Capítulo 31:Soy un grandisimo idiota
Lósif no habló; sabía que cuando había matado a los diversos esclavos y luchado contra el asesino de su familia, Erika estaba despierta y logró ver cómo la invocó y la curaba.
Lósif—No importa, movámonos ya, han pasado más de 30 minutos y tenemos que mantener el ritmo.
Erika asintió a las palabras dichas por el chico y no hizo ninguna pregunta al ver lo molesto que estaba el chico. Él quería regresar ahora mismo y ella lo detiene.
Ambos individuos avanzaron nuevamente a través del bosque hacia el reino de Tosiff.
Todo iba bien y con un largo tramo de avance y sólo parando para comer o beber, entre otras cosas básicas y seguir avanzando… Lósif observó que la noche había caído sobre sus cabezas y necesitaban un lugar donde dormir. Dormir al aire libre estaba bien y todo, pero muy peligroso por los diversos animales peligrosos y los mosquitos, además del maldito frío infernal que hace por la noche.
Lósif decidió avanzar un poco más y calculó mentalmente que en 50 minutos llegaron donde está la casa del árbol, por lo que podrían descansar en ese lugar a pesar de que llegaron de noche, sin ninguna luz más que la luna llena iluminando el camino.
Lósif escuchó los pequeños sonidos agitados de Erika y se giró a mirarla. Observó con cierto asombro como la niña intentaba seguir el ritmo de la comida; sabe bien que ella no quería detenerlo por su culpa y se esfuerza demasiado por él.
Lósif —Detengámonos aquí, quería ir un poco más allá para ir a una casa en el árbol donde podamos dormir protegidos por la noche, pero veo que eso no se va a lograr.
Erika está agitada por tanto caminar y sabe que es la que más comida y agua come, pero aún así se cansa antes que Lósif y sus pies, aunque son de gato, le duelen mucho porque solo está acostumbrada a correr rápido en espacios pequeños y no a caminatas largas a tiempo completo…
Erika—¡No! Puedo continuar hasta la casa de Lósif.
Lósif volvió a ver a la chica, agitada como el infierno, y su corazón se ablandó un poco demasiado al verla en ese estado lamentable. Cuando vio a esta chica por primera vez, le gustó mucho y se enamoró, pero ahora que la conoció mejor, quiere protegerla y hacerla dura con el mundo.
Lósif se acercó hasta quedar frente a frente con la agitada y cansada chica, viéndose a los ojos. Lósif pudo observar y sentir el aire caliente que salía de la boca de la chica morena. Los ojos color ámbar brillaban intensamente en esta noche y su cuerpo estaba oculto por la noche; solo eran visibles los hermosos ojos blancos y los colmillos.
Lósif suspiró un poco al ver tan bella belleza tan de cerca y olió un poco la fragancia caliente que salía de su boca.
Lósif —Descansaremos aquí y mañana nos dirigiremos a la casa, no te presiones demasiado. Recuerda que una dama bella y delicada debe relajarse.
Lósif habló con amabilidad en sus palabras para lograr un efecto más real y que la niña se calmara para poder descansar aquí esa noche y mañana continuar con este pequeño tramo restante.
Erika se sintió avergonzada al ver al muchacho caballero muy cerca de su rostro. Ella sabía que los besos se hacían de esa manera porque cuando ella salía a robar veía a parejas haciendo ese acto y al escuchar el modo amable del muchacho no soportó que se mostrara tímido. Acercó sus labios a los del muchacho más joven, logrando tomarla desprevenida y darle un beso boca a boca muy descuidado e inocente.
Ella felizmente observó la mirada de sorpresa en el ojo derecho del muchacho caballero y luego sintió una pequeña lengua tratando de lamer la suya y se sorprendió, pero no le desagradó esa extraña forma de besar; continuó avanzando el beso hasta perder el aliento y el rostro rojo de ambos individuos.
Lósif —Bueno, sigamos adelante entonces.
Erika—Sí, seguimos adelante.
Ambos continuaron avanzando por el tramo y, en dirección a la casa del árbol, solo la luz de la luna iluminaba las dos siluetas que caminaban por el oscuro bosque.
Lósif se detuvo de repente al ver la casa del árbol donde conoció a Hanao por primera vez de una manera extraña y divertida. Recordó que antes de venir aquí por primera vez estuvo en un entrenamiento completo de 10 horas y muy dolorido por todo eso.
Lósif se perdió en los recuerdos de lo vivido y fue sacado de sus pensamientos cuando escuchó hablar a Erika.
Erika—Oye Lósif, llegamos a la casa del árbol, pero huelo a alguien y el aroma es débil; parece que se nos adelantaron.
Lósif reaccionó rápidamente y se giró para mirar seriamente al semihumano.
Lósif—Ya veo, entonces avanzamos lenta y silenciosamente por cualquier cosa mala.
Erika asintió en confirmación de las palabras dichas por el caballero y ambos se agacharon para avanzar lentamente alrededor de la casa.
Lósif, con espada en mano, la levantó dispuesto a usarla de inmediato y pensó seriamente en comprar un caballo o algún animal para recorrer largas distancias; estaba gastando demasiado, pero solo tenía 95 cobres.
Lósif se percató que la puerta estaba abierta y sin ningún temor se dirigió directamente al lugar. Vio que el lugar estaba algo sucio con hojas esparcidas y polvo.
Lósif —parece que ya no hay nadie, durmamos encima o debajo de la mesa.
Erika—Debajo de la mesa dices, pero es extraño dormir así.
Lósif—Duerme sobre él y luego duérmete debajo de la mesa.
Lósif avanzó hasta donde estaba la mesa y la levantó con ambas manos, primero metiendo la espada en la vaina a la altura de su cintura y cargando la mesa. La colocó entre la puerta para que no se pudiera abrir desde afuera y chocar con la mesa.
Lósif —así me siento más seguro; si alguien quiere entrar a la mesa podrá frenar el avance y además despertarnos como una alarma.
Erika—Eso es muy genial e inteligente.
Lósif —Duerme, tengo sueño.
Ambos durmieron sin decir nada más y cayeron en un sueño profundo debido al cansancio.
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Editado: 03.12.2024