La compañía y teniendo en cuenta que es una bodega no me ayuda en nada a tranquilizarme, pisar una sola grieta nos causa a mí y a CJ ataques de pánicos o gritos involuntarios, John es el único en haber cruzado por ese infierno en la tierra que no se vuelve loco. Nos ofrecen parar unos cuantos minutos a descansar, a la mitad del camino he generado más sudor del susto que en todo un mes libre de este tipo de tensiones, rechazamos sin dudarlo, entre menos tiempo duremos en este lugar será mucho mejor. Dar una vuelta me hace llorar, o gritar del miedo, o huir despavorido pensando que hay una trampa lista para matarme, es demasiado para mí, y ahora me siento como un idiota por aceptar ir por este camino y rechazar los descansos. Siento una desesperación indescriptible, una sombra podría matarme, ¿o no? Estamos en un laberinto, todo es posible, también hay criaturas sueltas por ahí listas para ser liberadas en cualquier momento, un ventilador podría caerme y matarme, o un estante podría derrumbarse y causarme una asfixia por falta de aire, o… No, Axel, tranquilízate, estás en una bodega de calcetines en buen estado, sí, todavía hay criaturas rondando por la ciudad, pero no están aquí, esta zona es segura. Me engaño a mí mismo, claro que no habrá una trampa al girar y no aparecerán polillas por montón de la ventilación. Por supuesto que no, todo está en mi imaginación, las bolsas selladas al vacío con calcetines no se moverán para dejar paso a una ametralladora, el suelo no se dividirá en dos y terminaré empalado, claro que no, no va a pasar. Mentirme me hace sentir peor de lo que me siento y estoy, no grito de desesperación con miedo de encontrar varios cuerpos de mis seres queridos o a John encadenado a pesar de estar a mi lado, no, no va a pasar. Es más, la puerta de salida enfrente de nosotros lleva a la calle “Henry Martin” y no a otra prueba más macabra con criaturas mortíferas que me partirían a la mitad si las hago enojar, este laberinto sí tiene una salida segura.
Salimos directo a la calle con un golpe fuerte a la puerta, con mi brazo izquierdo la mando a volar al puesto de estampas al otro lado de la calle y me alejo del grupo al bote de basura más cercano a sacar toda la comida, le siguen los escalofríos antes de ir desapareciendo esa tensión poco a poco. Flinn me da una barrita de cereal con chocolate para llenarme si esto sucedía, no por nada he evitado cualquier lugar parecido a un laberinto, la armería ha sido la excepción gracias a su perfecta iluminación y la gran personalidad de Shay llenando toda la habitación. Otra vez vuelvo a ver a esa criatura blanca volando por ahí, si vuelve a aparecer voy a informar a todos, ya me está preocupando sus apariciones.
— Oye, mira, sigue en cartelera la película de “La Veneno: El Legado de Cristina” todavía —oh, me acuerdo de cuando la fuimos a ver hace año y medio, solo aquí duró cinco meses de lo buena que es y en España rompió un montón de récords. John lloró toda la película y es improbable decir que nadie lloró, todos iban a verla con una caja de pañuelos—. Me consolaste cuando Cristina salió en la primera escena.
— ¿La primera o segunda vez que la vimos? Te encantó esa película.
— ¿Y a quién no? La historia es increíble e inspiradora.
— Lo sé, lo sé. También sé que estás intentando calmarme, haces que superar ese trauma sea cosa fácil. No digo que tu vida siempre haya sido fácil, tampoco no estoy siendo egoísta y plastificándote, me refiero a que siempre ayudas a los demás a encontrar una solución, no sé cómo lo haces, si tomara esa parte de tu vida causaría muchos desastres.
— Jamás pensé que fueras un egoísta, no puedo negar que influyo en las personas con las palabras, prefiero desahogarme con el entretenimiento con profundización y sacar todo. Quiero tomarlo todo como puede ser y no cómo es, lo poco que me afecta sucedió en esas instalaciones y en tu escuela, no quiero culparme por lo que pasó, no quiero porque ese no era yo, pero aun así lo hago cada vez que lo recuerdo.
— No tienes por qué culparte o disculparte, ese no eras tú, pude ver como luchabas para zafarte de su control —recuerdo amargamente ese día trágico, lleno de demasiados traumas como para querer recordarlo, no sabía lo que sucedía, nadie lo sabía si soy realista, impactó a todos, pero si tuviera que elegir los que casi nos lleva a la locura fue a John, Connor (que decidió alejarse de esta vida en la resistencia después de perder a Zain), Hannah y a mí. Yo ya pude superarlo a mi manera, Hannah sacó todo lo malo de haber sido raptada por su propio padre y escapar a la Ciudad Purificadora con el diseño de ropa, pero John ha sido un tema distinto, nosotros tomamos nuestras elecciones sabiendo lo que iba a pasar, John no corrió con la misma suerte, desde que despertó del coma RedCell se aprovechó de él, no pudo elegir y hacía lo que hacía en contra de su voluntad. La terapia no lo ha hecho superarlo, matar es algo que no se olvida, mucho menos cuando matas a alguien causando que una persona se derrumbe. Al verlo llorar después de librarse momentáneamente del control me hace llorar a mí también, no saber cómo decir la verdad oculta lo marcó de por vida—. Yo no te culpo, por eso no me gusta hablar sobre lo que RedCell me ha jodido, a ti te dañaron sin una razón, no te dejaron elegir en ningún momento.
— Sé que no me culpas, Hannah tampoco lo hace, yo sé que no lo hice por arruinar tu vida o por poder, yo…lo hacía y ya. Es un hueco que no creo poder llenar nunca por más que lo intente.
Y una vez más, la criatura gris pasa por el cielo acercándose cada vez más, logrando distinguir su forma humanoide, sin dudas es un humano infectado. John también lo ve surcando los cielos cual buitre volando encima de un cadáver, y esta vez fingir que es la primera vez que lo veo no me funciona, Flinn tiene razón.