En una tierra muy lejana existían cuatro reinos, pero la historia que leeréis a continuación, ocurrió en uno, en Blade, también conocido como el reino diamante. En ese reino existía un pueblo llamado Elefthéria, un nombre que significaba libertad en griego.
Ese pueblo tenia de todo, aunque fuera pequeño; tenía un campo de futbol, tiendas, una pista de coches y motos, una biblioteca, una escuela, un bosque, montañas por el norte-este, un gimnasio, un ayuntamiento y más cosas que estaban cerca de todos los habitantes.
—Corre o llegaremos tarde otra vez—dijo Laura B que esperaba a su amiga Txell.
—No es culpa mía que el coche se me haya estropeado justo ahora—respondió corriendo detrás de ella.
—Nos quedan cinco minutos—paró en seco al ver a una chica de cabello negro. —¿Esa no es…?
—¡Ana! —gritaron las dos a la vez. La Ana G estaba buscando sitio para aparcar cuando de repente Txell y Laura B la llamaron.
—¿Qué pasa?
—Ana, porfa, porfa, porfa, nos puedes llevar a la escuela? Hoy tenemos que presentar el proyecto para los niños—Le explicó Laura B.
—No hay problema, subid—Con la mano en el corazón, suspiraron de alivio, Ana las llevo a la escuela, cerca del bosque. Cuando llegaron, vieron a dos amigas esperando en la puerta, Marta V y Ari.
—Gracias por llevar-nos—Agradeció Txell. Ana se fue poco después de despedirse.
—Un nuevo record, son las 8:15—dijo Ari mirando su reloj, algo disgustada.
—Lo sentimos mucho, es que mi coche se ha averiado, pero todavía podemos hacer-lo ¿verdad?
—Supongo… va entramos que vamos muy tarde—dijo Marta V entrando la primera.
Mientras este grupo estaba atareado con lo que tenían que hacer para los niños de esa escuela, otro grupo también tenía mucha faena, no le sobraba el tiempo a ninguno.
Al lado del ayuntamiento había un escenario donde se hacían las actuaciones del pueblo, teatros, conciertos, títeres, trucos de magia, ahí se hacia todos los espectáculos que se podían imaginar.
Pasando el paso de peatones, había dos escuelas, una de danza y de canto, la otra era de actuaciones. Ana aparcó su coche y se fue tranquilamente a la escuela de actuaciones.
—Hola, ya sé que llego pronto, pero es que no tenía nada que hacer.
—No te preocupes Ana, puedes estar aquí practicando la obra que haremos este verano. —Le dijo la profesora mientras le daba el guion, esta tenia cabello pelirrojo y liso.
—De acuerdo, voy a mirármelo—Se sentó en el suelo del escenario y empezó a leérselo. Un mensaje le llegó al móvil, era Malena, comunicaba por el grupo de clase donde se encontraba.
Malena no estaba sola, estaba como espectadora mirando el partido, como jugaba el equipo de Adrià P, quien era el defensa de su equipo. Rojo contra azul.
—¡Animo Adrià!
—Adrià a tu derecha! —grito un compañero suyo, quedaron 7-6, siendo los perdedores. Los rojos eran los vencedores.
—A la próxima ganareis—Malena lo animo al verlo que venía hacia ella.
—No sé cómo lo hacen... Ahora vamos a la pista de carreras ¿verdad?
—Sí, ahí están Mónica, Lidia, Janira y Adrià C—dijo mientras andaban. —Mira, están ahí—Los señaló. Menos la Lidia, los demás estaban en la pista.
Janira y Adrià C iban a hacer una carrera de coches con otros dos más, mientras que la Mónica esperaba su turno para la carrera de motos.
—¿Son ellos? —Preguntó Malena al llegar con Adrià P.
—Sí, son el equipo rojo, no sé cómo lo hacen, pero Janira y Adrià siempre se pican con ellos, cada cosa que dicen, parece que automáticamente les moleste—respondió Lidia sentada en la hierba.
—¿Hoy vas de excursión con los niños? —Preguntó Malena sentándose a su lado.
—¡Si! —se alegró. —Estoy muy emocionada y no es la primera vez que lo hago.
—¿A qué hora lo tienes?
—Ahora, de aquí diez minutos, es mejor que vaya yendo—se levantó. —Por cierto, vigílalos, puede pasar cualquier cosa con esos dos, en general con todos los rojos.
—No te preocupes, no pasara nada, ve tranquila—Lidia se fue mientras Malena y Adrià observaban desde una distancia corta.
—Que os pasa? Parece que tengáis miedo, ¿queréis a vuestra madre? —se burló uno de los contrincantes de la carrera.
—¿Estos no cambian nunca? —preguntó Adrià C.
—Tenemos que ganarlos como sea, no podemos perder más veces—Janira fruncía el ceño.
—¡No os precipitéis! —gritó Malena, que ya veía que pasaba alguna cosa en la pista.
—Estos dos siempre se están burlando de nosotros, como si supieran donde estamos a cada hora del día, parece que sepan lo que pensamos y todo—Dijo Mónica al acercar-se a Malena y a Adrià P.
—Eso es extraño—comentó Adrià P, rascándose su cabello rubio.
—Pero esto se acabará pronto, ya estamos preparados.
—Por fin, ya era hora—dijo la chica del otro equipo.
—Janira, no hagas nada que puedas arrepentirse después—pensó Malena al verla en la pista.
La Lidia fue hacia la única escuela obligatoria que había en el pueblo, entro y la primera persona que vio fue a la Núria, una de las maestras de la escuela.
—Hola Lidia ¿Cómo estás?
—Hola, un poco nerviosa pero bien, con energía para vigilar a los niños—Dijo poniendo-se bien su coleta alta.
—Las dos se fueron a la clase donde estaban los niños de ciclo infantil, P5. La otra profesora se llamaba Anna C. Que también era una alumna más de la clase del instituto.
—Hola Anna—dijo al abrir la puerta.
—Hola Lidia, mirad quien ha venido—les dijo a los niños. —Las otras acaban de salir ahora mismo, los niños han quedado fascinados con ellas.
—Es verdad, que tenían que hacer el proyecto ¿verdad?
—Sí, hoy han tenido bastantes sorpresas ¿verdad que sí? —Los niños reían y sonreían de felicidad.