El Libro de las Especies

29-Hermanas Sirenas

Se suponía que Angus pasaría por ellos para llevarles al aeropuerto como a las diez de la mañana, por eso les sorprendió tanto verle, o más bien oírle, un par de horas antes, llego por el sendero tocando el claxon como loco para hacerles salir.

 

-Esto ya se salió de control, Malquiur-le dijo-decidí venir temprano y lo escuche en la radio, están atacando un barco norteamericano.

-¿Arañas?

-¡Sirenas!, y un gigantesco calamar, eso dicen.

-¿Dijeron como se llama el barco?-pregunto Aredia, rogando por no escuchar lo inevitable.

-Black Deker, asentado en Chicago.

-¿Y dices que está pasando en este momento?

-Lo están reportando en vivo, escúchalo.

 

La señal de radio era fuerte, un reportero probablemente en helicóptero narraba como el calamar, casi del tamaño del buque, lo estaba trepando y rodeando con sus tentáculos al mismo tiempo que decenas, quizás cientos, de sirenas y tritones montados en hipocampos atacaba la nave con lanzas y, de algún modo, se defendían de la artillería enemiga, la escena parecía sacada de Hollywood.

 

-¡Nunca vamos a llegar allá a tiempo!-exclamo Aredia, aterrada por pensar en sus hermanos.

-No por medios convencionales… ¡Brother Moon!-el hipogrifo corrió a su encuentro, Malquiur le acaricio la cabeza-atravesaste el océano volando más rápido que cualquier avión, ¿repetirías la hazaña con nosotros a cuesta?

-¡Por favor!-suplico Aredia.

 

El hipogrifo corcoveo, como pensándoselo, y luego se inclino ante ellos, treparon enseguida, no se dejaba poner una silla pero Malquiur había aprendido a montarlo sujetando una zona precisa del cuello, claro que sería la primera vez que volarían, Aredia se abrazo con fuerza a su cintura y él llevaba el grimonio en un estuche que se había confeccionado para tenerlo siempre a la mano, se giro para ver a Maebe en el pórtico, con Agatha sosteniendo su silla.

 

-Que los vientos de Ummun sean generosos y los lleven raudos a casa-dijo.

-Gracias, por todo, estoy feliz de haberla conocido.

-No pierdan el tiempo-dijo, con una leve sonrisa-veré que se les envié su equipaje-Malquiur asintió.

-¡Adelante, Brother Moon!, ¡No nos dejes caer!

 

El hipogrifo echo a correr un trecho para tomar vuelo, extendió sus enormes alas y despego, Malquiur tuvo una sensación de vértigo en su estomago, como esa que da en un elevador, y tuvo que cerrar los ojos hasta sentir que se estabilizaban, cuando los abrió vio que estaban increíblemente alto, Brother Moon planeaba suavemente y solo golpeaba las alas en el momento justo para mantener altura y velocidad, sintió como Aredia casi le aplastaba el estomago con su agarre y tomo sus manos para que se calmara, no había caído en una de sus retahílas de pánico asique estaría bien.

 

-¡Llegaremos!-le grito, para hacerse oír sobre el silbido del viento-¡No te preocupes!

 

Claro, el viaje era lo de menos, la verdadera cuestión era que se suponía que iban a hacer cuando llegaran.

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Para la tripulación del Black Deker la mañana había comenzado tranquila, el barco estaba finalmente a punto y se les había llamado para embarcarse y regresar a sus labores, incluso se llamo a Clementine, ¿Por qué?, porque en un mundo patas arriba donde de pronto la magia era real quizás la loca que creía en las sirenas les sirviera de algo, eso sí, estaba allí en calidad de cadete castigado de manera que iba a pasar la mayor parte de su tiempo en el calabozo o bajo vigilancia, ella no se quejaba, deseaba estar en ese barco porque ahora más que nunca estaba convencida de que su hermana lo rondaba.

 

El ataque comenzó justo cuando la estaban sacando de su celda porque el capitán quería hacerle algunas preguntas antes de zarpar, iba a la mitad del puente cuando toda la nave vibro al ser golpeada de lado y todos los que no estaban agarrándose a algo se cayeron al suelo, ¿acaso les había pegado otro barco?, intentaban levantarse y reponerse de la confusión cuando algo paso zumbando por sobre sus cabezas y se clavo contra una de las baterías de artillería, una lanza increíblemente fuerte y afilada hecha de algún metal de color verde, y muy pronto fue seguida por muchas más, los marineros corrieron a guarecerse mientras la cubierta era acribillada; Clemente, desatendida durante el caos, consiguió llegar al borde de estribor y cuando el ataque se detuvo se asomo por encima, ¡Estaban rodeados de sirenas!, ¡Y tritones!, era todo un ejército de personas acuáticas, algunos cabalgando en hipocampos, llevando lanzas, tridentes, arcos y flechas, sintió que se le detenía el corazón al reconocer a su hermana, estaba en medio de todos, sosteniendo un tridente particularmente grande y ornamentado, tenía una cola plateada y su larguísimo cabello era una cortina rubia decorada con una corona de coral, estaba posada en algo blanco que sobresalía del agua y ni supo lo que era ni le importo, ¡estaba allí!, ¡Dawn estaba allí, había venido por ella!



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En el texto hay: especies sobrenaturales, detective, magia

Editado: 18.02.2019

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