—Vamos, Mathias, no te cuesta nada decirme que tal fue esa salida de espías —dijo Esteban.
Mathias se encogió de hombros y continúo sin responder. Peter pidió que no dijera nada y respetaría su pedido.
—¿Cómo van las cosas en la empresa? —preguntó.
—No, no y no, tú no me vengas con esa táctica. Quiero saber cómo estuvo eso.
—Ya te dije, hombre, deja de joder. Todo estuvo muy interesante.
Siguió comiendo mientras Esteban lo miraba insistente. No creía que estuviera hablando en serio.
—Si tanto quieres saber sobre mi misión, mejor pregúntenmelo a mí —dijo Peter llegando al restaurante.
—Ahí tienen —murmuró Mathias.
Reviso su celular para comprobar que Lissie no le había escrito todavía. Y aunque quería darle su espacio, sentía que algo no estaba bien. Una parte de él quería llamarla. Sin embargo, Stacy era insufrible y había puesto reglas en esa salida. Tenía que reconocer que comenzaba a sentir cierta dependencia en esa relación. Y no le gustaba.
Era como si todo girara alrededor de ellos dos y la palabra mal amenazara constantemente. No quería sentir que ambos debieran estar juntos todo el tiempo. Y ni siquiera podía usar de excusa la frase que decía que había que recuperar el tiempo. Tenía miedo de que ella volviera a alejarse. Justo cuando se rindió, ella le abrió las puertas de su vida. No le encontraba sentido que volviera a retroceder.
Sin embargo, Lissie siempre ha sido una chica que toma decisiones que nadie más se espera. Que decide por todos porque tiene esa habilidad para hacerlo. Sintió de nuevo inseguridad y dolor en su pecho. Estaba entrando en crisis. Impresionante.
Esperaría a que llamara.
No podía convertirse en el tipo de novio controlador y agobiante. Era un hombre de 28 años, no un adolescente.
—He estado sacando cuentas. Cuando Lissie regrese será el día de la fiesta de aniversario. Me pregunto qué será lo que esconderá esa fiesta.
Mathias se encogió de hombros mientras tomaba su cerveza.
—Una boda… siempre se anuncia el matrimonio de alguien —dijo y escuchó a Edward reír.
—¿Te imaginas si es para una boda? Eso provocara que la clarividente haga explotar todas las lámparas.
—Mi hermana no es tipo Carrie —dijo Esteban y ahí una vez más formaron una discusión que terminó en risas. Eran unos payasos. Los demás podían pensar que a veces ellos eran muy infantiles cuando estaban juntos.
Caminó hasta el balcón del restaurante y fue seguido por Peter mientras Edward y Esteban se quedaban en la barra.
—Suéltalo, Mathias. ¿Qué es lo que pasa? —preguntó mientras ponía una mano en el barandal.
—Siento una terrible necesidad de llamar a Lissie y preguntar cómo andan las cosas. No quiero convertirme en el tipo de novio toxico que desea monitorear a su pareja porque tiene miedo de que se aleje.
—Tú no eres ese tipo de hombre.
—No estoy muy lejos de convertirme en uno, parece.
—No puedes creer que en cualquier momento ella terminara la relación. Eso no es sano para ninguno de los dos.
—Yo lo sé, simplemente que mi cerebro no me está dejando pensar.
—Sé que de todos no soy el mejor dando consejos. Solo te digo que esperes y le dé su espacio. Ella llamara cuando deba hacerlo.
Mathias asintió mientras giraba levemente la cabeza y veía que Edward estaba riendo con algún comentario que habría dicho Esteban de seguro.
—Me preocupa lo que me hará este nuevo cambio. En lo que me convertiría.
—¿De que estas hablando? —preguntó confundido. No se creía realmente de que Mathias estuviera dudando de su relación. ¿O sí lo estaba haciendo? Todo ese lio le seguía resultando raro.
—Hemos pasado por mucho durante este tiempo en que estuvimos separados. Al Esteban ser mi mejor amigo, siempre he estado pendiente a lo poco que habla de su hermana. Yo tuve mis parejas, no demasiadas, pero las tuve —se detuvo al ver la mirada de confusión de Peter—. Amo a Lissie, Peter, eso no lo dudo y eso no lo dudes. Realmente amo a esa chica.
—Pero…
Mathias suspiró.
—Sé que me está ocultando algo importante y siento que esta necesidad de hablar con ella se debe a que deseo saber qué es eso que le inquieta y no me quiere decir. No soy estúpido Peter. Dos personas pueden amarse, pero la confianza puede estar fracturada.
—Y eso es justo lo que sientes con Lissie —completó Peter le tendió su cerveza a Mathias.
Al fin había soltado lo que llevaba pensando incluso antes de Lissie marcharse. Sentía que le estaba haciendo bien conversar con Peter. Decir sus dudas en voz alta estaba costándole.
—No sé qué hacer.
Peter sopeso sus palabras. Lissie y Mathias se conocían desde hacía años. Aunque a veces no importa cuánto conozcas a la otra persona. La confianza siempre está en una línea muy fina.
—¿Por qué no vas y le das una sorpresa a Lissie en el hotel? —sugirió Peter.