El Libro de las Especies

60-Un Mundo Mágico

-¡Aredia!......... ¡Aredia!, ¿¡puedes oírme!?

-¡Todos, por aquí!

-¡Tengan cuidado al mover esas piedras!, ¡Podrían causar un derrumbe mayor!

-¡¡Aredia!!

 

-Malquiur…

 

-¡No dejen de cavar, vamos!

-¡Aredia, responde!

 

-Malquiur…aquí…aquí estoy…

 

Su voz era un susurro, estaba herida, muy débil y no iban a oírla, pero quizás oyeran al par de criaturas que piaban desesperadamente entre sus brazos, cuando la caverna colapso se lanzo sobre los huevos, desbaratando sus ya frágiles cascaras, pero los había salvado, dos bebes con alas y colitas de pluma, llorando y muy vivos, al menos por ahora.

 

-¡Silencio!... ¡Todos, cállense!, ¿lo escuchan?

-¿Qué es?

-¡Se oye más fuerte por aquí!

-¡Ayúdenme con esta roca!

 

Se acercaban, ahora no solo oía sus voces, oía como removían la tierra y las rocas, algo de polvo y guijarros pequeños les cayeron y se removió intentando que no les dieran a los bebes, de pronto sintió aire fresco, la impresión le hizo toser.

 

Y de pronto unos brazos la ayudaron a levantarse y sentarse debidamente, ya que se negaba a soltar a los bebes, los jalo consigo, estaba demasiado obnubilada para reconocer quienes estaban pero no tuvo ningún problema en identificar a la persona que les abrazo a los tres con fuerza y entre lagrimas le dijo esas palabras que durante tanto tiempo había esperado escuchar.

 

-Te amo, Aredia, te amo.

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Un mes después…

 

-¿Quieres que lleve las flores?

-Se van a maltratar, mejor las regalamos al pabellón de maternidad.

-¿Y el ornitorrinco de felpa?

-Ese nos lo llevamos.

 

Ese día le daban a Aredia la salida del hospital, la escasa magia elfica de Jhorad había evitado que se desangrara pero la herida en su pierna había ameritado que la internaran todo ese tiempo, aun tendría que usar un yeso algunas semanas, Malquiur iba reuniendo todos las cosas que le habían obsequiado sus amigos y familiares para llevarla a casa y ella no dejaba de mirarle, entre divertida e irritada.

 

-Bueno, ¿no vas a contarme?

-¿Qué cosa?

-¡La visita con el presidente!, no me puedo creer que fueras sin mí.

-Bueno…es el presidente, tampoco le podía decir que lo pospusiéramos.

-¿Cómo estuvo?

-Bastante bien, de hecho, acepto mis propuestas, crearemos una red de hechiceros para manejar los problemas mágicos hasta que el grimorio se estabilice.

-¿Y después?

-Tenemos al menos una década antes de tener que pensar en ello.

 

De debajo de la cama surgió una cabecita de cabello purpura, el bebe arpía pio y se abrazo a Aredia, Malquiur levanto la cobija para tomar a la otra, la de cabello pelirrojo.

 

-Ven aquí, pollita-la cargo-es una suerte que las arpías tengan proceso de impronta.

-Candela no lo sabía, creía que iban a comerme.

-En realidad nadie sabe nada sobre las arpías, ella fue la única desde el inicio-levanto en alto a la niña, haciéndola piar de contento-asique tenemos mucho que aprender de estos dos.

-Ya abría que nombrarlos.

-Se dé un nombre para ella, si no te molesta.

-¿Por qué me tendría que molestar?

-¿Sabes?, a pesar de todo-se sentó a su lado-Juliet Candle fue una de las personas más dulces y maravillosas que jamás conocí, me cuesta muchísimo creer que Candela solo fingiera ser de ese modo durante veinte años, quiero decir, esa bondad puede que estuviera siempre allí, enterrada bajo su perversidad y su locura, si solo una pequeña parte de eso era real y esta pequeña lo tiene…no sé si me explico.



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En el texto hay: especies sobrenaturales, detective, magia

Editado: 18.02.2019

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