El libro Encantado, Eleftheria (1)

Capitulo 4. El desmayo de Gemma

Las 11:00 de la mañana, la Marina, la Montse y la Gemma estaban en el parque, al lado del gimnasio.

   —¿Pero quien se ha creído? No nos ha dicho ni su nombre—dijo Marina columpiándose. Recordaba la conversación de hace una hora, con ese viajero extraño.

   —Perdona ¿Cómo se llama usted? —preguntó Anna C.

   —Yo me llamo… lo siento, no os conozco de nada, solo faltaría que me pusierais en problemas, adiós y gracias—dijo antes de empezar a correr.

   —¿Eh? ¿¡Pero de que va?!— gritaron Eli y Jaba a la vez. Marina volvió a la realidad.

   —Debe tener sus motivos, nosotros tampoco le hemos dicho nuestros nombres y tampoco lo conocemos de nada—dijo Gemma a su lado, ella solo estaba sentada en su columpio, no se columpiaba.

   —Pero correr de esa manera por solo preguntarle su nombre, que no le estamos pidiendo la identificación, solo es su nombre.

   —Eh mirad lo que pone aquí—dijo Montse acercándose a ellas con un papel informativo en la mano. —La alcaldesa de Elefthéria, por fin pone en marcha las obras del nuevo parque para los niños.

   —¿Al final lo hará?

   —Aquí dice que a las 17:00 empiezan las obras.

   —¿De qué obras habláis chicas? —La voz era la misma, el hombre viajero de hace una hora. Solo que se veía mejor, no aparentaba menos de 35, pero tampoco pasaba de los 50.

   —Es usted… pensaba que acabaría reventado de su viaje—dijo Marina.

   —No iba a desaprovechar un día tan fabuloso como este ¿verdad? ¿De qué obras hablabais?

   —¿Por qué le tendríamos que decir? No sabemos ni su nombre.

   —Yo tampoco se el vuestro—El hombre era extraño y tenía una sonrisa de oreja a oreja que te hacía pensar tus palabras por si llega a cambiarle la expresión.

   —Ostras, llego tarde, tengo partido de tenis hoy— dijo Montse mirando su reloj del móvil.

   —Te acompañamos Montse, espéranos—dijo Gemma levantando-se del columpio.

   —Pero no me diréis algo sobre las obras? —Las tres pasaron de él, olímpicamente. Cuando llegaron al campo de tenis, habían llegado los contrincantes. Azul y rojo, otra vez, enfrentados.

Gemma y Marina se sentaron en la hierba, mientras Montse se preparaba. Una chica se acercó a Gemma con toda buena intención. —Hola, tu eres Gemma ¿verdad?

   —Sí, y tú eres Doris ¿no? —Era una chica una mica más baja que ella, morena y con una pulsera roja, todos los del equipo rojo la llevaban.

   —Sí, soy yo. Toma—le dio un mp3. —Como te he visto siempre con auriculares, he pensado que te gustaría escuchar canciones, las ha creado mi grupo, espero que te gusten.

   —Muchas gracias Doris, ahora las escuchare—dijo antes de ponerse los auriculares blancos, eran los que venían con el mp3 que le había dado.

   —¡Animo Montse! —Gritaba Marina mientras Gemma estaba en su mundo.

   —¿Crees que ganaras esta vez? No lo creo—dijo su contrincante.

   —No escucho a personas tan poco formales como tu Nil, el otro día te gane.

   —Esta vez no tendrás tanta suerte—Los ojos de Nil le empezaron a brillar como nunca había visto, sí que estaba un poco preocupada, pero no le importaba, Nil, como los demás, también llevaba una pulsera roja.

   —¡Gemma! — Gritó Marina al verla desmayada en la hierba.

En el hospital, la enfermera, al verla sola, introdujo un líquido de color magenta a la sangre de Gemma, haciendo que reacciones. Ella también llevaba una pulsera roja.

   —9 horas para la reacción—dijo en voz baja. Ella se fue y Gemma empezó a moverse.

   —¿Donde…? ¿Qué? —Gemma estaba confusa, y se despertó rápidamente. Se puso sentada en la cama y se hecho todo el cabello para atrás, quitándose el moño de siempre.

   —¡Gemma! Gracias a dios que estas bien.

   —Nos tenías muy preocupadas, los demás no tardaran en llegar—dijo Montse.

   —No podíamos entrar hasta ahora ¿estás bien? —Preguntó Marina.

   —Sí, sí, estoy bien, tranquilas, pero ¿qué ha pasado?

   —Te has desmayado, estabas escuchando música cuando de repente cerraste los ojos y te caíste, suerte que estabas sentada.

   —Bueno, la canción no era mía, me la dio Doris.

   —¿Doris? ¿Y por qué te ha dado ella una canción? Sabiendo que eres amiga mía—dijo Montse.

   —Puede que quiera hacer amigos.

   —Pues yo no lo veo así—dijo Marina bien claro. —El equipo rojo nos está haciendo la vida imposible desde hace tiempo, no solo a nosotras, en las carreras la Janira dice que hacen trampas, en el futbol no juegan bien y en hípica Txell me dijo que asustan a los caballos—Marina estaba indignada.

   —Pero eso siempre ha sido así, ahora parece que lo hagan con más ganas. No lo entiendo—dijo Montse.

   —Pero eso no tiene nada que ver con mi desmayo, puede ser eso y ya está, que estuviera cansada o algo. Les pasa a más personas, no solo a mí.

   —No es un simple desmayo, las ondas que tenía las canciones llegaban a tu cerebro provocándolo. Pero lo que no se es, ¿con que propósito? —El viajero metía las narices en temas ajenos a él.

   —Otra vez usted? Usted no tiene nada que ver con esto—dijo Marina.

—Pero os puedo ayudar.

   —Ya estamos aquí, perdonad la tardanza ¿Cómo estás? —preguntó Fadwa mientras cada vez se estaba llenando la sala.

   —Estoy bien, estoy mucho mejor que antes, no os preocupéis.

   —Que susto nos has dado Gemma—dijo Ari.

   —¿Y usted qué? ¿No tiene otra cosa que hacer? —preguntó Dalila.

   —Yo también estaba preocupado por vuestra amiga.

   —Antes de que diga nada, siento ser algo pesada, pero quiero saber su nombre— dijo Anna C.

   —Mi nombre es en latín, significa un objeto que utilizáis mucho, adiós y recupérate.

   —Gracias—Todos la miraban enfadados. —¿Qué? Ha sido amable.

   —Un objeto que utilizamos mucho—Pensaba Miriam.



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En el texto hay: secretos, libro magico, recuerdos borrados

Editado: 23.03.2021

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