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-Uno, dos, uno, dos, enfócate, la flama no puede apagarse.
Grimm estaba teniendo uno de esos sueños donde se revuelven los recuerdos con las preocupaciones; estaba ensayando la danza y su padre marcaba el ritmo con severidad, también estaba presente un tipo esbozado, de hombros anchos, tocando el acordeón, debía ser Brumm, el compositor de su singular melodía.
-Rápido, ¡más rápido!
Trato de obedecer, acelero sus pasos pero las piernas le dolían y en un mal movimiento cayo, su padre se acerco para ayudarle a levantarse, ojala no estuviera enfadado, de pronto sintió como le tomaban del cuello y lo hacían alzado y ya no era su padre, era el mismo vestido de rojo y con los ojos como dos ascuas encendidas, era el Wyrm.
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Despertó con un sobresalto y un quejido, Divine lo escucho y fue a revisarle.
-¿Una pesadilla?-acaricio su cabello con ternura.
-Esa en la que me estrangula.
-Quiero que se disculpe.
Ambos miraron hacia la lámpara en la mesa de noche, era una lámpara de aceite de esas antiguas, grande, abultada, lo suficiente para meterle dentro el medallón y sentado sobre este, cual espíritu del fuego, estaba el mismísimo Wyrm, o lo que de él quedaba, se levando e hizo una pequeña reverencia.
-“Lo siento mucho, cariño, te ves hermosa esta mañana”
-No le coquetees a mi esposa.
-Te traeré el desayudo-dijo Divine, besándole la mejilla.
Malquiur no era el único que había debido adaptarse a vivir bajo circunstancias extrañas los últimos meses, resulto que parte de la conciencia del Wyrm había sobrevivido dentro de la mente de Grimm pero no se enteraron hasta que encontró la forma de materializarse por medio de los fuegos vivos que Grimm guardaba en el medallón, al principio les asusto hasta que se dieron cuenta de que no era exactamente el mismo Wyrm, sabia quien era y seguía poseyendo un cumulo imposible de conocimientos pero su presencia se había reducido considerablemente y durante el tiempo que estuvo vagando en silencio dentro de la cabeza de Grimm llego a reflexionar y arrepentirse de sus acciones, en cierto modo se había aferrado a este con sus últimas fuerzas y en consecuencia su personalidad estaba mesclada, el “pequeño Wyrm”, como lo llamaba Divine en broma, era más amable, sentía empatía y un fuerte afecto por la familia, pero aun tenía sus cosas, aunque ya no pretendía apoderarse del cuerpo de nadie no dejaba de quejarse por la pérdida irremediable de su legado.
Divine le trajo un plato de avena, últimamente no podía comer nada solido, y luego trajo a Gritten, el niño les tenia preocupados, seguía siendo un derroche de buena salud y eso hizo especialmente alarmante cuando se resfrió por primera vez y al estornudar expelió pequeñas ascuas, desde entonces estaban muy pendientes de cualquier manifestación sobrenatural en él.
-¿Lo miras mientras voy a alimentar a los Slimes?
-¿No es ese mi único trabajo?
-Yo lo hago, amor, necesitas descansar.
-Divine…-como un método para prevenir sus bruscos cambios de humor había optado por jamás llevarle la contraria-de acuerdo, no tardes.
Gritten ya se sentaba derecho y era bastante calmado, podía pasarse horas mirando al Wyrm dentro de la lámpara, haciéndole gestos y ruidos, este lo apreciaba porque era el único ser humano que no parecía mirarle como a un potencial riesgo de incendio.
-“Te has vuelto conformista”
-No quiero discutir tan temprano contigo-dijo, buscando los cuatro diferentes medicamentos que debía tomar.
-No es temprano, pasan de las nueve, y tampoco busco discutir, pero he estado pensando en tu plan y me parece…”
-¿Conformista?
-“Entiendo lo que pretendes, usar los dos o tres años que te quedan de vida para mantener a tu familia como bien puedas”
-¿Dos o tres años?
-“He visto lo que la porfiria hace, cuatro años con suerte y el ultimo será el peor dependiendo de si aun puedes levantarte”-su reciente empatía no le daba para todo el rato-“no vivirás para que tu hijo guarde recuerdo de ti, a menos que hagamos algo”
Editado: 18.02.2019