El Linaje de Lissie Lorens

14. La casa en el cementerio

Lissie comenzó a sentirse incomoda en el asiento. Tenía las piernas entumecidas y el dolor de cabeza no desaparecía. Después de la comida en aquel restaurante había vuelto a dormirse en el auto sin dirigirle ninguna palabra a Kyler. Principalmente porque no le apetecía hablar sobre el beso y las demostraciones de afecto. Le incomodaban y la hacían sentirse aún peor cuando pensaba en su mentira.

Sabía que a Kyler no le resultaba ningún problema. Desconocía si él tuviera algún interés amoroso serio. Él no demostraba ser un hombre de sentimientos genuinos y dudaba que realmente fuera a enamorarse de alguien.

Su atención estaba mucho más en el poder que le proporciona ser clarividente. Y ahora necesitaba su ayuda para no terminar en una tumba. La escasez de su gen comenzaba a ser notable. Le exigían a los clarividentes formar una familia para continuar con la raza. La muerte a temprana edad no era una opción para ellos. El silencio comenzó a ser aún más pesado y simplemente lo odiaba.

—¿Exactamente a donde vamos a ir? —preguntó Lissie. Le dolía bastante la cabeza y le resultaba una pereza pedirle a Kyler algún analgésico.

Desconocía cuánto tiempo había estado dormida en el auto. Lo único que podía decir con gran certeza es que la cabaña en la que estuvo en cautiverio no desaparecía de su cabeza. Se le ponían los pelos de punta cada vez que ese recuerdo aparecía. Odiaba que en sus sueños se mezclaran. Una parte de su alma había quedado con una gran marca imborrable. Y en sus planes no estaba sacarla a la luz. Nunca.

Intentaba con cada despertar olvidar lo que pasó. Necesitaba dejar ese recuerdo completamente oculto bajo su ser. Recordaba a la perfección el día en que escapó. Se desmayó tan pronto la policía la desamarro de la camilla y le colocaron una bata blanca para tapar su desnudez. Había adelgazado en esas dos semanas, estaba sucia y anémica. Agradecía haber sido tratada como un bebe en el hospital.

Los cuidados fueron genuinos y la ayudaron en todo. Ella no tenía voz para confesar todo lo que pasó y ayudaba que la mayoría en ese hospital no supieran que ella era una clarividente en potencia. Los primeros días se dedicaron a limpiarla, ponerle suero y dejarla en constante vigilancia. No comprendían como es que una chica con todos sus problemas, no estuviera en cuidados intensivos. Obra de su gen. Cuando despertó el guardia que la salvo estaba allí.

—En estos momentos lo único que nos importa es que te recuperes. Cuando te sientas preparada, podrás decirnos todo lo que sabes. ¿Te parece bien? —le había dicho con amabilidad. La miraba como si de un padre se tratase. Lo que la hizo sentirse cómoda con su presencia.

—Ella murió —confesó luego de unos minutos en silencio. El policía se encontraba parado frente a la ventana. La vista no era maravillosa, al menos no para ella y para su pesar se encontraba lloviendo.

Tan pronto escucho esas palabras él la miró. Y ella cerró sus ojos para intentar no recordar con exactitud las palabras de Emilie.

»Esas personas… me tomaron como la preferida —comenzó a decir. El policía se acercó y tomó una de sus delgadas manos. «¿Cómo no sentirse en deuda con esa niña cuando le recordaba a su propia hija fallecida?» pensó mientras se preparaba para escuchar parte de la confesión.

»Ellos… ellos simplemente comenzaron a centrarse en mí. Siendo yo sola el juego de ambos. Lo que los llevó a despreciar a Emilie. A convertirla en solo un florero sin utilidad. Y luego… —Lissie respiró hondo con sus ojos llorosos. El policía apretó su mano instándole a no continuar—. Ellos luego se la llevaron en un momento en que yo estaba dormida. Nunca más regreso. Sus restos fueron la comida de ellos durante dos días.

Lissie comenzó a llorar y el policía aun en su estado de conmoción llamó al doctor. Le pusieron un calmante y por ese día ella no volvió a despertar. Ese caso estaba siendo uno de los más difíciles para él. No podía evitar pensar en su hija. En que fue secuestrada con la misma edad de Lissie Lorens.

Y su hija sin embargo no tuvo la suerte tampoco de salir viva como la otra joven, Emilie. Le dolía bastante recordar a su niña. No pudieron recuperar por completo el cuerpo. Y ahora debía buscar la forma de darles la notica a los padres de Emilie.

El director de la escuela de esas jóvenes había sido muy claro con él. Los familiares no podían saber la verdad de la situación. La familia de Emilie no podía saber cómo fue que falleció su hija y la familia de Lissie no podían saber por todo lo que paso. Detestaba estar en esa situación que iba contra toda regla. Su trabajo había sido amenazado y su principal meta es hacer justicia para esas jóvenes.

Había estado hablando con la maestra de las menores. A diferencia del director, ella era mucho más comprensiva. Estuvo al lado de la niña pelirroja todo el tiempo y lloró cuando le confirmo que la joven Emilie había fallecido. «¿Cómo esa niña superaría lo vivido?» pensó mientras la dejaba nuevamente dormida en la habitación.

Ahora tiempo después ella sabía que nunca lograría borrar ese recuerdo por completo de su mente. Confiaba con toda su alma en su hermano y en sus amigos. Le era enormemente difícil hablarles sobre ese día. Confesarle a Mathias que esa fue la razón por la que lo termino. Le destrozaba el corazón aun sin siquiera decirlo. No estaba segura si lograse revelar esa información alguna vez.

Si realmente encontrar las fuerzas para hacerlo. Se removió incomoda en el asiento. Recordar simplemente habría una brecha sobre su mente y lo menos que deseaba era que Kyler supiera su secreto.




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