El libro Encantado, Eleftheria (1)

Capitulo 5. Los cambios han llegado

Las 12:00 del mediodía, estaban en la escuela “El arco iris” la Núria era la tutora de una de las dos clases, y la Anna C también era una de las tutoras, mientras que la Cristina era voluntaria. Estaban los alumnos de las clases P3, P4 y P5 juntos, juntamente con los de primaria.

   —Que faena con todo lo que está pasando—dijo Cristina mientras veía a los niños correr por el patio.

   —Ya lo puedes decir, la Montse me dijo que cada vez los rojos están cubriendo más terreno, hay más lugares del pueblo donde los que “mandan”—hizo comas con los dedos. —Son ellos.

   —Quien sabe cuántas más cosas nos esperan, estoy segura que el desmayo de la Gemma solo ha sido el inicio—dijo Anna.

   —Estoy de acuerdo—Esa voz era la del mismo hombre de antes.

   —Se puede saber cómo… ¿usted otra vez? ¿Qué hace aquí? —preguntó Núria.

   —Solo quería asegurarme de que estáis bien.

   —A ver—empezó a decir Núria. —no sabemos nada de usted y me está empezando a preocupar, no quiero que se acerque a ellos ¿me ha entendido?

   —¿A quiénes?

   —Usted ya lo sabe.

   —Núria, el Guillem se ha caído—Dijo una pequeña niña de ojos claros y una colita pequeña.

   —Se lo ha advertido. Vamos a verlo Sonia—Núria siguió a la pequeña que la llevo al niño que se había caído, mientras Anna y Cristina estaban con el viajero.

   —Yo de usted no la enfadaría—dijo Cristina.

   —Sí que es extraño este hombre—susurraba Anna al verlo mientras se iba.

   —Es mejor no perder el tiempo con él, venga va, vamos a dentro.

Las tres terminaron sus turnos, teniendo toda la tarde libre. Nuria estaba buscando algún libro para su hija en la biblioteca, la Anna estaba en la escuela como madre de sus dos hijos, por este día tan especial, era una de las madres que hacia manualidades con sus hijos.

           Y la Cristina le gustaba andar, así que como cada día que podía, daba vueltas por el parque, incluso a veces por el bosque.

   —Perdone, busco un libro infantil para una niña de cinco años.

   —En la sección infantil, la sala amarilla—respondió la Joan, la bibliotecaria. No era muy simpática y se veía amargada. Tenía gafas grandes y lo dijo con pocas ganas.

   —Gracias…—Pasó hacia la sala. —Que señora más antipática—pensó Núria mientras entraba en la sección infantil. —A ver, madre mía, cuantos libros.

   —Perdone, ¿usted se llama Núria? —Una señora con un colgante brillante se acercó a ella.

   —Sí, soy yo ¿Quién es usted?

   —Es mejor que no lo sepa—La señora estaba tapada con una capa     blanca. —Por favor, por lo que más quiera, mire este libro—le dio el libro. —Aquí encontrará la respuesta que busca.

   —¿Pero de que me habla? ¿De qué respuesta habla?

   —Solo mira-lo, ahora me tengo que ir—Dijo mientras se iba alejando.

   —Aquí todos parecen más raros de lo habitual… ¿“la salud es lo primero?” ¿pero que se ha creído? —Pensaba después de leer el título.

En la escuela, los padres de los niños tenían que participar en las diferentes actividades con sus hijos, una forma original y divertida de pasar tiempo entre familias.

   —Mira esta madre, que poca vergüenza ¿pero que se piensa?

   —Si queréis criticar a alguien, haced-lo bien, os estoy escuchando hace rato—Dijo Anna C.

   —Señora, la actividad no ha terminado todavía—Dijo la maestra.

   —Me da igual, vamos a casa Queralt ¿Dónde está tu hermano?

   —Creo que está aquí, en esa sala.

   —Marc, nos vamos—dijo Anna cuando lo vio. El niño tenía 8 años y la niña 5.

   —¿Por qué tenemos que irnos? Quiero seguir jugando.

   —Marc nos vamos.

   —¿Has visto a esa madre? No deja que su hijo se divierta—susurraba.

   —Ya lo veo, que madre más aburrida—Susurraban las otras madres a su alrededor. Todas llevaban alguna cosa roja que destacaba, un collar, una pulsera, pendientes, diademas, prendas de ropa…

   —Se están comportando muy extraño—pensaba mientras observaba a su alrededor.

En el parque del pueblo, donde había muchos árboles y bancos en cada esquina, Cristina paseaba tranquilamente ya que no hacia ni frio ni calor como otros días, aprovechó que tenía la tarde libre para dar una vuelta por el parque.

   —Hola Laura M, ¿también caminas por aquí?

   —Bueno, normalmente voy al gimnasio, pero hoy no he querido ir.

   —Dicen que caminar media hora al día va muy bien para el cuerpo.

   —Y beber mucha agua. Bueno, yo ya me tengo que ir—Se despidieron. Cristina continuo su camino hasta que ya era hora de comer.

   —Pero ¿qué? ¿Qué pasa? —Miró hacia arriba donde se veía el reloj del ayuntamiento. —¿Funciona? —Sonaba el tic tac muy flojo, pero se podía escuchar en total silencio.

   —El reloj del ayuntamiento había estado parado desde siempre, ¿por qué ahora de repente funciona otra vez? —Se preguntó la Marta O, como los otros que estaban en la plaza.

   —Eli, ¿tu madre lo ha podido arreglar? —Le preguntó Txell.

   —No me ha dicho nada, ya le preguntare—siguió mirando el reloj.

   —Esto sí que es un gran cambio—dijo Adrià C.

   —Pues, no sé porque, no me gusta lo que pasará a continuación, me parece que pasará algo que no nos gustará—dijo Janira.

   —Yo lo siento igual, ya nos podemos preparar—añadió Jaba.

La bibliotecaria estaba ordenando libros mientras que por su lado pasó el mimo hombre que habló con la profesora Victoria. —Joan, yo ya me voy.

   —¿Ya se va? De acuerdo señor Lorgio, hasta mañana—El hombre se fue de la biblioteca y Joan siguió con lo suyo. Miró por todos lados para asegurarse de que no había nadie y abrió una pequeña puerta donde necesitabas una contraseña para abrir-la. —Señor, el libro no está—dijo atrapándolo antes de que se fuera.



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En el texto hay: secretos, libro magico, recuerdos borrados

Editado: 23.03.2021

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