El llamado de Naín

Un Nuevo Propósito

Habían pasado ya cinco meses desde que se había unido a los ixthus. Todas las cosas que aprendía le ayudaban a mejorar en el manejo de la espada y el arte de la lucha; pero sobre todo, le estaban ayudando a conocerse a sí mismo. El enojo y la ira comenzaban a menguar en su interior, de nuevo era feliz. Fue por eso que esa noche estaba soñando de nuevo.

Allí estaba Vasti a su lado y miraba los patos zambullirse en el lago, él la observaba con detenimiento, le encantaba hacerlo. Cuando sonreía iluminaba hasta el mundo de Naín.

Escuchó unos pasos venir por el sendero de tierra, desvió la vista de Vasti y miró a un sonriente joven que se acercaba. Sin duda los conocía porque mencionó sus nombres al verlos. Vasti se alegró y corrió a saludarlo, Naín guardó su distancia, él no lo reconocía, pero luego el joven dijo algo a Vasti que le hizo darse una idea de quién era.

— ¡Hola cuñada!

— ¡Hola Benjamín!

“Vaya por supuesto” pensó Naín “es mi hermano ¿Cómo no lo reconocí?”

—Vasti—dijo Ben— ¿Crees que podrías prestarme un segundo a mi hermano?

Vasti frunció el entrecejo, para aparentar que estaba molesta.

—Esta, bien, sólo un momento ¿de acuerdo?

—Vale, te lo devuelvo en un santiamén.

Ben envolvió a Naín con un brazo y lo guio por el sendero; mientras, Vasti volvía a lago a observar a los patos.

—Estoy muy contento contigo hermano—dijo Ben—, al fin encontraste la verdad y lo que más me alegra es que ahora eres libre.

—No lo habría hecho sin tu ayuda. Debo admitir que me costó mucho trabajo.

—A todos nos cuesta trabajo encontrarla, pero tú lo hiciste y ahora estás en el lugar correcto.

—Sí, así es—admitió Naín volviendo su vista hacia Vasti.

—Ella es una linda chica, me alegra que la encontraras.

Naín sonrió, por supuesto que sabía que era un suertudo por haberla encontrado.

—En realidad—continuó Ben—vine a buscarte para pedir tu ayuda.

—Claro Ben, lo que necesites.

—Hay una persona más a la que me gustaría que buscaras y le llevaras el mismo mensaje que se te dio a ti.

— ¿A quién quieres que busque?

—A Sara, ella aún sigue en las garras de Belial y sus mentiras. Si puedes hacerme este favor, quiero que la busques y la lleves a la verdad. Yo no puedo hacerlo, pero tú sí Naín. Por favor.

No tenía por qué suplicar, Naín lo haría sin dudarlo. Ni siquiera titubeó cuando le dijo:

—Por supuesto Ben, te lo prometo y esta vez cumpliré mi promesa.

—Lo sé Naín, lo sé.

Naín despertó. Sabía que todo había sido un sueño pero aun así, había prometido cuidar de Sara, y llevarla a la verdad estaba incluido en ello por lo tanto, lo haría. Desde ese mismo día empezaría a buscarla.




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