El llamado de la magia (libro #1)

Capítulo 4: Los nervios son lo de menos

«Respira hondo, Lizz, tú sabes que puedes hacer esto, será pan comido» no quería sonar intimidada por las pruebas, mucho menos insegura acerca de si iba a pasar o no, pero mi inquietud ni siquiera se detuvo aun cuando me encontraba abriendo y cerrando mis manos en puños cada vez que veía la hora en el reloj de mi habitación; dado que hoy era el día que empezarían las pruebas para la CDG, la señora Blanchett menciono como comunicado en toda la academia que este día no habrían clases, sobre todo para evitar el estrés de los que se presentarían como postulantes a las pruebas, según lo que nos había contado Spencer, algunos nos pasaban las pruebas, si bien no era la mayoría, aun así había un ligerísimo miedo en mi pecho de que no pudiera pasar las pruebas y si quería volver a hacerlas, tendría que esperar todo el año hasta el próximo para volver a intentar postular.

Volví a mirar el reloj por undécima vez mientras esperaba a que sea la hora para poder bajar al patio, allí había una reja que separaba la zona que era la academia con otro edificio que Gwen me había enseñado el tercer día que estaba entrenando con ella, ese edificio era la zona de la CDG que compartían aquí en este territorio, o al menos eso me había indicado ella; suspiré mientras me frotaba la sien, deshaciendo mi cola de caballo y dejando que mi cabello cayera por mis hombros, si bien me llegaba pasando los hombros no era tan largo, observé los mechones de color marrón pero con una cierta tonalidad pálida, apagada… Siempre me pareció bastante aburrido, pero aun así era mejor que tratar de arreglármelo por mí misma, yo era un desastre con cualquier producto de belleza o con cualquier truco para hacer ver bien el cabello.

Trate de tranquilizarme un poco y mejor comencé a pensar en algunos de los apuntes que había tomado durante las clases para mejorar mi conocimiento junto con lo que me había enseñado Gwen, si bien Maya y yo habíamos estado estudiando con ella y a veces con Spence, yo sentía que no era suficiente y que lo mejor era hacer apuntes, tomé uno de mis mechones rebeldes para acomodármelo mientras el recuerdo de aquel cabello pelirrojo de quien Gwen había llamado Camille vino a mi mente, la tonalidad encendida y llamativa de aquella melena rojiza con ligeros tonos anaranjados me hizo recordar al fuego danzante de una fogata, como la fogata que habíamos hecho una vez cuando fuimos de campamento con la madre adoptiva de Maya, además de que por alguna razón volví a recordar los ojos verdes brillantes que habían cambiado de tonalidad por momentos… «Espera ¿Qué estoy pensando?» Sacudí mi cabeza ignorando el hecho de que había estado pensando en la tal Camille y me tumbé en mi cama, apoyando mi cabeza sobre mi almohada.

Esperaba que una ligera siesta me ayudara a calmar los nervios que comenzaban a ser más que “simples lombrices en el estómago” como decía Paige Peterson, o bueno, la señora Peterson como quería que la llamara.

Una vez que dejé que mis párpados cayeran y me dejara sucumbir ante el ligero sueño, la sensación de nervios pronto cambió a una de… ansiedad; mi mente comenzaba a llevarme nuevamente a ese escenario constante que me provocaba la falta de sueño: un bosque oscuro junto con una tormenta que casi parecía ser la furia de la propia madre naturaleza y que movía las ramas de forma exagerada y frenética no eran exactamente las cosas que más me mantenían con esa ansiedad y miedo presentes siempre en todos estos sueños, sino que la sensación de que sabía que algo me estaba persiguiendo a pesar del escenario casi abrumador era lo que provocaba ese indicio de inquietud en mí, había una risa resonando, o al menos eso es lo que me parecía escuchar en medio de cada rama que se interponía en mi huida, mis tobillos se debilitaban con cada zancada que daba y a pesar de que trataba de zafarme los más rápido que pudiera aun cuando escuchaba gritos a la lejanía; sentía como mis piernas eran arañadas, y no solo por las ramas…

Pero esta vez, una voz se hizo presente, y pude identificarla con la misma voz que había aparecido en mi mente antes.

-¡Corre, Elizzabeth! -apenas fue audible para mis oídos cuando en esta ocasión, sentí un tirón en una de mis piernas, lo que me hizo caer de cara al césped, me levanté con ritmo apresurado y sin importarme el hecho de ver que aquellos rasguños comenzaban a sangrar además de estar manchada de barro, seguí corriendo sin importar que.

«Tienes que despertar, Lizzie… Tienes que levantarte ahora… ¡Elizzabeth, corre!»

Me senté de golpe cuando sentí una opresión fuerte en mi pecho, con la respiración entrecortada y un temblor que recorrió todo mi cuerpo, me sujeté el pecho sintiendo que casi iba a vomitar, no sabía si era por el miedo o la ansiedad que había sentido, pero esta pesadilla se había sentido diferente, era diferente y lo sabía, aquella voz nunca se había hecho presente en mis anteriores pesadillas o al menos no de ese modo… «Siempre habían sido gritos, nunca la escuché tan claramente como ahora» titubeé un poco antes de poder recuperarme por completo y tuve que pasar mi manga por mi frente, al levantar la mirada, me congelé de inmediato.

«Mierda» ni siquiera esperé a procesar todo cuando salí corriendo de mi habitación por los pasillos, «Mierda, mierda, mierda…» me repetí mentalmente mientras esperaba encontrarme con aquellas escaleras que ya se me hacían conocidas desde hace una semana que había estado aquí en la academia, solo esperaba y rezaba de que fuese una broma y aún no hubiera empezado nada y los reclutantes estuvieran llegando todavía, porque si no era nada de eso, se vería muy mal el hecho de que llegara tarde a la ceremonia de inicio de las pruebas. «Por favor, que aun estén llegando los demás, porque si no… Habré arruinado la buena imagen que estoy tratando de construir… y mucho» no me bastó el tener que bajar las escaleras saltando uno o dos escalones para bajar más rápido, sino que tuve que suspirar y tragarme mi vergüenza al tener que apartar de porrazo a algunos estudiantes en mi camino por los pasillos, - Permiso, con permiso -repetía cada vez que terminaba chocando con algún estudiante de por medio o lo apartaba bruscamente, «Por favor, por favor, no quiero llegar tarde» mi paso acelerado casi me hizo resbalarme al doblar por un pasillo mientras hacía todo lo posible por poder correr lo más veloz que pudiera, al llegar a otro pasillo, el que daba justamente a un salón abierto al jardín y donde se haría la ceremonia de iniciación, me detuve y comencé a recuperar el aire que había perdido, aunque al levantar mi mirada pude observar a otros dos chicos que tendrían casi mi edad, o eso deduje, llegar corriendo por otro pasillo; uno de ellos tenía el cabello de tonalidades marrones café pero había algo en sus ojos verdes claros que me hizo recordar a la pelirroja, pero lo que me sorprendió un poco más fue el hecho de ver al otro chico de cabello azabache, «¿Por qué me recuerda a…?» pensé en Gwen al instante, su piel pálida era casi idéntica a la de ella además de que su rostro tenía la misma forma que la de mi amiga, pero sus ojos, a diferencia de los que poseía ella, los de este chico tenían un color anaranjado, no de un color brillante ni demasiado chillante, sino que me recordaba casi al color de las alas de una mariposa monarca a plena luz del atardecer, o incluso a este mismo.



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En el texto hay: sangre y muerte, adventure, fantasyworld

Editado: 28.12.2025

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