—Que mariposa más curiosa—dijo siguiéndola.
—¡Adri tuya! —gritó la Mireia. Malena se fue, después de recoger sus cosas, su casa y el gimnasio del pueblo estaban cerca de la plaza del ayuntamiento.
—Hola Malena.
—Hola entrenador—El hombre también llevaba algo rojo, un pañuelo en el cuello. —No me lo puedo creer, ¿no hay nadie que no lleve nada rojo? —pensó mientras iba hacia la ventana. Escuchaba a la gente teniendo conversaciones no le gustaba para nada.
—Has visto? El rojo es el color de moda este año.
—Ya ves, tus pantalones rojos son preciosos ¿Dónde te los has comprado?
—No hay remedio—Por la ventana, vio a un señor de poco cabello blanco. —Pero ¿qué? El escritor ha vuelto.
El escritor del pueblo estaba hablando con la alcaldesa en un lugar de la plaza central, si, en todo el pueblo solo hay un escritor.
Terminando de practicar, la Janira y el Adrià C, fueron hacia el campo de futbol mientras miraban como entrenaban la Mireia y el Adrià P.
—¡Adrià! ¿Dónde está Malena? —preguntó Janira.
—Creo que ha ido al gimnasio.
—Yo me quedaré aquí, ve tu si quieres—dijo Adrià C, sentándose en la hierba. La Janira se fue hacia el gimnasio sin saber realmente donde estaba su amiga, pues ella ya estaba dentro del ayuntamiento.
—¿Qué haces aquí? —preguntó la alcaldesa al verla husmeando por los pasillos.
—Nada, solo quería hablar con… bueno, he visto que el escritor está aquí y quisiera hablar con él.
—Lo siento Malena, no vas a poder hablar con él ahora mismo.
—¿Y cuándo podre?
La alcaldesa no dijo nada, pero su mirada fría como el hielo lo decía todo, Malena se había metido en un gran lío. Desde el gimnasio se podía ver la entrada del ayuntamiento, Janira la vio salir con la alcaldesa.