Como ya supondrá nuestro público, Grimm le había contado a Aredia sobre el asunto de la sombra y la flama.
Tal y como esperaba la chica se mostro muy interesada en recibir un tipo nuevo de entrenamiento y casi acepto enseguida pero de pronto cambio de cara, dijo tener que consultarlo antes con su jefe y se fue.
Debido a eso, cuando vio a Malquiur cruzando la calle a paso decidido con Aredia a la zaga, tuvo la certeza de que venía a reclamarle.
-Necesito hablar con el Wyrm.
-Escucha, Malquiur-dijo, buscando adelantarse a la pelea-se que parece una mala idea pero si lo analizas detenidamente…
-¿Qué?
-¡Ay!-ambos voltearon a ver a Aredia-¡No, no venimos por eso!, ¡ni le he contado!
-¿Contarme qué?
-Luego le digo, no es cosa de cortarlo a usted cuando va tan encaminado.
-Si no se trata de eso-dijo el flameante ser, apareciendo detrás del hombro de Grimm-¿Qué es lo que quieres conmigo?
El Pequeño Wyrm y Malquiur no se llevaban muy bien, lógico, Malquiur había destruido la mayor parte de su ser original y aun le preocupaba que hubiera quedado lo suficiente para que volviera a ser una amenaza.
-Quisiera hacerte algunas preguntas, sobre Jhorad y Candela en la época que compartieron.
-Vaya, vaya, reconozco que había estado esperándolo.
-Y yo reconozco que he sido un torpe por no hacerlo antes, ¿podemos pasar?
Divine estaba regando a los Slimes y Grimm se había quedado cuidando de su hijo, que esos momentos tomaba una siesta vespertina, Malquiur se detuvo en el salón y miro en derredor como si pretendiese comprarlo.
-¡Ok!-exclamo, pero en baja voz para no despertar al niño-pongámonos en ello, ustedes allí-Grimm y Aredia se sentaron en el sofá frente a la mesita del centro-yo del otro lado, y el pequeño Wyrm sobre la mesa, si no es problema.
-¿Él está bien?-pregunto Grimm.
-Está en la zona-dijo Aredia, sacando su libreta de notas.
-No comprendo a que estamos jugando, hechicero-dijo el Wyrm, su grácil figura de fuego sobre la mesita-si deseas una historia la contare con gusto.
-No, no, nada de historias, eres como una fogata de cuentos andante.
-¿Disculpa?
-Digo que eres muy buen narrador, si solo me cuentas las cosas podría acabar predispuesto, no, necesito hechos, no relatos, asique te hare unas preguntas y tú me vas a contestar tan claramente como puedas, sin monólogos dramáticos, ¿de acuerdo?
-Se me hace conocida esta insolencia tuya, la daba por superada.
-Cálmate-pidió Grimm-si te enfadas vas a chamuscar la mesita y Divine se enfadara.
Eso le sosegó, tomo asiento sobre un tazón de caramelos.
-Muy bien, hechicero, me someteré a este interrogatorio.
-Comencemos por el inicio, anoche dijiste que los conociste cuando eran niños, ¿Qué edad tenían?
-Bien, lo de niños es una figura-aclaro-la infancia de un elfo dura un siglo pero vi a Jhorad convertirse en adolescente por lo que ya debía pasar de noventa, en cuanto a Candela, no tengo idea de cómo funciona su crecimiento, era más pequeña que él cuando llegue y más grande solo unos años después.
-¿Cómo era Jhorad?, ¿adivinabas en lo que se convertiría?
-Para nada, era un chico triste, marcado por la tragedia, pero gentil, le preocupaban muchísimo las criaturas pequeñas e indefensas, tenía una vena protectora que Nicolás apoyaba gustoso, una vez…
-Te dije que sin relatos-interrumpió-ahora háblame de Candela.
-…-se cruzo de brazos.
-¿Qué?
-Dijiste que sin relatos, tus pesquitas no irán a ninguna parte si no me permites hablar con libertad.
-Déjale ser, Malquiur-dijo Grimm-o van a estar aquí todo el día.
-Luego repasamos con las notas.
-De acuerdo…pero intenta no irte por las ramas demasiado-el Wyrm bajo del tazón e hizo su acostumbrada reverencia para comenzar.
Editado: 18.02.2019