El libro Encantado, Eleftheria (1)

Capitulo 13. El libro blanco

   —Aquella señora que me dio el libro, no quería que nadie más la viera, por eso lo leí en casa. La hoja estaba resaltada y rota, no era del libro que me había dado.

   —Es como si quisiera esconder algo…—dijo Marta F.

   —De todas maneras, ya hemos vuelto a la normalidad ¿Qué día es? —preguntó Jaba.

   —22 de enero—respondió Marta V.

   —Hemos estado aquí cerradas, ¿dos semanas? Mi madre me mata—dijo Laura M.

   —No puede ser que haya pasado tantos días, nos deben estar buscando por toda Villanta de Mil—dijo Laura B.

   —Plumblum…

   —Tranquilos, sabía que estabais en un conjuro.

   —Pero que ha pasado? ¿Por qué hemos vuelto a ser nosotros? —preguntó Adrià P.

   —El escritor se ha revelado como el autor del libro, por eso se ha roto.

   —No entiendo nada—dijo Txell.

   —Os lo voy a explicar…

Había una vez, hace mucho tiempo, un gran mago creo un libro, junto con otros tres magos y magas, los cuales cada uno creo un objeto diferente.

      Un libro, una tetera, un perfume y una caja, esos cuatro objetos fueron creados con un solo objetivo, abrir portales para conseguir los núcleos del poder. Pero el mago que creó el libro, no lo utilizo solo por eso, su hija estaba enferma y le encantaba leer, por lo que, junto con un lápiz mágico, pudo hacer que ella escribiese la historia que quisiera.

       Al morir a los 6 años, se encerró en este libro. Gina era todo para él.

   —Gina, así me llamo.

   —Al morir su hija, el mago hizo un conjuro en todo el pueblo, quien lo abriese viviría la historia que quiso escribir ella.

   —Espera, espera, ¿todo lo que nos ha pasado ha sido porque esa niña lo quiso así? —preguntó Marta O.

   —Es un libro mágico, todo se adapta a los personajes que entran, pero si, a Gina le encantaban los misterios y las fantasías.

   —Pero entonces estamos dentro de un libro?

   —Estamos en otra dimensión, totalmente real, solo que el conjuro que lanzó el mago, alcanzo a todo el pueblo central, pero ahora se ha roto porque el mago reveló el nombre de su hija. —Gemma empezaba a tener pulsaciones fuertes en su corazón, pero como todos estaban atentos a la historia, no se daban cuenta.

   —El libro que teníais antes, en vuestra dimensión, se pasó de generación en generación, sin llegar a abrirlo, como un regalo viejo y nada útil, tenían un niño recién nacido y de él hasta ti Miriam.

   —Entonces, el mago… ¿es mi bisabuelo?

   —Tu abuelo José fue el hijo recién nacido, luego nació tu padre y finalmente tú.

   —¿Mi bisabuelo es un mago? No sé qué decir, es maravilloso y malo al mismo tiempo.

   —¿Y ahora qué? Tendremos que volver a casa ¿no? —preguntó Lidia.

   —¿Gemma? ¡¿Gemma?! ¿Qué te pasa? —gritó Marina al verla de rodillas, le dolía el pecho, o eso parecía.

   —No… no… no volveréis a casa…

   —¿Que dices? ¿Por qué no? —preguntó Fadwa quien también estaba a su lado.

   —Chicas, os tendríais que separar de ella, creo que… —Apareció una cinta roja enrollada en su muñeca.

   —Gemma… tienes una cinta roja? Te la quitare—decidió Marina.

   —¡No! —Gemma no hizo otra cosa que empujarla al acercarse, se levantó del suelo y fijo su mirada en todos, tenía los ojos marrones oscuro.

   —Vuestra amiga ha sido manipulada por el autor.

   —Actúa como mi madre, la de aquí claro—dijo Laura M.

   —¿Y ahora qué hacemos? No podemos irnos sin ella—dijo Cristina.

   —¿Quién os ha dicho que os podéis ir?

   —¿Madre? —Dijo Eli al verla detrás de ellos.

Ya eran las 20:30 de la noche, todos estaban en la plaza del ayuntamiento, donde estaban rodeados de la gran mayoría de los habitantes del pueblo. Cada uno llevaba algo rojo.

   —¿Y ahora qué hacemos? ¿Alguna idea? —preguntó Adrià C.

   —No hay alguna otra salida? Hey tú, ¿no se te ocurre alguna cosa? —preguntó Jaba.

   —Sí, una. Convertirme otra vez en un lápiz y que la propietaria del libro escriba lo que pasara—todos miraron a Miriam sin dudar.

   —¿Quien? ¿Yo?

   —Eres la actual propietaria, te toca escribir.

   —No hay tiempo, se están acercando—dijo Malena.

   —Y dan bastante miedo—aportó Laura M.

   —Vale, vale, ¿pero que escribo? —El señor se transformó en un lápiz, el mismo lápiz de antes, brillante y con su cristal al final. —Espera, pero ¿Dónde lo escribo? ¿Dónde está el libro?

   —Este señor… no nos ha dicho nada del libro—dijo Mireia.

   —Se le ha olvidado ¿y ahora que hacemos? —preguntó Janira.

   —Espera, Núria, la página, puede ser del libro ¿no? Halaba del conjuro, podría ser—Mónica tuvo la idea. Núria le dio la página.

   —¡Que no escriba nada! —dijo la alcaldesa.

   —Date prisa—dijo Eli al verlos muy cerca.

   —“En el centro del pueblo, apareció de la nada, una cúpula que protegió a los extraños venidos de otro mundo”—Escribió. —No puedo escribir con presión—se dejó caer de rodillas en el suelo.

   —Al menos estamos bien, de momento—dijo Adrià P.

   —Pobre Gemma… seguro que ha sido por el desmayo de hoy—dijo Montse. Fuera de la cúpula de protección, estaba Gemma, juntamente con Doris, la profesora Victoria y los rojos, con los otros habitantes. —Si os fijáis parecen zombies.

   —Tenemos que encontrar el libro como sea—dijo Ari.

   —¿Puedes hacer que alguien no tenga la cinta roja? —preguntó Yolanda.

   —No resultará, los hilos y las cintas rojas son las que nos mueven como personajes—dijo la alcaldesa con una risa siniestra.

   —Al menos no es así en la vida real ¿Cómo han adoptado la apariencia de nuestras familias?

   —Ni idea, el hombre que lo sabe todo se ha transformado en un lápiz—dijo Ana G.

   —Chicos, creo que tengo una idea—dijo Mireia. —Tenemos un poder bastante grande ¿no? Todo lo que escribe Miriam se vuelve realidad ¿no?



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En el texto hay: secretos, libro magico, recuerdos borrados

Editado: 23.03.2021

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