareció la comida?

—Está deliciosa, puede decirle a su cocinero —Asiente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.