El Linaje de Lissie Lorens

1. Incomodidad

—Cierra tus ojos y céntrate en esa voz que escuchas. Permite que sea tu guía —pidió Lissie mientras observaba a la anciana hacerle caso.

El aire se volvió más espeso y el frío invadió por completo la habitación. Las luces comenzaron a parpadear y la claridad fue volviéndose escasa.

Fue entonces que Lissie escuchó de forma lejana la voz de un hombre que pedía ayuda. Se giró en busca del fantasma, pero la habitación se encontraba vacía. La anciana comenzó a respirar con rapidez y parecía estar sufriendo demasiado. Lissie tomó un trago de su vaso de agua y cerró los ojos.

Quedó sorprendida al descubrir que ya estaba en el lugar donde estaba el fantasma. Reconoció el pequeño lago escondido en el bosque de Blunt. Había muchas personas vestidas con ropa antigua. Comenzó a caminar lentamente entre las personas que parecían no darse cuenta de su extraña presencia.

«Inmortales» seres que no son fantasmas. Quedan varados eternamente en el lugar que murieron.

Saltó un pequeño bache y levantó la mirada encontrándose con que uno de los fantasmas la estaba observando muy detenidamente.

«Bien» pensó Lissie. Había dado con su objetivo.

El fantasma no alejó su mirada mientras ella se acercaba. Sabía quien era y sabía lo que estaba haciendo allí.

—Hola, mi nombre es Lissie —comenzó diciendo de forma cordial.

—Se quién eres —respondió el fantasma con voz seca.

—A tu esposa no le queda mucho tiempo de vida. ¿Crees que es justo para ella que andes indagando en sus últimos meses? Esta sufriendo.

—¿Y a ti que te importa? —contestó el fantasma molesto.

Lissie miró a su alrededor.

—Soy la persona que puede ayudarlos a ambos. Ella confía en mí, pero tú ¿confiarías en mí? Si no haces lo que te recomiendo —le señaló el lugar—. Quedaras como ellos.

—Tu solo quieres que no me acerque a mi mujer. ¡Que la deje sola! —ella negó.

Lissie vio una piedra gigante a pocos metros y caminó para sentarse. El fantasma del esposo de su clienta la siguió en silencio. Ella vio a lo lejos a las personas desesperadas, vueltas locas. El accidente del avión había sido desastroso y la mayoría había muerto en el acto.

Aunque casos como los de ese fantasma eran muy particulares. Había sobrevivido al accidente y habían durado bastantes días vivo. La falta de comunicación y recursos fue un grave problema. Entendía que para ese tiempo no hubiera celulares, sin embargo no podía creer que no hubieran conseguido alguna forma de encontrar a todas esas personas.

Reconocía que a veces no valía la pena justificar los hechos.

Él no era un espíritu vengativo. Solo deseaba estar con su esposa, la cual no había vuelto a casarse. Su corazón llego a achicarse en el momento. Era difícil no sentir empatía con sus clientes. Después de todo ella podía escuchar sus pensamientos, podía ver lo que habían hecho durante toda su vida con solo un roce y encima sabía ver el futuro y el pasado que les deparaba.

Su don era una tortura que había aprendido a utilizar a través del tiempo. No podía sentirse deprimida con lo que tenía, ese tiempo había pasado y una persona le dijo que tenía un don hermoso para ayudar a las personas y que no podía desaprovecharlo.

Lástima que no pudiera ser sincera con esa persona que tanto bien le hacía.

Despejó sus pensamientos y volvió a centrarse en el fantasma.

—Estas muy equivocado, pero te comprendo. Estas asustado con esta nueva aventura. Tienes miedo de que yo sea como los demás que se centran en cruzarte al otro lado y listo.

El fantasma comenzó a prestarle más atención. Aprovechó el momento para continuar hablándole.

»Yo no soy así. Me aseguro de dejar ambas partes bien, satisfechos y dispuestos a recomendarme con otros fantasmas en desespero. Doña Isa es un amor, una clienta muy dulce y cariñosa. Siempre me hace pasteles de chocolate porque sabe que son mis favoritos. ¿Cómo podría yo hacerle algo que la lastimara?

—Sé que si te hago cruzar ella jamás me lo perdonara. Por eso estoy aquí. Ella necesita hablarte. Quiere saber cómo te has sentido, lo que sucedió.

»Doña Isa se encuentra concentrada en escucharte. Ahora es tu turno de hacerlo. Cierra tus ojos y busca su voz. Llega hasta ella y tengan su momento. No pienses en lo que usualmente te han dicho. Tú puedes salir de este punto por cortos periodos de tiempo.

El fantasma la miró con sus ojos aguados. En todos esos años nadie le había dicho esas palabras. Nadie había sido tan dulce y honesto con él. Esa clarividente, bruja o lo que fuera, le estaba dando la oportunidad de oro.

Cerró sus ojos sintiendo su corazón latir con fuerza. Vería a su amor, a Isa. Apretó las manos haciéndolas puños y se concentró fuertemente en el sonido de su voz llamándolo.

Una mano acaricio su mejilla y él abrió los ojos de inmediato. Allí, delante de él y con un hermoso traje floreado se encontraba la mujer más hermosa que hubiera visto jamás. Ella sonrió acercándose hasta él y tomó su rostro acercándolo despacio al suyo.

Lissie sonrió al verlos. Ya había cumplido una parte de la consulta. Ahora les dejaría un tiempo a solas a esa pareja para que puedan hablar y entregarse al momento que llevan esperando por tantos años. Abrió sus ojos y vio el cuerpo de Isa sentado y recostado levemente, mientras tenía una sonrisa en su rostro.




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