El Linaje de Lissie Lorens

12. Unidos

—No deberías tener miedo, solo será un fin de semana con ellos —intentó alentarla el fantasma de la pequeña niña del parque. Lissie continúo en el columpio con una pequeña sonrisa en su rostro.

Los días continuaban pasando y ella no le había dicho la verdad a nadie. Solo Stacy lo sabía y Brad. Este último puso el grito en el cielo cuando supo lo que ella estaba obligada hacer.

No estuvo de acuerdo, pero contra una clarividente él no podía discutir. Ella lo estaba bastante. Kyler no se había asomado por su mente y eso le daba cierta tranquilidad. De todas formas sabía que luego tendría que verlo durante toda una semana.

«¿Cómo se podía fingir amor?» pensó mientras se mecía en el columpio. Era tan fácil fingir indiferencia, pero amor, ella no tenía ni idea.

—¿Qué crees que debería hacer? —se escuchó preguntándole a la pequeña niña.

—Ser valiente —contestó ella. Estiró su mano dándole una rosa blanca y luego desapareció.

Lissie tomó la flor en su mano y soltó un suspiro. No estaba siendo valiente. Kyler le había robado la poca valentía que tenía en sus sueños. Ahora no sabía cómo reaccionar ante una situación de temor. Tenía miedo. Había algo que debía hacer antes de marcharse. No sabía si regresaría con vida y debía intentar no decaer.

Durante la tarde estuvo atendiendo a los clientes. Ese día habían ido muchos más. «¿Tan despistada estaba que había dado citas a más de diez personas sin darse cuenta?» Había terminado agotada y sin ganas de irse de su estudio. Sin embargo, no podía darse por vencida.

Los mensajes de Stacy no paraban de llegarle. Por un lado, la chica estaba feliz de que gracias a su amiga podía darse una escapada romántica con su novio. Por otro lado, estaba vuelta loca. Saber que ni la misma Lissie podía adivinar qué pasaría ese fin de semana le preocupaba.

—Intentare dar lo mejor de mí. No tengas dudas —fueron las palabras de Lissie a su mejor amiga. Stacy le había abrazado con fuerza.

—Te queremos, lo sabes, ¿cierto?

—No tienen que repetirlo. Nos mantendremos en contacto.

—Solo debes fingir estar enamorada. Podrás con eso.

—¿Cómo fingiré estar enamorada de una persona que me desagrada?

—Tengo fe en ti, con eso es suficiente.

Lissie negó sin poder creerlo.

—Gracias por la confianza. Me animas —dijo sarcástica.

—Disfruta de esta noche, Lissie. Mañana partirás con ese hombre.

—Si, claro.

Lissie terminó de hablar con su amiga y se montó en su auto. Una sensación de angustia se había instalado en su pecho. Se apretó el pecho e ignoro esa presión. No podía permitir que su mente continuara jugando de esa forma extraña. Miró el reloj dándose cuenta de que estaba tarde para la cena que tendría con Mathias.

Lo que más lamentaba de todo eso era ocultarle la verdad. «¿Cómo decirle que debía fingir ser la novia de otra persona?» Simplemente eso no era una opción para ella. Si Mathias llegara a enterarse, realmente no sabía cómo reaccionaría. Durante el camino intento no pensar en el lio en el que estaba. Debía disfrutar de esa cena, de la compañía de su novio. Y sobre todas las cosas, olvidarse de lo que estaba haciendo.

Cada una de sus decisiones era precisamente para proteger a sus amigos, a su hermano y a todos. Detestaba que el lio fuera en parte de ella. Si Kyler estaba diciendo la verdad, su lio fue por ella y eso era algo que no le gustaba. Llegó a la casa de Mathias y decidió dejar de pensar en lo que pasaría luego.

—Tienes que concentrarte en tu noche, Lissie. Quizás sea la última que pasen juntos —dijo en voz alta muy paranoica.

Claramente odiaba ocultar las cosas. Sintió una pelota caer en sus pies y rápido miró a un perro color negro correr hasta ella.

Era un pequeño fantasma perruno en busca de atención. Ella sonrió y tomó la pelota para luego tirársela al animal. El perro feliz corrió hasta ella. Lissie alzó levemente la vista y descubrió a una señora que la miraba con reprobación. Ella no dejo de sonreír. Disfrutó ver el rostro de la señora al ver que una pelota de tenis estaba acercándose a ella. Pero no había nadie que la tenía.

—Buen chico —dijo Lissie al perro. Este dejó caer la pelota y Lissie la tomó—. Vamos adentro, pequeño. Que llego tarde a mi cita.

El perro camino a su lado. Justo cuando pasaba por al lado de la señora la escucho murmurar.

—En este planeta no deberían haber abominaciones.

Lissie la ignoro. Si esa pobre mujer supiera la cantidad de seres sobre-naturales que existían. Realmente la pobre no estaría tan feliz. Sin embargo, para los humanos los seres abominables son aquellos que ven a los fantasmas. Los que interactúan con ellos y no lo ocultan.

—Traje compañía, Mathias —dijo ella mientras dejaba pasar al perro a la casa.

Mathias salió de la cocina justo en el momento en que veía una bola de tenis flotar por el pasillo. Miró a su novia con una ceja alzada. Ella se encogió de hombros y sonrió.

—Primero un gato y ahora ¿un perro?




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