Lorgio salió de ahí abajo gracias a la ayuda de la mujer misteriosa, Miriam lo miraba con desprecio y hasta le dio miedo. —Vuelve a quitármelo si tienes valor.
—Vale, oye, nos vamos a casa, relájate—dijo Ana G. Lorgio no dijo nada y se fue del bosque.
—Muy bien, voy a liberar este puedo de mi hechizo—dijo el escritor rompiendo una hoja de papel que se esfumaba a medida que lo rompía.
—Me alegro que estéis todos bien y que nadie más esté controlado.
—Espero que nadie me lo recuerde.
—Con todo lo que nos has hecho pasar, no sé yo ¿eh? es broma—bromeó Fadwa riendo.
—Bueno, ya nos podemos ir—dijo Núria.
—Esperad—movió sus dedos y la señora misteriosa hizo que llevasen la misma ropa de hace dos semanas. —Así mejor.
—Gracias.
—Vigilad la vuelta.
—Bisabuelo… ¿estarás bien? —se acercó a él.
—No he estado mejor desde hace años, gracias por romper el conjuro, gracias a todos.
—No hay de que—dijo Núria. Miriam volvió con ellas y escribió una última vez.
—“Los treinta que entraron en el conjuro, volvieron al mundo real, al mismo lugar donde estaban antes”—escribió. El libro volvió a brillar y cuando se abrió, salieron desde arriba, algunos cayeron en las sillas, otros en las mesas, hasta algunos en el suelo.
Solo había pasado media hora en todo el tiempo que pasaron en la otra dimensión. —Que mareo ¿estáis bien?
—¿Queréis ir fuera? Les diré que estamos haciendo algún proyecto.
—No, no, más proyectos no—dijeron Eli y Paula R. a la vez.
—Es solo para que nos dejen salir ¿queréis o no?
—Sí, sí, vamos fuera por favor—dijo Mónica. —Por cierto, ¿quién podría ser esa señora del collar?
—No lo sé, ¿puede que sea de este instituto? —preguntó Lidia.
—¿Os imagináis que es una profesora de aquí? Alguna de nuestro curso? Que locura ¿no? —dijo Laura B. riendo junto con los demás. Dejaron el libro en la mesa, Núria cerró la puerta con llave y bajo la última. Mientras, una profesora entró en la clase con su propia magia, era la misma señora del collar.
—El libro de Pascual… es muy peligroso dejarlo aquí—dijo la profesora llamada Jossy. Tal como entró, salió sin ningún problema, con el libro en brazos.