El Lirio Azul

Capítulo 13: El Lirio Azul

La Hacienda ya no era un lugar de luto. Era otra cosa. Más silenciosa, más limpia. Había nuevos administradores, nuevos estudiantes en la fundación, nuevos brotes en los jardines.

Pero yo no podía cerrar la historia sin volver a Juan Diego Cordero Agón.

Lo encontré un mes después, en un rincón de Salento, en una cafetería con nombre poético: Flor sin Jardín.
Estaba allí, como siempre: libreta en mano, lápiz afilado, camisa de lino bien planchada.
Parecía no haber cambiado nada... excepto por sus ojos. Ahora llevaban paz.

—¿Viniste a escuchar mi confesión? —dijo, sonriendo.

—Viniste a contarme la verdad. La última.

Se sirvió té. Hizo una pausa larga. Luego comenzó.

"Yo no vine por justicia, Cristóbal. Vine por deuda."

—Años atrás —dijo—, cuando aún era agente encubierto en Europa, cometí errores. Uno de ellos costó la vida de una mujer inocente. Fue silenciado. Clasificado. Pero Emilia lo descubrió.

—¿Cómo?

—Era brillante. Seguía los hilos más pequeños. Me encontró en medio de una red rota. Y no me denunció. Me ofreció algo más temible: una segunda oportunidad.

—¿Por qué lo hizo?

—Porque vio algo en mí que yo había enterrado. Me dio un empleo, me dio techo, pero sobre todo... me dio dignidad.

—¿Y El Lirio Azul?

—Era su forma de sembrar belleza en un mundo que había lastimado tanto. Era su refugio. Y cuando murió, su flor más delicada se volvió arma.

Cordero miró por la ventana. Afuera llovía. Pequeños lirios colgaban de una jardinera oxidada.

—¿Y por qué aceptaste el caso?

—Porque era mi forma de devolverle algo. No podía salvarla. Pero podía limpiar su memoria. Y sembrar justicia donde quisieron enterrar silencio.

Saqué de mi bolso el poema de Leonardo. Lo leyó en silencio. Sonrió.

—Cumplió —dijo.

—¿Leonardo?

—No. Ella.

Antes de irme, me dio un sobre sellado. Su letra, firme como siempre.

"Si alguna vez el mundo vuelve a necesitarme,
no me busquen en las oficinas.
Estaré donde florezca algo que nadie vio nacer.

J.D.C.A."

Hoy, la Fundación Azul Vida lleva el nombre de Emilia Del Campo.
Leonardo enseña poesía a niños sin hogar.
Cintia trabaja para una ONG de medicina natural en la Amazonía.
Y yo, Cristóbal Vega, escribí esta historia.

El Lirio Azul no es solo una flor.
Es una advertencia, un símbolo, una promesa.

Y como toda flor... vuelve a crecer.
Solo necesita tierra, tiempo... y verdad.

FIN 🌿




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