El Llamado de la Sangre

Capitulo 39

Oriana

—No dejaré que le hagas nada, si lo quieres golpear tendrás que quitarme del medio primero —poco a poco la valentía se apodera de mí, un cosquilleo me recorre todo el cuerpo, es como si otra parte de mi quisiera salir.

Michael está rojo de la furia, quizá pensaba que me pondría de su lado, pero no dejaría a Samuel solo, él me apoyaría también. Nath —que acababa de entrar y estaba como en shock— se pone a mi lado y hacemos frente a Michael, es irónico, en otra situación estaríamos defendiendo a Michael en vez de a Samuel. El último nos hace a un lado y se pone frente a nosotras, nos da una mirada de advertencia, indicándonos que nos alejáramos del sitio. Me coloco en un sitio donde pueda ver fácilmente todo lo que pase.

—A ver hombre, no te conozco ni tengo ganas de hacerlo, ahora, te pido que te marches de mi casa, no eres bienvenido aquí.

Es increíble la capacidad que tiene Samuel de dialogar en un momento como este, yo ya hubiese empezado a golpearlo. La tensión está en el ambiente, los cuatro estamos tensos, es como si supiéramos que algo malo pasará.

—¿Crees que con unas palabritas podrás hacerme cambiar de opinión? Yo no vine aquí a darme por vencido, a entregarte a MI novia en bandeja de plata.

Samuel empezaba a perder la paciencia, su respiración se iba haciendo irregular, lo miraba con ira y si las miradas matasen ya Michael estaría bajo tierra, aunque no puedo decir lo contrario de Sam.

—Ya que vamos a pelear, ¿por qué no nos presentamos antes? Así sabremos quién es nuestro contrincante, quien sabe, quizá hasta pueda decir con orgullo que te derroté. 

—No cantes victoria tan rápido, imbécil. También podría ser yo el que lo diga—hizo una pausa—. Soy Michael Biayer, líder del aquelarre Moon Witches, y voy a ser quien te…

—¿Es tanto tu cinismo, que después de arrebatarme a mi hermana y matar a mi familia y a mi manada, vienes a quitarme a mi mate?

Eso sí que no me lo esperaba. ¿Cómo es que Michael hizo todo eso?

—¿Qu—é…? —Samuel le dio un golpe en la quijada antes de que siguiera— Samuel Salvatore, tanto tiempo sin vernos—sonrió cínicamente, tenía sangre en los dientes, era una vista terrorífica—. Pero… creo que aún no lo entiendes… si ya te gané una vez, ¿qué te hace creer que no podría hacerlo ahora?

—Era solo un niño, no podía defenderme frente a todo un maldito aquelarre —lanzó otro golpe—; destruiste mi vida, me quitaste lo más importante que tenía.

Con un poco de esfuerzo Michael se quitó a Samuel de encima, Nath se acercó a él e intentó calmarlo, Michael los miro un segundo y volteo hacia mí; parecía otra persona, alguien más aterrador.

—Nos vamos, ¡ya! —no me lo estaba pidiendo, me ordenaba que me fuera con él, como si no pudiera estar aquí, poco a poco me encogí en mi lugar, temerosa— TE DIJE QUE YA.

—No voy a ir contigo, no así.

Una fuerte turbonada azotó la casa, las ventanas se abren y cierran seguidamente, la intensidad del viento aumentaba junto con el enfado de Michael, ¿cómo es posible que él logre eso? Las cosas volaban por toda la casa, quedaría destrozada, mire un momento hacia Samuel y Nath, él trataba de protegerla con su cuerpo y trataban de aferrarse a las columnas o a cualquier cosa para no salir volando. Extrañamente a los únicos a los que no nos afectaba el fenómeno era a Michael y a mí, estábamos de pie como si no pasara nada; estaba enfadada, todo lo sucedido el día de hoy buscaba salir de alguna manera, por instinto arranqué el medallón de mi cuello, una fuerza mayor se apoderaba de mí, como si estuviese recobrando energía.

—¡YA! ES SUFICIENTE —estiré mis brazos a los lados al mismo tiempo, el viento poco a poco se fue extinguiendo hasta ser casi inexistente, todos los presentes me miraban atónitos, bajé un poco la voz—. Me cansé de este espectáculo, ¡no puedes venir aquí a cambiar lo que el destino quiso así, no después de desaparecer por más de un mes! ¡Así que te largas! ¡Ahora!

—Esto no se va a quedar así, te acordarás de mi Oriana Adams, o debería decir, Samantha Salvatore.

¿Qué mierda? Esto no puede ser cierto.

—¿Qu—é mierda? —gracias Samuel, dijiste justo lo que pensaba— ¿Oriana es mi hermana?

La nueva información me cayó como un balde de agua fría, la adrenalina y la valentía que hasta hace un momento albergaban en mi se fueron, como si nunca hubiesen estado allí. La energía que tenía me abandonó y caí al suelo con un golpe seco, me senté con las rodillas flexionadas, abracé mis piernas y comencé a llorar, no sé si de tristeza o de felicidad, al menos sé que mi familia no me abandonó; dentro de mi confusión noté a Michael salir del sitio con una sonrisa autosuficiente plasmada en el rostro, al parecer le gusta causar el caos; viví toda mi vida engañada, todo por su culpa.

Después de un rato llorando, sentí a mis hermanos agacharse a mis lados, me abrazaron a la vez, noté que estaban llorando, esto no solo me afectaba a mí.

—Se siente raro decirte sorella, pero de verdad me alegra que seas tú —abracé fuerte a Samuel, mis sollozos salían sin control, escondí mi cabeza en su cuello y él acariciaba mi cabello; Nath nos abrazó a los dos, ella también lloraba.

—¿Y ahora que va a pasar conmigo? ¿Seguirás siendo mi hermanita menor?

Todo cambiará desde hoy, para todos.

—Claro que si Nath, eres mi hermana postiza, eso no cambiará.

Nath fue por un vaso de agua, trataba de calmarse aunque sea un poco, Samuel me tomó en brazos, enrollé mis piernas en su cintura; él se sentó en el mueble más cercano, quedando yo encima de él. Samuel seguía llorando, lágrimas silenciosas corrían por sus mejillas ahora rojas; sequé sus lágrimas —aunque de nada sirvió porque seguía llorando—, escondí mi cabeza en su cuello y guardé silencio. Los pasos de Nath se oían cerca, venía hacia acá, se sentó a nuestro lado y recostó su cabeza en el hombro de Samuel.




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