Samuel
—Vengan, por aquí no debe haber nadie a esta hora.
Si, puede ser cierto eso de que Samantha se sentía mal, pero algo me ocultan, a pesar de apenas haberla encontrado aún recuerdo las mañas de mi hermana, sé cuándo miente y ahora lo está haciendo, no es normal que esté tan nerviosa.
Tengo que estar más atento a lo que pasa, no quiero que le pase algo cuando acabo de encontrarla.
Nos encaminamos hacia las gradas, el sitio más cercano al instituto desde donde estamos, ahora lo que necesitamos es volver sin ser vistos por nadie, no es conveniente un chisme en ese momento, ya Samy está bastante afectada con lo que está pasando como para sumarle otra cosa por la que preocuparse.
Cuando ya estamos cerca les pido que guarden silencio, aunque por acá no suelen frecuentar muchas personas a menos que haya algún partido, nunca falta algún chismoso que se acerca a ver que produjo algún ruido.
—Ahora sí, vayan a la clase que les toca, no quiero que se metan en problemas —advierto— mucho menos tú, hermanita, cuídense, yo voy después.
Luke asiente y lleva a Samantha de la mano corriendo por los pasillos luego de que ella se despidiera abrazándome, luego de unos segundos es momento de irme también, sin quitar aún la sonrisa de mi rostro; sin embargo, un ruido a lo lejos me advierte de la presencia de alguien, volteo lentamente, escudriñando mi entorno, sin ver nada extraño.
Quizá fue algún animal, ¿o no?
Sin más que hacer aquí me dirijo al salón, donde ya deben haber alumnos esperando mi llegada.
***
El timbre indica que ya es hora de irnos, logrando que mis alumnos protesten, pidiendo más tiempo para realizar el examen.
—Lo siento, no es mi culpa que esta sea la hora de acabar mi clase, si tienen alguna objeción diríjanse a dirección y pidan más tiempo para las clases —comienzo—, ahora, si quieren tener su nota entreguen sus evaluaciones, el tiempo ha acabado.
—Profe, compadézcase de nosotros ¿si? —comienza una alumna— La prueba estaba muy difícil, dígame, ¿cuándo le hemos fallado en una prueba? Siempre hemos estudiado y salimos bien —prácticamente suplica por otra oportunidad— Déjenos repetirlo ¿sí?
Me lo pienso un momento, ocultando la sonrisa que amenaza por salir, no sabía lo que disfrutaban los profesores con situaciones como ésta hasta ahora, no me equivoqué de carrera.
— Está bien —prácticamente grita y brinca a abrazarme, emocionada—, pero —ahí se le va la ilusión—, sólo la repetiré si ninguno aprobó la prueba, así sea con la nota mínima —asiente un tanto desilusionada— comunícaselo a tus compañeros que no estuvieron presentes, nos vemos otro día.
Tomo mis cosas y empiezo a salir del salón, llevándome la sorpresa de tener al director caminando en mi dirección, furioso.
¿Ahora que hice?
Prestando atención a lo que pasa me fijo en varias miradas furtivas dirigidas a mí, burlándose de lo que puede llegar a pasar.
No entiendo nada.
—Profesor Andrew, necesito hablar un momento con usted —prácticamente me mata con la mirada ¿qué hice?—, a solas.
Sin mencionar ninguna palabra lo sigo hasta su despacho, pensando en qué habrá pasado para que me mire así, no he fallado en nada y he cumplido con todas las expectativas que la junta directiva ha dejado en mi. Su secretaria me observa reprobatoriamente, como si me hubiese visto matando a un conejito inocente frente a sus ojos, y vaya que lo he hecho pero tampoco es para tanto. Entramos a la oficina y el director se ubica en su puesto, invitándome a que me sentara, al hacerlo suelta un suspiro y ahí empieza el infierno.
—Debo ser sincero, nunca pensé que usted fuera uno de esos malnacidos que hay por ahí —¿ah? Ahora si estoy perdido—, su currículum es de los mejores que he visto, nunca había tenido quejas en ninguna de las instituciones en las que trabajó, debe ser porque nunca se dieron cuenta de lo que hacía.
—Señor, de verdad no entiendo, no he hecho nada malo y no me arrepiento de mis acciones, de hecho, estoy muy agradecido con poder trabajar aquí, en este lugar he encontrado la paz que me faltaba, y no creo que hasta ahora tengan alguna queja sobre mi o hayan observado alguna conducta indebida en el plantel —¿por qué respira como toro enjaulado?—, le recuerdo que soy una persona común como todos aquí —eso claro que es mentira, pero eso él no lo sabe— y tengo una vida fuera del trabajo, pero aún así eso no debe afectar a nadie en mi vida laboral.
—¡Esto es inaceptable! ¡Lo vieron profesor! ¡Ya no tiene que seguir ocultándolo! —a ver, lo único que oculto es ser licántropo, y si se lo dirían hubiera tomado a esa persona por loca, así que no creo que sea eso— Lo único que le diré es que no puede seguir jugando con los alumnos de este plantel, y mucho menos ser una mala influencia para ellos.
—A ver, no quiero faltarle el respeto ni nada por el estilo, pero ya me estoy cansando, ¿me puede explicar ahora que está pasando y dejarse de rodeos para así poder defenderme? ¿O piensa seguir acusándome sin tener idea del por qué?
—¡Deje de ser tan hipócrita! ¡Es usted un pedófilo que viene a aprovecharse de los buenos sentimientos y costumbres de los jóvenes! —¿qué?— ¡Usted se está aprovechando de la inocencia de la joven Adams y el joven Harrison!
—Señor, usted podrá ser mi jefe, pero no le permito que me hable así, y no me estoy aprovechando de nadie —¿este señor se volvió loco o qué?—. Ahora, explíqueme bien que es lo que pasa, porque con esas palabras tan vagas no se resuelven todas las dudas que tengo en este momento.
—Los vieron salir del bosque hoy en la mañana, la persona que lo dijo asegura verlos muy acaramelados —así que si había alguien—, escuchó ruidos y se acercó, hasta verlos a los tres teniendo relaciones sexuales —a ver, ahora si que se volvió loco—. No se si lo sabe profesor, aunque creo que ya no debería tener ese título, pero esa acción es considerada un delito y es penada por hasta 5 años de prisión ¿es usted consciente de eso? Además ya no podrá ejercer como docente, y dudo que vayan a aceptar que un pedófilo trabaje con cualquier persona, quizá tendrá que cambiarse de identidad incluso.
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Editado: 30.10.2022