El Libro de las Especies

27-Mientras Tanto en Chicago

Diez de la noche, en una colina de un parque cualquiera en Chicago, Lionel subió la cuesta y observo con alegría el cielo despejado y sin luna, pero la suya era una alegría aturdida y lunática, llevaba las últimas doce horas dominado por la fiebre del buscador.

 

Dos nuevos objetos se habían unido a su colección, la Capa del Odio y el Escudo del Buscador, los había buscado específicamente para enfrentarse al Holder de las Galaxias, un nombre que había mirado de soslayo en la lista de Almantt, así había podido adivinar los otros porque se exigía tenerlos para enfrentarlo, también se pedía la Espada del Rey Blanco, y para mayor poder Lionel llevaba las espadas gemelas, con la hoja inmaculada tallo un pentagrama en el suelo, clavo la espada en el centro mismo y dirigiendo la mirada a las alturas exclamo a todo pulmón.

 

-¡Desafío al Universo!

 

Los cielos se volvieron rojos, se formo una vorágine y de esta comenzaron a caer en picada cientos y cientos de monstruos armados con armas de todas las épocas, Lionel saco la espada del suelo y les encaro, tenía un brillo demente en la mirada.

 

-¡Hagamos esto, mi señor!-grito, lanzándose a la carga.

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A esas horas, en Estravaganza, la función concluía, a la feria le había ido muy bien durante la situación actual porque uno de sus caballos se había convertido en un pegaso y habían logrado capturar una acromantula pequeña a la que pusieron en una jaula y alimentaban bien para que le publico la observara, esa noche tuvieron casa llena con excelentes razones: El Maestro Grimm interpreto nuevamente su famosa danza de sombra y flama y fue una maravilla de ver, aun cuando la música tenía una calidad diferente al oírse como una grabación por altavoces en vez de un acordeón en vivo, Grimm dio el máximo en su espectáculo y recibió su merecida ovación de pie.

 

Mientras el público se retiraba y las luces iban apagándose, Divine fue a verle al camerino con su niño en brazos.

 

-¡Grimm!, ¡Estuviste increíble, amor!

-¿Increíble?-se detuvo al escuchar el tono de su voz-eso fue terrible, esto no dejaba de distraerme-saco el audífono en su oído, que había usado para oír la música de cerca-no entiendo a que le aplaudían, los pasos estaban todos mal.

-Pero si son los mismos de siempre-dijo con cautela.

-No, no, está mal, pero…no lo sé, siento que estoy olvidando algo.

-Tal vez solo debes acostumbrarle a la música.

-Tal vez, no se siente correcto, no entiendo porque Brumm tuvo que irse.

-¿Quién es Brumm?

-Brumm, mi músico.

-¿Te…te refieres a Felipe?-pregunto, angustiada.

 

Grimm levanto la vista y vio su reflejo en el espejo, parpadeo como saliendo de un trance, los ojos entreabiertos en su medallón se cerraron lentamente.

 

-Cariño… ¿te encuentras bien?

-…Si, lo siento, creo que me desoriente-sacudió la cabeza-perdóname, amor, no quería preocuparte.

-Está bien…

-Dámelo-cargo a su hijo, que dormía tranquilamente-Gritten, mi perfecto niño-se levanto y dio un beso a su esposa-nunca dejare de agradecerte por haber creado a este pequeño tesoro.

 

Divine suspiro, ese era su Grimm, ese era al que amaba, no al hombre irascible y exigente que la porfiria hacia surgir ocasionalmente, aunque aquello había resultado extraño, su enfermedad le agriaba el carácter pero jamás le había hecho confundir nombres o hablar de cosas que no parecía conocer de antes, esta nueva clase de episodios iban acompañados por el despertar del medallón, que abría sus ojos como si fuera una criatura viva espiando desde el cuello de Grimm, a ella le causaba temor pero él estaba fascinado y decía sentirse más cerca de su padre y sus raíces, solo por eso no se atrevía a sugerirle que quizás debía quitárselo.

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Miremos ahora en casa de Tiso y Tamer, dos de la mañana, un constante martilleo despertó a Tiso y gruño molesto, busco a Tamer como para darle una patada pero no estaba a su lado, gruño de nuevo, claro, por supuesto, ¿Quién más se ponía a martillear a las dos de la mañana un sábado?; se levanto de mala gata, Haida era una mole enorme acostada al pie de la cama, ajeno al alboroto, Tiso lo miro un momento y luego hizo a abrazarlo, constatando la impresión que tenia de que el perro, otra vez, había incrementado su tamaño.



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En el texto hay: especies sobrenaturales, detective, magia

Editado: 18.02.2019

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