El Libro de Oro

La Segunda Carta (Parte 2)

Los muchachos se sentaron en un sillón que estaba dentro del gran estudio, y con cara de incredulidad Santiago les comenta,-¿seguros quieren sentarse allí?, ese sillón también es un artefacto salido de un deseo del libro-.

-¿Qué acaso todo lo que hay aquí es deseo del libro?-, reclama Marco de manera sarcástica.

-te sorprenderías de la cantidad de cosas que hay en este lugar y no son un deseo cumplido- responde Santiago.

-¿y que hace este sillón?- pregunta Antonio.

-proyecta sueños y pensamientos, mientras una persona cuente alguna anécdota o un sueño a los que estén sentados en ese sillón, este se proyectara ante ustedes para que vean con imágenes claras la historia- responde Santiago.

En ese momento los cinco jóvenes se miraron los unos a los otros y con un gesto de afirmación rectificaron el seguir sentados en aquel sillón, el cual era de un color carmín similar a las llamas del fuego, un quetzal sobresalía en los adornos de cada brazo del sillón y de tonalidades doradas se veía un dibujo, en el respaldo, similar a una pirámide prehispánica, además de ser lo suficientemente grane para que los cinco jóvenes se sentaran juntos, una vez sentados y decididos a escuchar la historia, Santiago comenzó a hablar y justo cuando comenzó a contar su historia, el sillón comenzó a iluminarse en un tono dorado intenso, conforme iba avanzando el principio de la historia imágenes ante los cinco jóvenes comenzaron a hacerse presente ante sus ojos.

-mucho antes de que ustedes nacieran, mi hermano y yo siempre buscamos por todos los rincones del país el libro de oro y conforme pasaron los años más gente se nos fue uniendo, entre ellos estaba una mujer con sus hermanos, aquella mujer era bellísima, poseía una cara angelical, cabellos castaños, piel morena y sonrisa sin igual, se llamaba Angélica, era una aventurera igual que mi hermano y yo, compartía cierto gusto por las leyendas y mitos del país sobre todo los que involucraban objetos mágicos, fue mi mejor amiga, de sus tres hermanos se encontraba uno en especial que era tan increíblemente noble como Angélica, un hombre grande, tan grande que le apodamos “Grizzli” como los osos ya que era tan grande como ellos pero a la vez noble y protector como un oso de peluche, no podías dejarte engañar por la voz tan gruesa y fuerte que tenia ya que sus palabras y su alma solo había espacio para la humildad y el amor, pero como en toda familia existían aquellos que no compartían la misma carisma y humildad que sus otros hermanos, Federico y Leonel Méndez, hermanos de Angélica y “Grizzli”, no eran más que solo dos hombres insignificantes que se dedicaban más a la vagancia, los vicios y la estafa, maestros en el arte del engaño, pero nada peligrosos ya que el cariño a sus hermanos era más grande que su avaricia y ambición de poder, en el tiempo que estuvimos juntos como equipo fueron de mucha ayuda consiguiendo a manera de engaños y jugarretas artilugios esenciales para nuestras investigaciones y expediciones, éramos un gran equipo, éramos una familia, pasaron los años y nos acoplamos tan bien los unos a los otros que no había objeto mágico que no pudiésemos encontrar, hasta que encontramos la pista faltante en la investigación máxima que llevábamos años realizando, la búsqueda del Libro de Oro-.

-espera un momento ósea que esos dos tipos son hermanos de tu cuñada-, comento German a lo que Santiago solo respondió con un simple gesto de afirmación para después continuar con el relato.

-realizamos la búsqueda del Libro de Oro, para ese entonces Angélica y mi hermano ya habían formalizado su unión dando como fruto a su único hijo a quien le pondrían de nombre Ángel, este pequeño creció amando cada viaje que realizamos, amando la magia y amando a su familia, parecía todo ir perfectamente pero no todo fue miel caída del cielo-. Mientras Santiago hablaba las imágenes de la historia comenzaron a volverse oscuras y turbias dando a notar que lo que venía no era nada bueno.

-Llego el momento en el cual tuvimos todas las pistas para poder encontrar el libro de oro y las seguimos hasta encontrar la pirámide de la leyenda, la gran pirámide dorada, era inmensa, brillaba con la intensidad de un sol. Al llegar a la pirámide y entrar nos dimos cuenta que no sería una misión fácil ya que dentro de la pirámide había miles de pasillos los cuales conducían a otros cientos de cuartos, obviamente con trampas en cada uno de ellos para resguardar al libro de oro-.

Los cinco jóvenes quedaron maravillados al ver la joya arquitectónica que era la pirámide dorada, una pirámide similar a la pirámide del sol de Teotihuacán pero hecha totalmente de oro, el detalle artístico de aquella pirámide era maravilloso, cada piedra estaba grabada con dibujos referentes a los cuatro elementos también había dibujos referentes al gran libro de oro, pero lo más representativo de la pirámide era que cada dibujo de la piedra era parte de uno más grande, el dibujo de un gran quetzal con sus alas abiertas para emprender vuelo, era maravilloso, único y bellísimo.

-exploramos casi todas las habitaciones de la pirámide, en ellas encontramos muchos peligros y estuvimos a punto de morir en muchas de ellas, pero en otras habitaciones encontramos cosas casi tan valiosas como el libro mismo. Repartidos en cinco habitaciones encontramos “las reliquias de los elementos”, los objetos mágicos provenientes de los maestros que protegieron el libro durante la conquista-.

La imagen de las reliquias se hizo presente en la narración y eran tal cual como los jóvenes se las habían imaginado hace mucho tiempo, su rostro de cada uno de ellos vislumbraba emoción desbordante, tanta fue la felicidad que Mario por poco suelta un grito de victoria al ver la imagen de los objetos mágicos.



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En el texto hay: aventura, aventuras magia, los 4 elementos

Editado: 08.06.2020

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