Capítulo 38
Oriana
La tensión se puede cortar con tijeras, Nath va a toda velocidad, ignorando la mayoría de las señales de tránsito, mira al frente pero aun así está ausente, perdida en sus pensamientos; saco mi celular y busco algo que hacer, algo que me haga olvidar, aunque sea por un momento todo lo que se avecina.
—Todo estará bien, todo estará bien… —repite Nathalie entre dientes, muchas veces.
Me da algo de lástima, pero prefiero hacer otra cosa antes de que me de un ataque de nervios, pongo la primera canción que aparece en mi inicio, conecto mis audífonos y me concentro en la letra…
The nights—Avicii
El ritmo se apodera de mi y poco a poco empiezo a cantar y hacer el intento de bailar sentada, al notar tanto movimiento Nath voltea a verme y sonríe, le causa gracia mi espectáculo. Desconecto los auriculares del celular y empezamos a cantar juntas.
—One day my father he told me, son, don’t let it slip away —empecè a cantar/gritar esperando que me siguiera.
—He took me in his arms, I heard him say. When you get older, your wild heart will live for younger days, think of me if ever you're afraid
—He said, one day you'll leave this world behind, so live a life you will remember —empezamos a cantar juntas—. My father told me when I was just a child, these are the nights that never die. My father told me.
Y así seguimos camino a casa, cantando al ritmo de Avicci; la tensión bajó mucho, llegamos riendo como unas locas, al menos logré que se relajara un rato.
El sol antes de la tormenta.
Literalmente, justo estaba Michael a punto de tocar el timbre, nos miró extrañado, sin saber qué hacíamos en la calle cuando hace menos de quince minutos había hablado conmigo y se suponía que estábamos en casa.
— ¿Qué hacen afuera? ¿No estaban aquí?
—Ay por Dios, ¿ni un hola? —salvé a Nath de responder— Llegaste como mal educado de Hungría.
Con una sonrisa forzada, al menos a mi parecer, se acercó a nosotras y nos saludó con un abrazo y un beso en la mejilla; lo noto tenso, como si no quisiera abrazarme, todo lo contrario a como es con Nath, a ella si la abrazó con gusto, hasta un rato más del necesario. Ella se separó incómoda y le regaló una sonrisa forzada.
El karma existe mi querido Michael.
—Yo mejor los dejo solos, voy a mi cuarto —paso a la casa y cierro rápidamente, no quiero estar presente cuando empiece la tercera guerra mundial, porque es lo más seguro, Michael no va a aceptar el lazo entre Samuel y Nath.
Nathalie
Ahora se viene lo difícil, ¿cómo le digo a Michael la verdad? Sigue siendo mi novio y a pesar de todo no quiero que me odie, solo a Oriana se le ocurre dejarme sola en este momento, a veces pienso que le gusta verme sufrir.
—Amor, ¿qué tal si vamos por un helado? —me saca del trance— Así nos ponemos al día, hace mucho que no hablamos y quiero saber que ha hecho mi novia durante este tiempo.
No lo hagas más difícil por favor, suficiente tengo con el remordimiento que cargo.
—Si, es lo mejor —así por lo menos no estaremos en mi vecindario, donde cualquiera haría un chisme—. Vamos ya.
Me pregunta hacia donde quiero ir, decido ir al lugar más lejano, donde no conozca a casi nadie, así al menos no tendría tanta presión en mí. Paso todo el camino tratando de idear un plan, una manera de decirlo sutilmente, trataré de que no se enfade, al menos no al extremo de hacer una locura; cuando llegamos a la heladería él baja a abrir mi puerta, antes de que lo logre salgo del auto, mientras más rápido sea esto mejor, y si no hay muestras de cariño mucho mejor.
—Michael… tenemos que hablar —me mira extraño, preguntándome con la mirada si es algo malo—, entremos por favor.
Compramos los helados con una tensión inmensa en el ambiente, las personas a nuestro alrededor lo notaban y preferían alejarse, los entiendo, yo haría lo mismo. Salimos a un parque que estaba cerca y nos sentamos en una banca que había vacía, aún no estoy lista para hablar, me dedico a terminar mi barquilla, el silencio es tenso y apenas termino empiezo a hablar, el aún no ha terminado pero eso no importa en este momento.
—Verás… en este tiempo han pasado muchas cosas, sé que has notado que estoy distante, he cambiado en este tiempo Michael —él asiente y me deja seguir hablando—. He conocido personas, en otro momento no lo hubiera hecho, los prejuicios hubiesen podido conmigo, me criaron con ese ideal. Ahora, iré directo al punto, soy mate de un hombre lobo, lo conozco desde hace tiempo, te juro que no te fui infiel mientras estuviste aquí —la voz se me entrecorta, volteo a verlo y él está mirando al suelo, su barquilla está en el suelo—, estaba confundida, no sabía lo que quería, te amaba pero la atracción que sentía hacia él era demasiada, la tentación pudo conmigo a los pocos días de irte —paro un momento a tomar aire—; te fui infiel, me acosté con él y si te soy sincera no me sentí mal, al menos no al momento.
— ¿Me puedes decir quién es? ¿Lo conozco? —susurra, no me mira a la cara.
—Se llama Samuel, solo lo has visto, es profesor de Oriana —un silencio incómodo se posa sobre nosotros—. De verdad lo siento mucho Michael, te quiero como no tienes idea pero lamentablemente ya no te amo.
Mi voz poco a poco va bajando, él se levanta de golpe, sobresaltándome, patea una papelera que había cerca y va hacia su coche, debo asegurarme de que esté bien, no me perdonaría si le pasara algo.
— ¿¡A dónde vas!?
— ¡No te importa! —sube a su carro y arranca, por suerte un taxi va pasando por allí y se estaciona al verme, subo y le pido que lo siga.
Estamos lejos de mi casa, no sé a dónde irá por aquí. Luego de un rato empiezo a reconocer el camino, estamos cerca de la casa de Samuel, ¿qué mierda vas a hacer Michael?
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Editado: 30.10.2022