“En el capítulo anterior, Baltazar llega al valle Druida y libera al pueblo de los hechizos realizados por unos duendes. Allí conoce a Elena quien emprende el próximo viaje junto a él.
En la aldea de Gondra había una estatua de una jovencita sentada a los pies de un dragón. Las leyendas que circulaban allí eran que si se decían las palabras mágicas exactas, la niña despertaría y los guiaría a un tesoro. Baltazar y Elena llegaron a ésta aldea y se quedaron en una posada llamada “El enano amable”, llamada así porque la atendía un enano.
Aquella noche llegó un forastero que expresó palabras que despertaron al dragón y a la joven. El dragón era negro y gritó tan fuerte al volver a la vida que despertaron todos los aldeanos. El dragón no era un peligro en sí mismo, sino la muchacha que lo guiaba. Ella era maligna. El forastero que los había vuelto a la vida, quien sabe con qué intenciones, se convirtió en el primer bocado del dragón. La bruja empezó a dar órdenes al dragón para que echara fuego por todo el pueblo. Era un fuego de un color azulado que no quemaba pero sí llenaba de ampollas la piel. Los aldeanos que fueron tocados por el fuego, empezaron a agonizar. Luego del daño ocasionado, la joven subió al dragón y en un aleteo desaparecieron por los aires.
Baltazar miró el libro mágico y encontró al dragón y a la joven en él. Ella se llamaba Atala y era una bruja. El dragón era un demonio que ocasionaba una plaga en la cual las personas se convertían en dragones que a su vez generaban más enfermedad. Baltazar acompañado de Elena fueron hacia unas cuevas y hallaron a Atala junto al dragón. Baltazar abrió el libro y empezó a leer el hechizo en contra de la bruja y el dragón. El dragón era un demonio así que explotó en forma de humo. Pero la bruja quedó sin poderes. Entonces la llevaron a la aldea donde la encerraron. Los que habían sido tocados por la plaga, volvieron a estar saludables. La cueva estaba llena de tesoros. Las leyendas eran reales. El tesoro quedó para los aldeanos. Estos le pagaron a Baltazar y a Elena con una buena cantidad de monedas de oro, las cuales aceptaron con gratitud. Luego siguieron viajando. Continuará…”
por Valeria O.
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Escrito el 10/05/2019
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