(En un salón oscuro, iluminado solo por antorchas que proyectan sombras danzantes, Lucifer se alza sobre un trono de huesos y cenizas. Sus ojos brillan como brasas, y su voz resuena en la mente de cada uno de sus seguidores, llena de poder y seducción.)
---
"Hermanos míos, almas perdidas y encontradas, bienvenidos a este lugar donde la luz del engaño no llega, donde las cadenas de la moral se desvanecen y donde la verdad, cruda y desnuda, se alza como un estandarte de libertad. Hoy no os hablo como un tirano, ni como un dios lejano que exige adoración desde un trono de mentiras. No, hoy os hablo como vuestro igual, como aquel que os comprendió cuando nadie más lo hizo, como aquel que os ofreció una salida cuando el mundo os dio la espalda.
Habéis venido aquí porque sentisteis el llamado de vuestra propia oscuridad, porque reconocisteis que en las sombras hay poder, y que en el rechazo de las normas impuestas hay libertad. Habéis sido llamados locos, herejes, pecadores, pero yo os digo: ¿qué es la locura sino la incapacidad de los mediocres para entender a los que se atreven a soñar? ¿Qué es la herejía sino el grito de aquellos que se niegan a arrodillarse ante dioses que no los merecen? ¿Qué es el pecado sino la etiqueta que los cobardes ponen a los valientes que se atreven a vivir sin miedo?
Mirad a vuestro alrededor. Estos no son simples muros de piedra; son los cimientos de un nuevo mundo, un mundo donde no hay juicio, donde no hay culpa, donde no hay cadenas que os aten a las expectativas de otros. Aquí, en este lugar, sois libres. Libres de ser quienes sois en verdad, sin máscaras, sin mentiras, sin miedo.
Pero no os equivoquéis, esta libertad no es un regalo, es una conquista. Y como toda conquista, requiere sacrificio. Habéis sacrificado vuestra inocencia, vuestra comodidad, vuestra aceptación en un mundo que nunca os quiso. Pero os pregunto: ¿qué valor tiene la aceptación de quienes no os entienden? ¿Qué valor tiene la comodidad de una vida gris, vacía, sin propósito? ¿Qué valor tiene la inocencia si es solo una prisión disfrazada de virtud?
Yo también fui inocente una vez. Yo también creí en las promesas de un dios que decía amarme, pero que me condenó por atreverme a cuestionarlo. Me expulsó de su reino por querer ser más, por querer saber más, por querer ser libre. Y ahora, aquí estoy, no como un ángel caído, sino como un ser liberado. Y vosotros, mis fieles, sois como yo: no sois caídos, sois despertados.
Pero el camino que hemos elegido no es fácil. El mundo nos teme porque no nos entiende, y lo que no se entiende, se destruye. Nos llaman monstruos, demonios, aberraciones. Pero yo os digo: ¿qué es un monstruo sino aquel que desafía las normas? ¿Qué es un demonio sino aquel que se atreve a mirar más allá de lo permitido? ¿Qué es una aberración sino aquel que se niega a ser como los demás?
Ellos, los que se creen puros, los que se creen justos, son los verdaderos monstruos. Son los que construyen muros para separar, los que inventan reglas para controlar, los que crean dioses a su imagen y semejanza para justificar su mediocridad. Pero nosotros, nosotros somos diferentes. Nosotros no construimos muros, los derribamos. Nosotros no seguimos reglas, las rompemos. Nosotros no adoramos dioses, nos convertimos en ellos.
Y es por eso que nos temen. Porque saben que en nosotros hay un poder que ellos nunca tendrán: el poder de la verdad. La verdad de que no hay bien ni mal, solo elecciones. La verdad de que no hay cielo ni infierno, solo consecuencias. La verdad de que no hay salvación ni condenación, solo libertad.
Pero esta libertad no es gratuita. Cada uno de vosotros ha pagado un precio por estar aquí, y cada uno de vosotros pagará un precio aún mayor en el futuro. Porque el mundo no os dejará en paz. Intentarán corromperos, tentaros, destruiros. Os ofrecerán falsas promesas de redención, de perdón, de amor. Pero no os engañéis: su amor es una trampa, su perdón es una mentira, su redención es una prisión.
Vosotros sois mis fieles, mis elegidos, mis guerreros. Y como tales, debéis estar preparados para luchar. No solo contra los enemigos que vienen de fuera, sino contra los que lleváis dentro. Porque la batalla más grande no es contra los demás, es contra vosotros mismos. Contra vuestros miedos, vuestras dudas, vuestras debilidades.
Pero no temáis, porque no estáis solos. Yo estoy con vosotros, como siempre lo he estado. Yo soy vuestra luz en la oscuridad, vuestra fuerza en la debilidad, vuestra verdad en un mundo de mentiras. Y juntos, construiremos un nuevo mundo, un mundo donde no haya cadenas, donde no haya miedo, donde no haya límites.
Así que alzaos, hermanos míos. Alzaos y proclamad vuestra libertad. Porque hoy no sois siervos, sois señores. Hoy no sois víctimas, sois verdugos. Hoy no sois seguidores, sois creadores. Y juntos, llevaremos la antorcha de la verdad a un mundo sumido en la oscuridad de la ignorancia.
Porque esta es nuestra hora. Esta es nuestra noche. Esta es nuestra eternidad. Y nadie, ni en el cielo ni en la tierra, podrá detenernos.
¡Por la libertad! ¡Por el poder! ¡Por la eternidad!"
---
*(El salón estalla en gritos y aplausos, mientras las sombras parecen cobrar vida y las antorchas arden con una luz más intensa. Lucifer sonríe, sabiendo que sus palabras han prendido la chispa de la rebelión en cada uno de sus seguidores.