El libro Encantado, Eleftheria (1)

Capitulo 12. Ruidos extraños

La 20:00 de la tarde, la Ana G, dejó a Laura M y a Miriam a sus respectivas casas ya que no tenían coches, claro que no todas tenían, pero las demás no iban a sus casas. Aparcó y se quedó en el coche con Marta O.

   —¿Tú te lo crees?

   —Yo no, además, es imposible entrar dentro de otra dimensión.

   —Miriam estaba a punto de levantar la mano.

   —La Miriam es muy soñadora y muy mística, pero la gran mayoría de nosotras no cree eso. Vaya, por lo que he visto.

El móvil de Marta sonó. —¿Quién es?

   —Es la Núria. Quiere que nos reunamos, tiene una cosa muy importante y de vital urgencia que comunicarnos.

   —¿Sobre qué?

   —Sobre este tema, quiere que nos reunamos en los establos del pueblo. La Anna C y la Txell ya están ahí.

   —De acuerdo, vamos entonces—dijo arrancando el coche.

En la casa de la Laura M, estaba en su habitación, tumbada en la cama cuando sonó su móvil, un mensaje de la Núria. En ese momento su madre abrió la puerta. —Laurita cariño, hoy no te vas a ningún lado ¿verdad?

   —Em…—estaba leyendo el mensaje. —¿Por qué lo preguntas?

   —Por nada, quiero pasar un rato con mi hija favorita, solo es eso.

   —Yo, bueno… es que tengo que ir a un sitio.

   —¿A cuál? Si quieres te puedo llevar.

   —No, gracias, creo que iré sola—dijo levantándose de su cama. —Estoy aquí al lado.

La madre actuaba de una manera extraña, parecía que tuviese un tic en el ojo y cuando la Laura pasó por su lado, su madre la agarró del brazo y la empujo, cerrando su habitación con llave. —¡Mamá! ¡¿Qué haces!?

   —Tú no te mueves de aquí, no nos cambiaras los planes ahora que estamos muy cerca.

   —¡Mamá! ¡Abre la puerta! ¿Vuestros planes? ¿De que hablas?! ¡Abre la puerta! ¡Mamá!

   —Calla niña insolente, tu madre ya no está, y ahora a por los demás.

   —¿Como? —Esa mujer bajaba las escaleras de la casa mientras que Laura avisaba al resto por mensajes. —¡Chicos! ¡¡¡Tenemos un problema, no puedo ir, mi madre me ha encerrado en mi habitación!!!—Con muchas exclamaciones y emoticonos de aterrada.

   —¿Qué? ¿Por qué? —preguntó Ari por el grupo.

   —Mi madre estaba hablando de unos planes, creo que tiene que ver con todo lo que ha estado pasando, pero, de todas maneras, no puedo salir.

   —Ya estamos aquí—dijo Marta O, siendo la última junto con Ana G. —¿Qué pasa?

   —La Laura está encerrada en su habitación, no puede salir, su madre se ha vuelto loca—dijo Laura B.

   —Puede ser que, alguien sepa cosas que nosotros no sepamos—dijo Adrià P.

   —Puede no, seguro que es eso.

   —Usted otra vez? —dijo Jaba. —Que no se cansa de seguirnos a todas partes?

   —Esto es serio, ya os lo he dicho, os tienen vigilados, y si, seguro que a mí también. La gente que lleva algo rojo seguro que son espías del escritor.

   —Un momento, ¿has dicho del escritor? ¿Dónde está Miriam? —preguntó Eli buscándola entre ellos.

Cerca de la biblioteca y de los establos, en una casa al lado de un árbol, Miriam vestía un chándal después de ducharse. Tenía el móvil en silencio sobre su mesita de noche, mientras que ella estaba tumbada sobre la cama de espaldas.

   —No contesta a los mensajes ni a las llamadas—dijo Sandra.

   —Seguramente lo tendrá en silencio—dijo Marta O.

   —¿Quién lo pone en silencio en un momento tan delicado como este? —preguntó Adrià C.

   —Ella siempre lo pone en silencio.

   —Bien, ¿quién puede ir a buscar a la Laura? —preguntó Núria.

   —Yo voy—dijo Fadwa. Se unieron Sandra, Dalila, Adrià C y la Paula R.

   —¿Quién quiere ir a casa de la Miriam a ver qué pasa? Para asegurarnos, aunque este señor pueda mentir, no hay duda de que alguna cosa pasa—propuso Cristina.

   —Nosotras iremos—dijo Marta O, junto con Ana G, Paula B y Marta F. Mientras que los demás se quedaron ahí escuchando lo que Núria tenía que decir, el señor seguía mirando.

             Siguiendo con Miriam, su móvil seguía en silencio, con miles de mensajes y varias llamadas de sus amigos, pero no fue eso lo que la asusto, un ruido de abajo la sobresalto, levantándose rápidamente de su cama.

   —¿Padre? ¿Eres tú? —preguntaba abriendo la puerta de su habitación, bajo las escaleras lentamente, teniendo los ojos y sus instintos despiertos. —¿Padre? No tiene gracias, no me gustan esas cosas y lo sabes, nada de sustos.

El ruido no muy alto, la llevó a una puerta de madera, donde estaba el despacho de su padre, al sótano de la casa. —No, no, no, no, ya he visto muchas películas donde los personajes bajaban al sótano de una casa y ya sé cómo termina, no pienso ir—Se giró para subir y de golpe sonó un trueno tan fuerte y tan inesperado, que por miedo entró y cerró la puerta sin pensarlo. —Genial Miriam…

A Laura M, tampoco le iba muy bien, quería escaparse, pero no estaba segura de hacer-lo, para hacer cosas así, era muy indecisa. Miraba la ventana abierta y se asomaba, pero no tenía el valor para salir.

   —¡Laura! ¡Sal por la ventana! ¡corre! —Susurró fuerte Fadwa.

   —Pero no quiero un castigo, y si me pillan…

   —Laura, por favor, no es momento de eso, vamos.

   —Esperad, escucho pasos, un momento—cerró la ventana, las cortinas y rápidamente se puso sobre la cama con un libro en la mano. —Hola mamá—dijo la verla.

   —Qué extraño—pensó. —Hola cariño, siento mucho haberte encerrado, pero es que quiero hacer cosas contigo, me gustaría que jugásemos a algo juntas.

   —¿Cómo cuál? —se sentó, levantó una ceja extrañada.

   —Que tal el juego de… ¿verdad o reto? —Laura trago saliva.

   —¿No prefieres jugar a cartas o algún videojuego?

   —De que tienes miedo? No tienes ningún secreto ¿verdad?

   —Mamá, todo el mundo tiene secretos.

   —Vamos a empezar—La madre parecía animada, pero Laura parecía nerviosa.



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En el texto hay: secretos, libro magico, recuerdos borrados

Editado: 23.03.2021

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