El Liberado

Cara a cara

Debería llorar o tratar de negociar, pero en vez de eso soy invadido por la ira. Todas las pantallas terminan hechas trizas. No quiero ver a los demás odiándome por lo que me he convertido ahora. Quisiera destruirlo ahora, soy un monstruo, todo el mundo me odiará y seré el nuevo enemigo, no creo que el antídoto me quite estas mutaciones, es imposible. Quisiera pensar que hay una solución, sobreviviré y gracias a la cura me iré curando poco a poco, RedCell habrá terminado en el olvido y yo teniendo una vida normal, lo único que quise; pero, claro, es solo un deseo, estoy condenado a ser el que lo pierda todo, al que lo ilusionan todo el tiempo para que el mundo se pueda reír en mi cara. Si salgo vivo de la batalla estaré condenado a ser el nuevo enemigo, una amenaza pública por ser diferente. Jamás seré libre.

Tengo que entrar a donde está sea maldito monstruo y matarlo, sé dónde está, en frente de mí hay una compuerta que con mis garras rompo en pedazos. Un túnel de vidrio está detrás, dejando ver a pocos soldados acercándose y la nieve cubriendo la parte superior del túnel, el edifico semi-circular debe estar detrás de esa puerta, que también rompo en pedazos. Un gran laboratorio de tres pisos se abre ante mí con su imponencia hay una plataforma de herradura que llega hasta los puentes y terminan en dos escaleras, están empapadas de sangre y aunque mis botas están hechas para ser usadas en donde sea siento que tropezaré y me romperé el cuello.

En el centro hay una enorme máquina y delante de está Sebastian me está esperando mirando directo a la pantalla que debe haber en esa máquina, no se parece en nada a él, pero sigue siendo ese espíritu macabro.

— Podemos ser aliados, Axel —me dice—. Somos los monstruos.

Se voltea y veo el resultado de esa inyección. Tiene alas huesudas como las de un murciélago que no ha usado y no las mueve bien. Se nota que hemos sido infectados con lo mismo, una costra negra y cristaliza se ha formado desde el puente de su nariz a todo el cuero cabelludo, que combinado con su cabello forma lo que se ve como rayos de luz oscuros saliendo de su cabeza, complementado por una serie de 3 crestas dobles, haciéndolo parecer que tiene una tétrica corona puesta. Toda su piel se ha vuelto gris y lo poco que resalta son aquellos apéndices más agrietados que se han movido a sus hombros y espalda.

— Jamás lo haré.

— ¿Sigues creyendo en ellos? —intenta hacerme dudar para quebrarme—. ¿Te maltrataron por años, te engañaron, te humillaron, te denigraron y quieres salvarlos?

— Tal vez no son perfectos, pero…

— Pero nada, son egoístas, no saben nada de sacrificios, de no ser por RedCell no seguiría nadie con vida, las bombas retrocedieron el cambio climático y no han hecho nada, los homicidios y la delincuencia son el ritmo de este mundo.

— Matarlos no es la solución —sí, tal vez mi vida no ha sido buena, ha sido lo contrario. Aun así, eso no justifica un genocidio.

— Oh, Axel Montgomery, siempre has sido tan blando, te has dejado llevar por esas fantasías inútiles.

— No son fantasías, es algo que no tienes, cordura —él sonríe y todo a nuestro alrededor comienza a cambiar—. ¡Mierda!

— Veamos si tus fantasías…

Todo el laboratorio de desintegra poco a poco, mostrando el salón principal del edificio de ahora-sí-un-buen-gobierno, al parecer se ha cambiado a tonos más azules y un enorme mural que pudo haber hecho el mismo Diego Rivera por el diseño y la representación de la ciudad Purificadora. Está vacío y sigue estando helado, ni el traje ni esta mutación me protegen del frio y más estando semi-expuesto. Es como si estuviera en ese edificio, pero al irme hacia atrás choco con un muro invisible, o no es real del todo o Sebastian me retiene para acorralarme y de una vez matarme

— Gracias por darme una dosis de lo que puedes hacer —¡El brazo! Se me había olvidado que tenía suficiente de esa sustancia azul para encontrar la solución a uno de sus problemas que ahora ha llenado... Él...

— Tiene poderes.

— Más de los que podrás imaginar… ¡y gracias al héroe al que tanto alaban, el más grande villano que aman odiar tiene lo que quiere!

— Ya tienes lo que necesitas, ¿seguir matando y torturando te dará más?

Sebastian vuela hacia mí con tanta gracia como una bailarina de ballet y extiende sus garras.

— Jamás es suficiente —me susurra en este silencio de ultratumba. Está loco y corrupto.

Le encajo mis garras en el abdomen y de una patada lo mando a volar, es obvio que hace algo mal y no son sus pésimos movimientos y su débil defensa.

— Fácil es obtener tanto poder y aún más corromperse —trata de levantarse de ese mural hecho pedazos y lo golpeo otra vez.

Otra vez cambiamos de locación, estamos en la zona cultural de la ciudad, específicamente fuera del antiguo museo histórico de la ciudad con columnas jónicas y un frontón con ángeles, obreros, artesanos y comerciantes sosteniendo un enorme pergamino con el nombre de la ciudad, ese frontón está exhibido en el pabellón del arte histórico, el nuevo es más alternativo como si el arquitecto viniera de Brasilia por lo alternativo y sofisticado que se ve. Sebastian no pierde el tiempo y me golpea, estrellándome contra una de las columnas, haciéndolas pedazos, e intenta asfixiarme.



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En el texto hay: armas biologicas, venganza, heroesyvillanos

Editado: 18.02.2023

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