Toda la clase estaba en una habitación blanca i vacía, había 25 alumnos más la tutora.
—¿Donde…donde estoy…? ¿Chicas?—Se extrañó la Paula R.
—¿¡Otra vez?! ¿Qué pasa ahora?—dijo la Marta O.
—Pensaba que ya no iríamos a ese lugar nunca más—dijo Mónica.
—¿Tu bisabuelo no lo había deshecho? —preguntó la Marta V.
—Yo también lo pensaba, pero… volvemos a estar aquí…
—Estamos en la misma habitación blanca que entramos la primera vez—dijo la Marina. —Al menos tenemos nuestros recuerdos.
—Yo no me relajaría todavía, mirad ahí arriba—señaló Adrià C.
—Otra vez el maldito reloj…—comentó Malena. El reloj iba en sentido contrario.
6, 5, 4, 3, 2, 1...0. El reloj desapareció como el resto de los alumnos, apareciendo en Elefthéria, otra vez… Pero esta vez estaba cambiada.
Los colores del pueblo se veían más brillante, más vivo. Llegaron a la plaza del ayuntamiento, donde había muchas personas escuchando a la alcaldesa, que no era la misma de antes.
—¿Qué? —todos se quedaron sin palabras.
—Bienvenidos todos, sois los que nos liberasteis del conjuro del autor ¿verdad? —la alcaldesa se acercó a ellos. —Estábamos controlados, normalmente no somos así.
—¿Por qué estamos aquí? Otra vez…—dijo Janira.
—Eso no lo sé.
—¿Porque me da a mí que nos estas mintiendo? —dijo Miriam alejando un paso de ella.
—Hace poco tuve un sueño el cual, vosotros vendrías aquí otra vez, pero ya no tenemos ese control encima, así que todo va a ser diferente, solo tenéis que mirar los colores—expuso sus brazos a su alrededor, admirando el pueblo.
Había banderas de colores fríos, con el símbolo de un lobo grabado en cada una de ellas.
—¿Y nuestras familias? Las que parecían reales, pero en realidad no lo eran, ¿dónde están? —pregunto Jaba.
—Todo lo que tiene que ver con el conjuro desapareció cuando el autor lo deshizo.
—¿Que estabais haciendo antes de que viniésemos nosotros? —preguntó Ana C.
—Les estaba explicando que tienen una semana en el campamento verde, mañana por la mañana los recogerá el autobús. Vosotros también podéis venir, si queréis.
—No gracias. No se vosotros pero yo no tengo un buen recuerdo de este lugar—dijo Marta F.
—¿Lo dices por la araña peluda del hostal? —preguntó con una sonrisa.
—Vuélveme a hacer ese susto y no volverás a ver más la luz del día.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —preguntó Nuria. La alcaldesa aceptó. —Faltan cuatro personas y no las he visto en ningún momento ¿tienes alguna idea de lo que ha podido pasar?
—Es muy extraño, vosotros estáis aquí así que los que faltan no deben de estar lejos.
—Faltan la Mireia, la Montse, la Eli y la Lidia, a lo mejor no han sido transportadas—dijo Mónica.
—Hay algo que las une, las cuatro dejaron el curso por problemas personales, ¿no tendrá algo que ver? —la alcaldesa se encogió de hombros.
—Eso es increíble, ni siquiera teníamos el libro cuando hemos aparecido aquí—dijo Marta F.
—Una cosa, no pensareis en quedaros aquí ¿verdad?
—Yo creo que, si exploráis más este mundo, podéis saber toda la verdad—dijo la alcaldesa. Todos se miraron sin saber qué hacer. Al final decidieron una solución.
—Es increíble que al final vayamos al campamento—dijo Paula R.
—¿Qué quieres hacer? Seguramente encontraremos más pistas para salir de aquí—dijo Ana G.
—No está mal—dijo Miriam.
—¿Que no está mal? Yo no quiero volver a estar atrapada aquí—dijo la Paula R.
—¿Qué es lo peor que puede pasar? El conjuro ha desaparecido, se nota en los colores más vivos y brillantes, además, como ha dicho la alcaldesa, podemos encontrar alguna salida o alguna explicación—dijo Ari positiva.
—De todos modos, no nos podemos quedar aquí sin hacer nada, así no conseguiremos ninguna respuesta, así que yo voto por ir al campamento.
—¡Yo también me apunto! —dijo Miriam ilusionada. —Perdón, es que nunca he ido a un campamento.
A las 6:00 de la mañana, dos autobuses estaban esperando alrededor de la plaza del ayuntamiento. La ropa y los accesorios necesarios fueron dados por el ayuntamiento, para que no les faltase de nada. Eran 60 personas repartidas en dos autobuses. Cada uno dejaba su maleta por una semana y subía a su sitio.
—¿Quieres? —dijo Fadwa dando-le un chile a Jaba.
—Gracias—Se sentó a su lado. —Buscare pistas cuando bajemos del autobús.
—¿Por qué no intentas relajarte? Si estamos aquí, es que el tiempo real se ha parado, por ir una semana no nos pasara nada.
—Hey chicas, mirad—dijo Marta F. quien estaba detrás de ellas con la Paula B. —Lo están repartiendo por todo el autobús, son las actividades que haremos.
—La primera actividad que hare, será buscar la manera de salir de aquí.
—Muy bien, chicos y chicas, todos ya me conocéis, pero, me presentare de todas formas. Soy Victoria, la profesora del instituto de Elefthéria. Con nosotros también estará la profesora de baile, Madeleine; Ahora está en el otro autobús. La hostelera Karis no ha podido venir porque está cuidando de un bebé llamada Aitana, preciosísima. Ejem, perdón; por eso no podrá venir.
—¿Lo has cogido todo?
—Si Txell, esta todo—dijo Ari, quien estaba a su lado.
—Que emoción—Cada uno tenía su pareja, todos iban al mismo autobús de 30 personas.
El autobús pasó desde el ayuntamiento, por la escuela de baile y canto, por el escenario de las actuaciones y al girar a la izquierda, pasaban por la carretera de un único sentido, delante de la escuela y el instituto, hasta pasar por delante de la zona de obras, esta vez ya había un parque infantil, muy limpio y bonito, lleno de hierba y de construcciones infantiles de colores.