Sigo esperando por una respuesta en el pasillo del ala médica, llevo dos brazaletes que anulan mis poderes en mi brazo izquierdo, insistí en que me encerraran por la seguridad de todos, soy peligroso, posiblemente maté a todos mis amigos y los que quedan están muertos o en otra parte del país. Mis tías querían que llevara el brazalete en todo el proceso de duelo, cuando les conté mi idea para protegerlas se negaron y estuve cinco horas seguidas en procesos para ver mis condiciones físicas y mentales, en la primera no hubo problema a excepción de la prótesis achicharrada que tardarán el resto de la semana en conseguir uno similar. En la mental terminé con dos psicólogos, Terry y uno nuevo que me asignarán más tarde, quieren que cada uno trabaje en aspectos diferentes, Terry con mis problemas de depresión y trastorno postraumático y el nuevo con mi falta de control y mi proceso de duelo. Solo accedieron a ponerme dos brazaletes para asegurarse.
Joe sigue jugando con sus amigos, le dijeron que estaba en revisiones y persuadió a mis tías de tener una pequeña conversación, que detectó en segundos que no era mi mejor momento y me cantó una canción antigua que se sabe de memoria, creo que se llamaba In This Life y era de una cantante popular de finales del siglo XX, cantar se le da muy bien a Joe, mi padre le ha de haber enseñado a cantar porque sabe entonar bien cada parte de la canción. Sin una prótesis, intento lanzar y atrapar una pelota roja con la mano izquierda, mi doctor me ha dicho que debería practicar más con esa mano, todavía me hace falta dominarla, puedo hacer acciones simples como tomar cosas y comer, pero escribir se ha vuelto un infierno, no por nada no he escrito ni una sola palabra en el libro que me regaló Hannah y que sigue al lado de mi cama.
Mis amigos siguen hospitalizados. Nos encontraron a todos inconscientes y nos llevaron al ala médica, desperté el día de ayer llorando y culpándome de todo, tengo más cosas con las que cargar de las que puedo, la presión es demasiada para mí y no puedo quejarme o darme un descanso, todos quieren que sea ese Axel Montgomery que derrota monstruos y escapa de RedCell y de sus trampas, no el Axel que no sabe quién es en realidad. Aman a una imagen de mí, jamás los he visto acercarse a mí o responder a mis saludos si no es después de regresar de una aventura suicida.
Mi tía Melanie aparece por los pasillos con una carpeta azul para mí, normalmente sería Rick quien traería órdenes o archivos que debo leer o firmar, pero la vida es cruel y ya no lo tengo a él a mi lado, pensar en él me hace llorar. Evito llorar para que Melanie no intente improvisar un discurso que a ella no le gusta hacer.
— Axel, sabía que estarías aquí. Estábamos discutiendo esto y decidimos que lo mejor es dejarte afuera de esto temporalmente —me entrega la carpeta con una orden de baja por motivos psicológicos, también creo que es lo correcto, ya estoy demasiado dañado para hacer más de lo que puedo—. Seguirás con tu entrenamiento, pero no saldrás de aquí hasta que todo esté mejor.
— Gracias, no creo poder continuar por ahora. Soy demasiado peligroso —mi tía pone los ojos en blanco mostrando frustración conmigo—. ¡Sí es cierto! Mandé a todos amigos al hospital, no dejo de meter la pata una y otra vez.
— Y has ayudado a varios, sin ti esta guerra la ganaría RedCell, hasta los más grandes cometen errores que llegan a costar vidas.
— ¿A qué precio? Muchos han muerto por mí o me han traicionado o jugado con mis sentimientos, ¡estoy poniendo en riesgo a todos por tener estos malditos poderes que ni quería desde un inicio!
— Tu pesimismo te sega de tus grandes heroicos, te engañas inventando errores y distorsionando la realidad. ¿Crees que Aarón Sanders quería joder tu vida? Ni siquiera está vivo o sabía de tu existencia —sé que la he hecho enojar, siempre evita decir insultos si yo estoy presente.
— No digo que él tenga la culpa, digo que… digo que mi vida parece un juego cruel, un juego para ver cómo sufro cada vez más, cada vez que me siento feliz y quiero que siga así pasa algo en mi vida y me hunde una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez.
— La vida no es fácil, no sabes cómo sufrí esperando a verte después de tantos años, sabiendo que cuando eso pasara estarías en riesgo. ¡La vida es injusta!
— Oh, eso justifica que la vida me haya jugado tan chueco, que siendo un bebé me pusieran un precio a mi cabeza, que mis padres me abandonaran sin resentimientos, que todos me menospreciaran y me trataran como si quisieran llevarme al suicidio… ¡Que pusieran a mi amigo en mi contra, que me hicieran creer que mi novia había sido asesinada, que me torturaran en un espectáculo macabro, que mi padre me pusiera en contra de mi amigo que mataron sin piedad para afectarme más! ¡Estoy harto de todo esto, desearía jamás haber tenido mis poderes, así todo el mundo no fuera un desastre!
— Queremos ayudarte porque eres una gran persona, y si quieres que deje de intentarlo lo haré —estamos llorando, ella me aclara que está harta de no tenerle nada bueno que contar. Tal vez sea imposible tratar de ayudarme, estoy demasiado roto y hundido para hacerlo.
— La mayoría han empezado a despertar, en unos minutos puedes visitarlos —un doctor, que salió de la sala donde están mis amigos y Hannah nos avisa que no los maté.
Me voy. Mi tía también se va.
He estado llorando por horas en mi habitación, soltando el poco dolor que no se queda en mí. Al mirar los brazaletes no hago más que odiar más en lo que se ha convertido mi vida, no tiene sentido que busque la felicidad estando seleccionado a una vida que no me permite ser feliz. Mi vida no sería lo mejor si jamás hubiera obtenido mis poderes, pero tendría opción, podría elegir que quiero hacer en vez de estar aquí, sabiendo que tendré que darlo todo por una guerra que lleva casi un siglo, y darlo todo significa que podría perderlo todo. Podría morir. No podría vivir con libertad, elegir mi propio destino. A largo plazo mis poderes se han convertido en mi mayor amenaza, en lo que me condenaron.