El Libro de Oro

LA SEGUNDA CARTA (PARTE 1)

Los disparos hacían eco en todo el edificio, los padres de Antonio, Clara, los tíos de Mónica y los papás de Marco se levantaron de sus camas como si de un trampolín se tratase, el miedo los invadió y se pusieron en marcha para observar que estaba pasando, se dieron cuenta inmediatamente que sus hijos no estaban en sus camas, pensaron lo peor en ese momento, y no estaban equivocados, todos los padres salieron inmediatamente de sus casas y vieron su peor miedo hacerse realidad, vieron bajar velozmente a sus hijos por las escaleras del edificio, y un hombre con un arma persiguiéndolos, la madre de Gerardo, ahogada en licor, tardó en reaccionar y ver lo que sucedía afuera de su departamento, al salir sintió el rose del viento provocado por una bala perdida procedente de Federico, la sensación provoco que la madre de Gerardo cayera al suelo, golpeando sus glúteos contra este mismo, la imagen siguiente en sus ojos de aquella señora fue el ver a si hijo correr junto con sus amigos y Federico con un arma tras de ellos, pero fiel a su personalidad irresponsable y nada empática, no le importo, cerrando su puerta y regresando a beber una botella más de licor.

Los padres de Marco, salieron inmediatamente tras su hijo junto con los demás padres, la pesadilla apenas empezaba, a la lejanía del piso 4 a la planta baja y la calle, vieron como un automóvil color negro, se estacionaba de forma abrupta enfrente de sus hijos y el cómo un hombre de pelo blanco y barba blanca salía por encima de este para accionar un arma muy poderosa en contra del agresor de sus hijos, la escena era increíble, el ruido de aquella arma era suficiente para despertar a toda la colonia, sus ojos quedaron incrédulos ante tal imagen.

No tardaron mucho para bajar todas las escaleras, pero, al llegar a la planta baja su sangre se helo por completo, el hombre trajeado que yacía muerto momentos antes se estaba poniendo de pie, claramente se veía como sus heridas comenzaban a sanar, los padres de los jóvenes quedaron perplejos, no sabían lo que estaba sucediendo, lo único que logro sacarlos de aquel trance fue el ver a sus hijos meterse a aquel coche e irse sin dejar rastro.

Federico al ver como su presa escapaba, se llenó de ira y furia, lanzando maldiciones al aire, al regresar la mirada hacia el edificio, se encuentra a una fila de padres lanzándole golpes con el puño cerrado, patadas, rasguños, las agresiones no acababan, sabía bien que era inmortal pero eso no evitaba sentir dolor inmenso al ser atacado, al ver una pequeña salida al mar de agresiones que recibía emprende carrera y logra salir de sus agresores.

Los padres estaban furiosos, tristes y preocupados, acaban de presenciar algo que ningún padre desearía nunca ver, el cómo sus hijos estaban en peligro mortal y verlos partir y no saber el lugar de destino de sus hijos, ¿los volverán a ver?, ¿se encontraran bien?, esas preguntas pasaban una y otra vez por sus cabezas, por ello Javier el padre de Clara, con un grito lleno de furia, se lanzó en contra de los demás padres, -¡todo esto es culpa de sus hijos!, ¡nunca debimos permitir que gente como ellos se juntara con nuestra hija!-, a lo que lo que el papá de Antonio, el señor Ramiro, contesto,-no empieces con estupideces Javier, es tu hija la que nunca pudiste controlar y mira ahora, a lo que ha arrastrado a todos nuestros hijos-.

Los gritos y las peleas se habían salido de control, los padres empezaron a golpearse entre ellos hasta que los tíos de Mónica interrumpieron la pelea con un grito alto y de fastidio, -¡BASTA!- Dijeron, todos quedaros callados y contemplaron a ambos tíos, al ver que tenían su atención Gretel, la tía de Mónica, comenzó a hablar, -¿creen que estas peleas resolverán esta situación?, los chicos niños acaban de irse en un coche de un perfecto desconocido, no sabemos ni dónde están, no sabemos si están bien, así que déjense de estupideces y hay que pensar como encontrar a los chicos-.

Mientras los padres discutían, Federico, el matón, fue directamente a con su compañero quien aún seguía en el departamento del difunto Don Lázaro, pues tenía poco tiempo de haber despertado después de aquel golpe recibido con un martillo, ­-¡Vámonos Méndez!, después de hoy el jefe no estará contento-.

-obvio que no Fede, ahora unos chiquillos estúpidos saben lo que buscamos-.

-no solo es eso Méndez, hubo alguien quien los ayudo-.

-¿Quién Fede?-.

-Santiago-, la cara de rabia y furia se hacía presente en la cara de Federico, -ese maldito imbécil y traidor fue quien los ayudo, apareció dentro de su automóvil y me disparo, eso les dio tiempo y los ayudo a escapar-.

Ambos matones agarraron sus teléfonos y presionaron una serie de botones para posteriormente, entre una ráfaga de viento con tintes dorados, desaparecieran del departamento.

La discusión de los padres de aquellos jóvenes iba tornándose cada vez más intensa, hasta que Ana, quien era la mamá de Antonio, habla casi gritando, -¡Cállense ya!-, todos quedaron atónitos ya que nunca en su vida, ni siquiera su mismo esposo, habían escuchado la habían escuchado tan enojada, -vayamos mejor a la policía, si seguimos aquí menos los vamos a encontrar, así que será mejor trabajar todos juntos e ir a la policía y pedir ayuda-. Sin pensarlos dos veces, los padres subieron a sus respectivos vehículos y emprendieron camino con dirección a una estación de policía cercana.

Una vez habiendo llegado a la estación de policía el mar de padres se hizo presente, todos pidiendo al mismo tiempo la misma atención, alguien que los ayudase a encontrar a sus hijos, en ese momento el comisario Raúl Márquez quien era un hombre de mediana edad, lentes cuadrados, barba abundante, piel morena, de una estatura aproximada a los 1.80 metros y complexión media, escucho el tumulto provocado por los padres de los chicos, rápidamente se acercó a la gente para saber que pasaba, era de esperarse que estuviera algo molesto ya que su turno en el trabajo estaba a minutos de terminar.



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En el texto hay: aventura, aventuras magia, los 4 elementos

Editado: 08.06.2020

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