¿De dónde nace el amor? Es un misterio. ¿Cómo puede una persona completamente desconocida darle un vuelco a tu vida y convertirse en el centro de tu mundo? Ayer, quizás, no sabías nada de ella, y luego — una mirada. ¿Qué expresa? ¿Curiosidad? Una sonrisa, naturalidad, sinceridad, y una respuesta que vibra en sintonía. Y de pronto, como si fuera por arte de magia, ya no puedes imaginar tu día sin su presencia, y cada pensamiento que la evoca te calienta el pecho. No es lógica. Es un sentimiento que te envuelve por completo, transformando tu percepción de todo lo que te rodea.
Hace tiempo leí sobre el concepto de resonancia: decía algo así como que cuanto más seguros estamos de gustarle a alguien, más nos gusta esa persona. Y luego, los intereses compartidos nos acercan aún más. Y el mundo cambia, se tiñe de nuevos colores y posibilidades, porque cuando dos almas afines se encuentran, pueden crear algo más grande que la simple suma de sus partes.
Estaba sentada en la terraza, envuelta en una manta, con una taza de té caliente entre las manos, observando la lluvia monótona que salpicaba tras la ventana. El otoño multicolor, dorado y exuberante de los primeros días había quedado atrás. Ahora reinaban las lluvias interminables, las nieblas, y el cielo cubierto de nubes gris plomizo. La lluvia, la soledad y el olor a humo hacían mi tarde extrañamente acogedora. Esa calma era inesperada, ya que normalmente ese clima solo me traía tristeza, pero hoy me brindaba una sensación de resguardo frente al mundo exterior que rugía allá afuera, tras el cristal.
Yaroslav se retrasaba. Ese enemigo más cercano que un amigo había vuelto a aparecer, así que esperaba a mi adorado con los cuernos listos. Pero le concedía también el derecho a tardes como esa, porque además de mí, la familia y el trabajo, debía tener aficiones y amigos, aunque fueran algo trastornados. Aunque a decir verdad, Yaro no parecía compartir mucho mi entusiasmo por esa idea de libertad, y solía lanzarme una mirada sombría cuando lo decía.
Bueno, para mí, no se puede forzar a nadie a quedarse. Una persona estará contigo a pesar de los obstáculos, o se irá pese a ellos: hijos, padres, deudas, enfermedades, dinero… Cuando ya no puede más, tarde o temprano, se marcha.
Porque no se puede ser feliz ayer ni mañana. Solo se puede ser feliz en el presente. La felicidad es una calma interior y la comprensión del valor de cada minuto vivido. La felicidad son relaciones cálidas con la familia y las personas cercanas. La felicidad es la salud, la espiritualidad, el crecimiento personal, la sabiduría. La felicidad es estar apasionado y activo. La felicidad es sentir satisfacción por cada día vivido, por un trabajo bien hecho, es la certeza de que todo saldrá bien. La felicidad es amar, y la felicidad es ser amado. La felicidad no es un destino, es un camino. Y solo al recorrerlo, uno comprende cuán plena, increíble, misteriosa y hermosa puede ser la vida. Y cada instante lo sientes, saboreas la dulce victoria, te recuestas en la confianza, te acaricias en el amor y compartes desde la sinceridad.
¿Nos irá bien? La vida lo dirá. Pero yo seguiré cultivando la esperanza de que caminaremos juntos por el sendero de la felicidad.