Publicado: 21 de octubre de 2018
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Lissie puso los ojos en blanco y no se dignó en mirar a su amiga ni un solo instante.
—¡No puedo creer que eso sea lo único que dirás! —se quejó Stacy.
—Es lo único que sé. ¿Quieres que te diga una mentira?
—No sé, quizás solo quiero saber porque no estas histérica todavía.
Lissie cerró los ojos y escondió la cara en el libro.
—No tengo mucho que decir —mintió.
Stacy soltó un grito y se levantó. Lissie no fue capaz de advertir el momento en que Stacy le quito el libro de sus manos para luego sentarse a su lado.
—No lo veías desde hacía muchísimo tiempo. No puedo simplemente creer que realmente no sentiste nada. Podrás mentirle al mundo, pero a mí no me mientes. ¡Soy tu mejor amiga, carajo!
—¡Controla tu vocabulario tonta!
Stacy la golpeo en el hombro.
—Ustedes son demasiado masoquistas como para no admitir que se equivocaron. ¡Tú ves el puto futuro! No me mientas diciendo que no has visto el futuro de él.
Liss se masajeo las sienes.
—¡Realmente no lo he hecho! Además, ¿qué sentido tiene intentarlo? El daño está hecho y es un daño irreparable.
Stacy fue a responder, pero la puerta de su apartamento se abrió dando paso a Brad. Liss lo vio cómo su señal.
—¡Brad! —gritó Lissie.
Brad saludo a su mejor amiga con un abrazo.
—Puedo adivinar que he interrumpido una conversación intensa —dijo él.
—No estábamos hablando de nada importante.
—¡Mentirosa! ¡Brad! ¡Lissie no quiere admitir que volver a ver a Mathias después de tantos y tantos meses le ha revuelto el estómago! ¡Es una mentirosa!
Brad observo a Lissie con el entrecejo arrugado. Liss se levantó del sofá y camino despreocupada hasta el estante de libros. Si cuando estaba sola con Stacy era una locura, peor era cuando Brad se encontraba con ellas. Ambos la desesperaban.
—¿Con que te tenías esa información guardada, eh? ¿A mí? ¿Tu mejor amigo? —le escuchó decir decepcionado. Sonrió sin que este le viera.
—Lo siento, realmente esperaba hablarlo con los dos juntos. En fin, tampoco tengo nada que decir.
Escuchó la queja de su amigo. Sintió ese hilo de sangre que llegaba a sus sienes y cuando se dio cuenta ya todo se había vuelto negro.
Cayó al suelo desmayada.
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Mathias terminó de firmar los documentos relacionado a la nueva adquisición de su amigo Estaban. Le entregó los documentos a Betzy, su secretaria. Una vez que la mujer salió de su oficina se levantó de la silla y caminó hasta el sofá.
Esteban había sido claro como el agua. Si la situación continuaba asi, la amistad de ambos terminaría. No quería que las cosas siguieran ese ritmo. Durante ese tiempo él se había encargado de evitar ir a su casa. A las fiestas importantes procuraba asistir durante poco tiempo y también evitaba cualquier tipo de contacto con ella.
Así había sido en los últimos años. A veces simplemente no se podía obtener todo lo que se deseaba.
—Sr. Lorrinson —él rápidamente alzó la vista encontrándose de nuevo con su secretaria.
—Betzy, ¿paso algo con los documentos que le entregue?
Ella negó de inmediato. Mathias notó su nerviosismo. Era poco usual en ella estar nerviosa.
—En realidad se debe a otra cosa, señor.
Él arrugó el entrecejo.
—¿Qué es lo que está sucediendo?
—La Srta. Lorens se encuentra aquí.
El mundo pareció paralizarse a su alrededor. Betzy notó la palidez de su rostro.
»Yo puedo decirle a la joven que deje un mensaje —Mathias negó y pareció recobrar poco a poco la compostura.
—Yo puedo atenderla, no se preocupe. Dile que pase, por favor.
—¿Desea que le traiga un vaso con agua? —preguntó.
Mathias negó con una sonrisa que no llego a sus ojos.
Lissie se abrazó a sí misma. ¿Por qué su hermano no contestaba su puto celular? ¿Por qué nadie lo hacía?
Como último recurso había decidido ir hasta su oficina.
Pisar la compañía le traía recuerdos gratos y no tan gratos. La última vez que la había visitado solo había llegado hasta la recepción. Ahora se encontraba frente a la oficina del vice-presidente de la compañía.
Se pasó la mano por el cabello. Su visión había sido tan exacta y repentina. Necesitaba la ayuda de Mathias.
—Puedes pasar, Srta. Lorens.
Liss asintió y sonrió mientras entraba a la oficina.
Mathias alzó la vista al verla entrar. Lissie llevaba una camisa blanca y sobre esta tenía su chaqueta de cuero negra. Siempre andaba en pantalones largos y negros. Tenía el pelo recogido en una cola y no tenía mucho maquillaje puesto. Ella era capaz de llamar la atención incluso vestida de payaso. Solía molestarla con eso.