El Libro de las Especies

13-Ave del Paraíso

Retrocedamos, al momento en el que Malquiur iba apenas en el avión camino a California.

 

“Mi querido Aurelius, cada día entiendo más lo que te motivo a actuar y porque estabas dispuesto a pagar un precio tan alto, los años pasan y el corazón de mi hijo está cada vez más frio, ahora es mi turno de tomar una decisión; buscare las piezas elementales y como solo un Malcon puede custodiarlas te las enviare, pero no he sabido de ti en muchos años, si no te localizo las entregare a tu hijo, confió en que el sacrificio que todos aceptamos te permitiera convertirlo en el mejor de tu estirpe.

Siempre tuya, Maebe Cristalys Allister”

 

-Disculpa…

 

Estaba repasando la carta dejada a su padre junto a los cuadros cuando una vocecita le saco de sus pensamientos, era una bonita pelirroja con un vestido recatado que no alcanzaba para ocultar sus curvas y el pelo atado en una larga cola de caballo.

 

-Perdón, ¿podría sentarme aquí?-el asiento a su lado estaba libre-la señora con la que comparto solo quiere hablar de sus gatos, me dan miedo los gatos.

-Adelante.

-¡Gracias!-se sentó, estaba algo abochornada-soy Juliet, Juliet Candle.

-Malquiur Malcon.

-¡Estamos muy alto!-exclamo, mirando por la ventana.

-¿Primera vez en un avión?

-¿Se me nota tanto?-se acomodo el cabello nerviosamente.

 

De Chicago a California son tres horas y media por aire, tiempo suficiente para que dos personas se conozcan a nivel básico.

 

Juliet era forense, tenia veinticinco y no se había tomado un día libre en cinco años, disfrutaba enormemente su trabajo, congeniaba mejor con los muertos que con los vivos, pero hacia unos días había recibido el cuerpo de un hombre desecado sin explicación aparente y fue como una señal de que le urgía un cambio de aires, California sonaba bien; a Malquiur le pareció encantadora, le conto de su oficio, que iba a visitar a su madre, pero decidió omitir lo que sabía del cuerpo desecado.

 

Al llegar a California Juliet le dio su número de teléfono y le dijo en qué hotel estaría, todo con un nervio que dejaba patente que nunca se había atrevido a tanto con un hombre, Malquiur prometió llamarla en la noche y pidió un taxi.

 

Su madre vivía en una casa muy elegante y algo apartada del bullicio de las playas, el padrastro de Malquiur era un hombre de negocios con suerte y nada les faltaba, al llegar lo vio primero a él, lavando su auto.

 

-¡Ethan!

-¡Malquiur!, ¡Ada no me dijo que vendrías!

-Porque no le avise, le daré una sorpresa.

-Está en la cocina, pasa.

 

Dejo todas sus maletas, menos la pequeña en la que llevaba los cuadros, en la sala y se acerco con cuidado a la cocina, su madre le había tenido a la prematura edad de catorce años, por lo que ahora tenía apenas treinta y seis, había sido rubia pero se tiño de negro, tenia ojos azules, el bronceado un poco disparejo y temperamento nervioso, por eso tuvo el tiendo de no aparecérsele hasta confirmar que no llevara nada en las manos.

 

-¡Maika!-le cayó a besos.

-Hola, mamá-siempre usaba el mismo perfuma, era la clase de detalles que le reconfortaban-es bueno verte.

-¿Quieres algo de beber?-saco la jarra de limonada de la nevera-¿Cómo te van las cosas?

-Excelentes, tengo una nueva asistente y creo que será permanente esta vez.

-¿Viniste a presentármela?

-No, vine solo-ella hizo un ruidillo indistinto-¿Qué?, ¿necesito una razón para visitar a mi madre de sorpresa?

-Esa es la cosa, de sorpresa, siempre llamas antes para que pueda poner las cosas que conoces.

-Ojala hubiéramos montado la agencia entre los dos-bromeo-pero si, tienes razón, necesito que hablemos de algo muy importante.

-¿Y de qué sería?

-Sobre…-le quito el vaso de la mano y lo puso en la mesa-es sobre mi padre.

-Maika-su rostro perdió ligeramente el color-¿Por qué?



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En el texto hay: especies sobrenaturales, detective, magia

Editado: 18.02.2019

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